Crítica

Unas porteñas escenas de la nueva vida conyugal

Se estrenó "El amor menos pensado" con Ricardo Darín y Mercedes Morán

El amor menos pensado
El amor menos pensado. Foto: Difusión

Hay algo de Escenas de la vida conyugal (aquella película de Bergman que tiene una versión teatral que protagonizó Darín) en El amor menos pensado, la película argentina en la que Ricardo Darín y Mercedes Morán interpretan a una pareja sobrellevando la vida tras terminar con un matrimonio de 25 años y un hijo. La película, dirigida por Juan Vera, sigue las andanzas de esa renacida soltería en un tono que se pasea de la comedia al drama.

Vera, que coescribió el guion con Daniel Cúparo, debuta como director aunque conoce el género: fue productor tanto de películas de Adrián Suar (Igualita a mí, Me casé con un boludo y El fútbol o yo) como de obras con otras ambiciones (Zama, Carancho, El hijo de la novia, Leonera); algunas de ellas las escribió Cúparo.

A ese piso de garantía, hay que sumar la presencia de Morán y Darín, los dos rostros más importantes del nuevo cine argentino. Aquí, como Ana y Marcos, interpretan además una suerte de variación de los personajes con los que son asociados: gente madura, interesante y un poco locos o temperamentales. Además, rompen la cuarta pared y se dirigen al espectador certificando la recíproca identificación.

Los papeles secundarios están cubiertos por una especie de seleccionado argentino. Aquí están, con mayor o menor presencia en escena, Claudia Fontán, Luis Rubio, Andrea Pietra, Jean Pierre Noher, Claudia Lapacó, Chico Novarro, Gabriel Corrado, Andrea Politti, Norman Briski y Juan Minujín.

Ficha
El amor menos pensado * * * 
DirectorJuan Vera
ConRicardo Darín, Mercedes Morán, Luis Rubio, Claudia Lapacó
Estreno 4 de octubre

Argentina, 2018 Guion: Vera y Daniel Cúparo. Fotografía: Rodrigo Pulpeiro. Edición: Pablo Barbieri Carrea Duración: 136 minutos.

La película compitió en San Sebastián y llevó más de 700.000 espectadores en su estreno en Argentina. Es parte de la zafra anual del cine argentino que este año incluye El ángel, Mi obra maestra, El potro: Lo mejor del amor y Familia sumergida, en la que también está Morán.

En esa categoría, El amor menos pensado juega cómoda. Tiene los despliegues del cine argentino más lujoso aunque la propuesta visual tiene una austeridad teatral. Transcurre, además, en el paisaje cosmopolita de la Recoleta porteña, y que puede ser cualquier lugar del mundo.

La modernidad de los paisajes alebrga “el maravilloso mundo de los recién separados”, como dice Ana, un mercado amoroso que le ha cambiado sus reglas después de 25 años de matrimonio. Las redes sociales hacen estragos en esta gente y eso está muy presente.

El amor menos pensado
Vea el tráiler de "El amor menos pensado" con Ricardo Darín y Mercedes Morán

En una fiesta del comienzo, en una pelea conyugal, en un par de apuntes emotivos, queda claro que es una película generacional: todos sufren crisis de mediana edad, todos ven envejecer a sus padres, todos están en una búsqueda personal. Ana y Marcos sufren de un caso severísimo de nido vacío, con un hijo que se va todo lo lejos que se puede ir un hijo (para el caso, Vietnam, con esposa vietnamita incluida).

La película —que es un tanto larga para su alcance dramático; pasa las dos horas— es principalmente un drama superficial en general salpicado por pasos de comedia: la incomodidad de una primera cita concertada por Tinder y que desemboca en un desastre para Marcos (ella es Pollitti, divertida), o el affaire de Ana con un sommelier de perfumes que interpreta con tono paródico, Minujín.

Mucho del humor parte de esa clase de sentirse mayor y ajeno al mundo que los rodea. Los procesos de adaptación son variados y acá está toda la galería de posibilidades. Algunos personajes secundarios, además, hacen su aporte al alivio cómico, principalmente los personajes de Fontán y Rubio, que funcionan como un espejo roto de la pareja central. Hay una linda escena de baile entre Novarro, Lapacó y Morán.

El tono es liviano porque es lo que el producto impone. La puesta en escena tiene mucho de teatro, un terreno en el que los actores se sienten cómodos. La acción transcurre en dos o tres ámbitos y algunas transicionales escenas de exteriores. Vera dirige todo con prudencia y corrección.

Todo, desde el título, avisa hacia donde va la película, que se maneja correctamente dentro de lo que se espera de ella: es comercialmente atractiva, tiene un elenco que conoce lo que genera y una historia con la que muchos se van a sentir identificados. Eso puede hacer obviar cierta previsibilidad conservadora que, después de todo, es una buena manera de definir a la película en la que todo funciona.

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