ARQUITECTURA

Es uruguayo, tiene su estudio de arquitectura en Estados Unidos y restaura edificios históricos 

Amir Kripper es arquitecto y hace 20 años se fue a probar a Estados Unidos. Hoy está al frente de un estudio de arquitectos en Boston y se ha especializado en restaurar edificios antiguos. 

Amir Kripper, arquitecto
Amir Kripper, arquitecto

Quién iba a pensar que un joven arquitecto uruguayo, que un día allá por 2003, en plena crisis económica en este país, decidió tomar un avión y probar su impulso en Estados Unidos, lograra crecer hasta montar su propio estudio en Boston para restauración y rehabilitación de obras históricas de gran impacto social.

Esta es la historia del arquitecto Amir Kripper, un verdadero amante del diseño y la restauración, que hoy en día (46 años, casado, tres hijos y un perro llamado Oscar, por el famoso arquitecto brasileño Niemeyer), tiene en su haber profesional obras emblemáticas, como la restauración del Sears Building, un edificio icónico que lo puso en el mapa de este tipo de trabajos.

Todo comenzó cuando Amir, recién egresado de la Facultad de Arquitectura de la UdelaR y con toda la ebullición de una carrera que siempre le ha resultado fascinante, hizo las maletas y llegó a Los Ángeles. Consiguió un modesto trabajo allí, pero en su área de actuación, lo que sintió como una señal de que iba por buen camino.

Convencido de que necesitaba continuar sus estudios, aplicó a lo que sentía “un imposible”: la Universidad de Columbia, con el ánimo de realizar una maestría en Diseño de Arquitectura Avanzada. Las manos le temblaron cuando recibió un gran sobre. “Lo abro, empiezo a leer y me dije, ¡me han aceptado!”, contó a El País con voz emocionada aun muchos años después de aquel día que seguramente le cambió la vida, sin saberlo.

Ya en Nueva York, nada lo detuvo. En 2006, al terminar la maestría, fue contratado por el estudio Polshek de esa ciudad, una empresa de mucho prestigio donde afinó destrezas para diseñar rascacielos. “Fue casi increíble para mí, un arquitecto de Montevideo, trabajar en Manhattan haciendo rascacielos, me sentía en las nubes”, rememoró sonriente.

Un año después aceptó una propuesta laboral del estudio Machado Silvetti -también top- en Boston, donde se zambulló de lleno durante cinco años en grandes proyectos arquitectónicos en Abu Dhabi, residenciales en Pamplona, la casa Getty de Los Ángeles (que es una villa romana totalmente excéntrica desde el punto de vista arquitectónico-conceptual), museos en distintas ciudades, entre otras obras.

—Amir, ¿por qué esos dos estudios de arquitectura marcaron fuertemente tu trayectoria posterior?

—Ambos estudios estaban liderados por exdecanos de dos prestigiosas universidades, uno de Columbia y otro de Harvard. Por eso tenían una faceta académica, de análisis, de investigación. Eran lugares de efervescencia de discusiones y propuestas, de exploración, de gente que quería probar cosas nuevas en arquitectura.

Con ese fogueo, Amir visualizó un paso más: fundar su propio estudio, Kripper Studio’s, en Boston, y así lo concretó en 2011.

—¿Cómo se logra abrir un estudio de arquitectura propio en el corazón de Boston, siendo joven y latinoamericano, y desarrollar trabajos de investigación y diseño de impacto?

—Era un sueño que siempre tuve, pero también se tenían que alinear las estrellas. 

Además, en Estados Unidos tiene una fuerte cultura emprendedora que lo ayudó a avanzar, sin dejar de reconocer que fue un movimiento audaz, “un poco loco”, según sus palabras.

“A menos que el arquitecto venga de una familia muy pudiente, que no era mi caso, los primeros trabajos de los estudios son pequeñas obras, y así fue con el mío. Varios cafés, restaurantes y casitas para reciclaje nos pidieron planos, pero los dueños de esos locales comerciales se fijaron en la calidad de nuestros trabajos, se dieron cuenta que los planos que presentábamos tenían más detalles que los que acostumbraban ver y nos fueron recomendando para obras más importantes. Inmediatamente saltamos en la escala y empezamos con obras históricas”, explicó.

