Entrevista con Ricardo Darín

“Ser famoso es una cosa no muy deseable”

El reconocido actor argentino visitó Uruguay para presentar su última película, El amor menos pensado

Ricardo Darín
Ricardo Darín, en Montevideo. Foto: Leonardo Mainé

En 2016 vino a Montevideo y llenó varias veces el Auditorio Nacional Adela Reta con Escenas de la vida conyugal, de Ingmar Bergman, en la que interpretaba a un marido iracundo y todo el largo proceso de separación. Ahora, en la película El amor menos pensado, de Juan Vera, vuelve a interpretar a un marido que transita un proceso de separación, pero desde un personaje completamente distinto.

“Haciendo una comparación a vuelo de pájaro, creo que mi personaje en la obra de Bergman, es mucho más individualista. Creo que no es un tipo que estuviera muy preparado para estar en pareja, y que no estuvo muy dispuesto a renunciar a sus individualidades. Y este personaje, Marcos, de la película de Vera, me parece que es un tipo más inteligente, más romántico, sensible, abierto, que se puede poner en el lugar del otro. Cosa que el personaje de Bergman en Escenas de la vida conyugal está totalmente inhabilitado”, reflexionó Ricardo Darín, de visita en Montevideo para difundir esta nueva película que esta semana se sumó a la cartelera.

En la entretenida película de Vera, la pareja protagonista (Mercedes Morán también está muy bien) vive una separación, en la que desarmar la casa va siendo un capítulo que se convierte en algo clave. “Yo he sido acusado, dentro de mi hogar, de ser un acumulador serial, de juntar porquerías y cosas que están impregnadas de un valor más emocional que práctico y material. Y para mí es difícil desprenderse de esas cosas. Tengo un problema con las miniaturas: todo lo que sea cajita, botellita, no sé por qué motivo, me impacta”, contó Darín con humor, en referencia a su propia casa y objetos.

-Toda esta polémica sobre el supuesto caso de maltrato en Escenas de la vida conyugal, ¿cómo sentís que la trató la prensa?

-Mirá, no sé muy bien acá en Uruguay cómo ocurrió todo eso. Pero en Argentina, la percepción que tengo, es que era de imaginar que una cosa con esos ribetes fuera un alimento para la prensa que se alimenta y se regodea en el escándalo. Hubo casos en los que noté que había una motorización por parte de algunos, pero en algunos otros noté también un nivel de respeto. Por lo menos de incertidumbre, de duda, sobre si las cosas eran de ese modo o de otro. Eso también lo detecté. Detectás a la persona respetuosa, educada, y a los otros también. Todos estamos al tanto de todo: hoy el nivel de información es vasto, caudaloso. Nos llegan demasiadas cosas, datos por todos lados. Y estamos como obligados a procesarlos rápidamente. Cuando ocurre lo que ocurrió en mi caso, que es que colegas salen a mancharte, a difamarte, es muy difícil defenderse, sin que esa defensa no implique un ataque hacia esa otra persona. Y en ese juego yo no quise entrar.

-¿Quedaste más a la defensiva?

-Y… qué se yo. El que se quema con leche, cuando ve la vaca llora. Hay algo en lo que te endurecés, se te va haciendo el cuero más duro. Y te preocupás un poco más. Porque incluso hoy en día estás obligado a pensar cómo son las cosas, varias veces. Te quita un poco de espontaneidad. Pero lo importante es tratar de confiar en la forma de ser de uno, y si estás conforme con tu forma de ser, no modificarla.

-Desde que viniste hace como un par de décadas con Art al teatro Stella, hasta hoy. ¿Cuánto creció tu popularidad?

-Sí, cambió mucho. Mutó. Mutó trágicamente para mí. Porque una cosa es ser considerado, reconocido. Y otra cosa es cuando ya te hiciste famoso. Ser famoso es una cosa no muy deseable. A pesar de que a los chicos, lamentablemente, no les hemos podido mostrar la diferencia entre querer ser reconocido por una actividad, y el mero hecho de ser famoso. Yo trato de llevarme de la mejor manera posible con este problemita de la fama. Pero no siempre te sale bien. Y a veces te puede afectar mucho. Te podés poner un poco fóbico, medio neurótico. Hay que hacer también un aprendizaje para manejar eso. Yo veo que hay gente joven que de golpe se encuentran con un nivel de popularidad inesperado, y eso los remueve del eje. Y tienen relaciones muy raras. Y los entiendo un poco.

-También a veces el admirador se puede convertir en enemigo.

