SALUD MENTAL

Síndrome del acumulador: cuándo guardar cosas es un problema de salud mental

La síndrome del acumulador compulsivo es un trastorno mental que genera una gran dificultad para deshacerse de objetos que para otras personas no tienen valor alguno o son poco importantes.

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Foto: Pixabay

Tazas de té, frascos vacíos, latas, muñecos de peluche, contenedores de plástico, CDs. En la casa de Edward Brown uno puede conseguir casi de todo. Apilados unos sobre otros sin una lógica aparente, los objetos que Edward Brown ha acumulado a lo largo de su vida han hecho de su hogar un lugar difícil de habitar.

"No hay espacio para que la gente se mueva si viene aquí", le dijo al medio BBC el hombre de 60 años de Blackburn, Inglaterra. Reconoce que tiene un problema, pero le cuesta lidiar con él. "(La tendencia) a coleccionar cosas a veces se me escapa de las manos", dice.

Brown sufre lo que se conoce como síndrome del acumulador compulsivo, un trastorno mental que genera en quien lo padece un gran dificultad para deshacerse de objetos que para otras personas no tienen valor alguno o son poco importantes.

"Esta dificultad para desechar cosas suele conducir a un considerable desorden, que hace que el espacio habitable sea imposible de navegar" y donde las "habitaciones no pueden utilizarse para el fin con el que fueron diseñadas: no puedes usar la cocina para cocinar o la habitación para dormir", explicó Gregory Chasson, psicólogo clínico y profesor asociado del departamento de psicología del Instituto de Tecnología de Illinois, en EE.UU.

Desde papeles de diario, revistas, contendores de comida, zapatos y cables, hasta paraguas o tapitas de botellas. Cosas en buen estado o destruidas por el uso y el tiempo, se transforman en objetos preciados para el acumulador.

Se trata de una condición que no distingue entre hombres y mujeres, cultura o situación económico-social. Afecta al menos a un 2,6% de la población mundial, con porcentajes más elevados en personas mayores de 60 años y en aquellas con otros diagnósticos psiquiátricos como ansiedad o depresión, según indica la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

Además, la severidad de sus síntomas, de acuerdo a un estudio publicado en el Journal of Psychiatric Research, "ha empeorado notablemente" durante la pandemia de covid-19 .

"Como si fuera mi hermana"

Otra característica importante es el fuerte impulso que tienen las personas que padecen este trastorno de adquirir y guardar objetos. "No es solo el caos que no podemos ver sino también esa urgencia de comprar cosas o recoger cosas gratis, o de guardar objetos que llegaron de forma pasiva a su vida", informa Christiana Bratiotis, profesora asociada de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá.

"Los quieren preservar por las creencias que tienen respecto a estos objetos y por la fuerte conexión emocional que tienen con estos". Bratiotis cuenta que algunos de sus pacientes pueden decirle cosas como por ejemplo: "Esta colección de objetos significa tanto para mí como mi hermana. Y desprenderme de ella sería como cortar todos los lazos con ella". "Representa parte de su identidad", explica.

A esto se le suma la creencia de que, algún día, pueden llegar a necesitar estos objetos, ya sea para el uso para el que están destinados, para uno alternativo o como parte de un proyecto creativo.

Los peligros de acumular

Los peligros para la salud de no abordar este problema son múltiples y más serios de lo que aparentan, empezando por los físicos.

"La acumulación compulsiva puede dar lugar a todo tipo de ambientes peligrosos: riesgos de incendios, de caídas, de lesiones y un riesgo tremendo de infestación que aumenta la posibilidad de desarrollar enfermedades como el asma", nota Chasson.

En términos de salud mental, deja a quienes lo sufren aislados socialmente: guardan el secreto de una condición "estigmatizada por la sociedad, que lo interpreta como un problema de pereza, inmoralidad o carencia de estándares personales y no lo entiende como uno de salud mental", argumenta Bratiotis.

Si bien muchos podemos identificarnos con la tendencia a conservar objetos ya sea porque son bellos, por si acaso, porque nos traen lindos recuerdos o porque pensamos que podemos encontrarle algún tipo de utilidad - desde el punto de vista evolutivo somos en esencia cazadores recolectores y tendemos a traer y conservar objetos en nuestra vida - eso no nos convierte necesariamente en acumuladores compulsivos.

Es importante entender que es un comportamiento y, como tal, "ocurre en un continuum, que va desde leve hasta severo", explica Bratiotis.

¿Cuándo es un caso de acumulación compulsiva o simplemente una persona con "alma de coleccionista"?

A veces es una línea difícil de trazar", señala Chasson, "pero se convierte en un problema y en algo diagnosticable cuando causa impedimentos o angustia en el individuo o en quienes están a su alrededor". También cuando la actividad diaria dentro del hogar se ve imposibilitada por el desorden y la acumulación

"Puede manifestarse con cosas como guardar objetos que otros consideran basura, pero sobre todo el proceso de pensamiento y las creencias que hay alrededor de ellos", según Chasson.

Causas

La acumulación de objetos, sin embargo, es solo la manifestación del problema, la cara obvia. "Por debajo del desorden, tanto metafórica como literalmente hay partes de este problema que son menos visibles, pero que son no obstante impulsores muy importantes para el desarrollo de este comportamiento", explica Bratiotis.

Hay ciertos rasgos de personalidad -la dificultad para tomar decisiones, el perfeccionismo y la procrastinación- que, cuando se combinan, pueden predisponer a un individuo a desarrollar el síndrome de acumulación compulsiva.

"Sabemos que el cerebro de un acumulador compulsivo funciona de manera diferente", explica Bratiotis y acota que estas diferencias fueron observadas en tomografías computarizadas, realizadas en personas a las que se les pedía realizar tareas que involucraban acomodar y descartar posesiones.

"Entedemos que la combinación de estas causas con algunas experiencias de vida y en particular experiencias alrededor de la pérdida es lo que impulsa este problema", agrega, que pese a volverse obvio en la mediana edad, comienza a desarrollarse en la infancia o en la adolescencia.

"Las investigaciones sugieren que en más del 50% de los casos el problema surge entre los 11 y 20 años de edad", señala Bratiotis.

Tratamiento

Hasta la fecha, no hay una cura. Pero el tratamiento más promisorio es la terapia cognitivo-conductual especializada en el trastorno de acumulación compulsiva. El objetivo de la TCC en sentido amplio es cambiar la forma de pensar de las personas para modificar su comportamiento y mejorar cómo se sienten. "Los resultados han sido moderados. No son irrelevantes, pero no completamente exitos", comenta Bratiotis.

También se busca hacer "intervenciones para reducir la severidad y el impacto de sus consecuencias, y mejorar la calidad de vida (de la persona que sufre el trastorno) y mantener los logros", explica Chasson.

Asimismo, hay mucho que la familia o los seres querdidos pueden hacer para ayudar. Primero, debés acercarte al problema "con empatía y calidez, en vez de asumir una posición acusatoria, diciendo Yo en vez de Tú", comenta Bratiotiss, dando el siguiente ejemplo:

"Podés decir 'Yo estoy preocupada por ti viviendo en esta casa, porque sé que estas pasando por algo difícil y no puedes usar este pasillo porque está bloqueado y yo no quiero te caigas'. Es muy diferente a decir 'Tú necesitás despejar este pasillo porque te vas a caer'".

Es importante también reconocer que por más buenas intenciones que tengan, los amigos y familiares no siempre son las personas más indicadas para brindar ayuda, añade. Aún así, pueden ofrecerle al acumulador apoyo para buscar y conseguir una intervención externa.

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