EN EL BID

La ministra de Economía Azucena Arbeleche compartió un foro con su par argentino Sergio Massa, ¿qué dijeron?

Un punto en común fue mostrar que la pandemia del covid-19 les sirvió de puntapié para redefinir o implementar nuevas políticas fiscales.

Azucena Arbeleche. Foto: Leonardo Mainé.
Azucena Arbeleche. Foto: Leonardo Mainé.

Desde Washington DC, los ministros de Hacienda (Economía) de varios países de la región, entre ellos Azucena Arbeleche de Uruguay y Sergio Massa de Argentina, pusieron sobre la mesa cómo enfocan sus políticas fiscales, en un conversatorio organizado ayer por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Un punto en común fue mostrar que la pandemia del covid-19 les sirvió de puntapié para redefinir o implementar nuevas políticas fiscales, ante una crisis aplastante que, sumada luego al impacto de la guerra en Ucrania, ha desatado una inflación de niveles históricos, lo que tal vez sea la mayor preocupación de los gobiernos.

Ese tema (inflación) fue, precisamente, otro punto que marcó el conversatorio, por su efecto en las tasas de interés y la recesión que probablemente se desate como consecuencia de un proceso difícil de manejar.

En el debate se cuestionó la naturaleza de la inflación, sobre si ésta se desencadena por la demanda, como generalmente se sostiene, o por la oferta. “La inflación no se va a curar con tasas de interés, porque no es un problema de demanda”, lanzó el ministro José Antonio Ocampo, de Colombia, quien advirtió especialmente sobre el riesgo de recesión.

Entre los tópicos que abordó la ministra Arbeleche, destacó la nueva institucional fiscal (que no existía antes de la pandemia), y sus pilares: resultado estructural (que busca efectos contracíclicos), máximos para los gastos del gobierno y máximos también para el endeudamiento del país. Según afirmó, el déficit y la deuda de Uruguay eran muy grandes. “Y ya van dos años en que las metas se alcanzan”, agregó, reconociendo que el “manejo fiscal prudente” de Uruguay se hizo con “el sector privado que logró traccionar hacia adelante”.

Sergio Massa, con solo 70 días -así lo recordó- como ministro de Economía (a cargo de múltiples frentes: hacienda, agricultura, producción y relación con organismos multilaterales) comenzó su exposición agradeciendo el préstamo del banco que recibió Argentina.

Explicó que les resultó muy difícil responder a la crisis de la pandemia porque, en ese tiempo, Argentina no tenía acceso a los mercados y estaba en plena renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Massa se refirió al orden fiscal como vector fundamental de desarrollo, en contraposición al “desborde” que vivió su país en esa materia, y cómo su gestión emprende la recuperación de un proceso de acumulación de reservas (apuesta para ello a la promoción de exportaciones con el dólar soja), además de enfocarse en reforzar la capacidad exportadora de Argentina, como prioridad.

Lo cierto es que el Banco Central de Argentina debe acumular reservas (por exigencias del FMI) en medio de una escalada inflacionaria y otra serie de complicaciones internas que todos conocemos. Desde el 31 de diciembre de 2021 hasta fines de 2022 el aumento de ese stock debe ser de US$ 5.800 millones, a partir de la base de US$ 2.325 millones que estaban contabilizados a finales del año pasado.

México también contó su política fiscal, en la voz de su ministro Rogelio Ramírez, quien afirmó que, en vez de definirse una política de redistribución con beneficios fiscales general, se decidió por un esquema de entregas de beneficios en forma directa (a los adultos mayores, estudiantes, etcétera), lo que evitó burocracias administrativas y significó ahorros al Estado.

De frente ante el BID

Massa fue de frente en relación al rol que cumplen los organismos multilaterales. “Que no se compute como déficit lo que invertimos para desarrollo”, propuso el ministro argentino. Y reiteró esa idea de distintas maneras en varias oportunidades.

Los representantes del BID se mostraron abiertos a propuestas. “¿Cómo el BID los puede ayudar?”, preguntaron abiertamente.

Arbeleche señaló: “Se necesita de los organismos productos financieros innovadores, con incentivos para el desarrollo”. Esto es, que los productos tengan mayor alineación con los costos de los países y sus necesidades de crecimiento.

Destacó el diálogo que desarrolla el BID con los países y específicamente con Uruguay, y abogó para que ”el BID nos mire a los distintos países de la región como un todo”, como una forma de fortalecer el conjunto y estrategias comunes.

Massa puso su mirada en la importancia de que el BID incremente su capitalización (lo que está en marcha), y que de esa forma evite el riesgo de convertirse en una “estructura burocrática”, sino por el contrario que invierta más en infraestructuras y en mejores instrumentos para la región.

Nadie ignoró que en estos días asumirá un nuevo presidente en el BID y, en esa línea, los ministros esperan que quien asuma sea capaz de fortalecer la banca de desarrollo y la unión.

Ricos, pero pobres

Paradójicamente (considerando la gravedad político-económica de Argentina), quien se mostró más optimista fue Massa al señalar el potencial de América Latina, que produce el 80 % de las proteínas que se consumen en el mundo, con grandes riquezas de energías y minerales, como el cobre y el litio.

Su mensaje fue que se puede aprovechar la oportunidad de ser mejores proveedores de servicios y de materia prima con valor agregado, si se realizan infraestructuras y mayores inversiones. Para ello, el BID cumple un rol importante, observó.

“La región es acreedora ambiental y deudora financiera”, resumió Massa, no sin agregar que esta realidad podría cambiar con los pasos adecuados.

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