-Hay niveles y niveles. Está la gente que vos te das cuenta clara y rápidamente que siente una admiración, o una conexión, o un reconocimiento por mi trabajo. Y eso es un nivel de aproximación que por lo general es amable, y agradable. Y después está el otro, que tiene que ver con esa especie de excitación que produce el famoso de cerca. Sobre todo en esta era, con el tema de la selfie. Es como una captura, como un safari fotográfico. ¿Cuántos famosos conseguiste tener en tu teléfono? Y subirlo a las redes, y demás. Esa parte cholula es bastante infantil, si se quiere. Pero otra cosa es el reconocimiento, la conexión que tenés con la gente que te conoce, y te quiere. Y ese que te quiere, es el que menos te jode.

-¿Qué tenés y qué no de Marcos, el protagonista de El amor menos pensado?

-La edad, y algunas réplicas ácidas en las que me puedo llegar a sentir identificado. Y hay muchas cosas en cuando a la similitud en forma de ser, estilo de pareja: porque estos personajes se quieren, y juegan a decirse la verdad permanentemente. Eso sí lo puedo reconocer en mí. Más allá de eso, los conflictos son siempre muy personales. Y El amor menos pensado, a pesar de atender la problemática de la pareja, no se desentiende de lo que le pasa a cada uno individualmente. Y ahí es donde empiezo a notar más diferencias, porque a mí no me pasan las mismas cosas que a mi personaje.

El amor menos pensado
El amor menos pensado: Darín con Mercedes Morán. Foto: Difusión

-¿En qué momento, cuál es el indicador, de que una pareja tenga que separarse, luego de mucho tiempo juntos?

-Más allá del tiempo que una pareja lleve junta, hay una especie de sensación interna. Y no solo con respecto a una pareja, sino con cualquier otra relación, a cualquier otra situación en la vida, en la que vos sentís internamente que no querés estar más ahí. Que te tendrías que haber ido. Claro que siempre hay una especie de delay, en el que uno se toma un tiempo para corroborar esa sensación que te viene atravesando, si es real, o si es circunstancial. Pero en el caso de una pareja, cuando vos sentís que algo se desprendió afectivamente, y ya estás mirando a esa otra persona como algo extraño. Creo que en ese momento por lo menos hay que considerar qué es lo que está ocurriendo. Lo que yo no entiendo mucho es eso de quedarse es un lugar donde no sos bien recibido. Pero creo que no hemos sido educados para ese tipo de cosas. Hemos sido educados para todo lo contrario. Nos cuesta mucho arrancar, tomar esa decisión. Hay gente que tiene mucho más habilidad para eso. Reacciona más rápidamente. No lo toma tan a la tremenda. Desacraliza el tema de lo que es una separación, un divorcio, y lo consideran naturalmente como una oportunidad de cambio. Y hay otros que lo sienten como el final de una vida, y lo viven con un dramatismo tremendo.

-Y en la amistad también existen esos dos tipos de separación.

-Mi viejo siempre decía que si un amigo te tiene que cagar, que lo haga rápido, así no perdemos tiempo. Suena como muy Talibán dicho así, pero si lo analizás con un poco de detenimiento, sería genial que así fuera. Si uno logra detectar al que te va a traicionar, al que se va a desenganchar de vos, amablemente sería bueno que las cosas se terminaran ahí y no pasen a mayores.

-¿Qué te vincula a la cultura uruguaya?

-Hay cosas en las que yo siento gran admiración por cosas que, probablemente ustedes no las sienten de la misma forma. Uno tiende a no considerar los valores propios, porque siempre estamos mirando el jardín del otro. Me gusta mucho el ritmo que tienen ustedes los uruguayos. Aunque en algunos aspectos se puede padecer, sobre todo si nos alejamos de la ciudad y nos vamos más a las zonas rurales. Acá en Uruguay hay un timing, un tempo interno, que me parece que es mucho más apropiado para no vivir la vida en forma acelerada. Me impacta mucho lo educados que son los uruguayos, a diferencia de otras comunidades, como la mía, en la que la cosa es más avasallante. El uruguayo es más prudente, y tienen un concepto sobre lo que es la convivencia democrática, del que nosotros los argentinos deberíamos tomar nota.

claves

Tres frases sobre cine

La película. “El amor menos pensado está plagada de preguntas, junto a algunas respuestas. Y son preguntas que no solo tienen que ver con los protagonistas, sino en las otras parejas, los personajes mal llamado secundarios. Y todo eso dio un mosaico de posibilidades distintas relaciones de pareja”.

Hollywood.
“En una oportunidad me gané una fama de anti Hollywood, y la verdad es que no tendría problema de trabajar allí, si la propuesta me interesa. Y esa fama que me gané de anti Hollywood es injusta, porque la verdad es que les debemos tantas maravillosas películas, historias, actores, guionistas. Nos han alimentado nuestra alma”.

Dirigir cine. “Me gusta mucho la dirección de cine, y estoy muy tentado a hacerlo. Lo he hecho en cine y en teatro. El tema es que para dirigir un largometraje, hay que hacerse cargo de un proyecto, de dos o tres años. Y es un tiempo que yo en este momento no tengo, no lo visualizo como posibilidad”.

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