Un hito fue, como ya mencionamos, cuando su estudio asumió el desafío de restaurar y transformar Sears Building en 2017, un edificio patrimonial emblemático, de 5.000 metros cuadrados, frente al Ayuntamiento de Boston, que con su rescate fue abierto a la comunidad. “A partir de allí, se sucedieron los pedidos de proyectos de rehabilitación histórica”, señaló Amir.

Sears Building
Sears Building

El miedo 

Por supuesto que toda historia tiene sus reveses y entre éstos Amir destaca que “como inmigrante hay handicaps a superar, es cierto, pero el momento más difícil de mi trayectoria fue en el segundo año de abierto mi estudio”.

Y explicó: “En el primer año uno tiene el puntapié de la gran emoción en un encargo, pero el problema es cuando ese proyecto termina y de repente el teléfono no suena. Uno se pregunta qué pasa (...) Ahí hay que tener pie de plomo, no perder la confianza, seguir trabajando. Luego las cosas se enderezan, pero ese momento de ansiedad y de miedo, es el más difícil que me pasó en el estudio, donde uno tiene dudas sobre si la empresa va o no a funcionar”.

Zonas universitarias 

Actualmente, Kripper Studio’s está muy abocado a obras para áreas universitarias.

Cabe recordar que en Boston existen más de veinte universidades importantes (entre ellas, Harvard, el Instituto Tecnológico de Massachusetts -MIT-, University Boston College), que requieren viviendas para una población de 500.000 estudiantes que llega a esa ciudad anualmente.

“Son viviendas históricas las que remodelamos para este movimiento demográfico de estudiantes, profesores, invitados, es impresionante”, dijo Amir con entusiasmo.

Explicó que están trabajando, por ejemplo, en un edificio en una esquina de la Universidad de Harvard que data de 1912, en el que adelantan una restauración total, que consiste en la preservación de la estructura original, rescate y actualización funcional con amenities high-class.

“Cada apartamento es compacto y eficiente, mientras que el edificio tiene espacios comunes generosos; esa es la tendencia”, dijo. Con características similares, desarrollaron otro proyecto detrás del MIT, en 2021.

—¿Cómo se trabaja en restauración, qué se hace para rescatar la estructura histórica y que destaque?

—Esto es como un trabajo arqueológico. La idea es exponer lo que ya está cubierto por capas y capas de pinturas u otros materiales que fueron agregados a lo largo de cien años o más, y sacar a luz la belleza original del edificio. Muchas veces, los arquitectos tendemos a agregar, pero lo que tenemos que hacer en estos casos, es quitar para descubrir lo que está abajo, escondido.

En esa línea de investigación (sobre cómo son las obras originales y cómo hacerlas relucir nuevamente con técnicas muy precisas y cuidadosas), su estudio restauró recientemente una casa victoriana de 1870, en Brookline, que estaba totalmente dilapidada. El resultado, estéticamente impecable, le significó una mención destacada en el Boston Globe y otros medios locales.

“Ahora estamos en un momento bisagra en mi estudio. Tenemos mucha demanda gubernamental en relación a edificios históricos, más universidades, también estamos con un proyecto cultural, la ampliación de un museo, más restauraciones de casas patrimoniales. El estudio va evolucionando según la demanda y los clientes”, explicó Amir, quien lidera cada proyecto de su estudio, integrado por once personas, de los cuales nueve son arquitectos.

Nexo con Uruguay 

Al igual que sus trabajos arquitectónicos que siempre buscan rescatar las bases originales que subyacen, Amir está en una etapa de su vida de querer reconectar con sus propios orígenes.

“Estoy muy contento de retomar el diálogo con Uruguay. Quiero establecer una conexión con mi país, hacer proyectos allí. Después de 20 años en Estados Unidos, me gustaría devolverle a Uruguay algo de lo que he aprendido en el exterior, aunque sea una humilde contribución”, compartió aunque sin adelantar cómo sumarían sus aportes a Uruguay a los que impulsa en Boston.

Amir ha viajado seguido a Montevideo a lo largo de su trayectoria, conoce la realidad edilicia del país, los proyectos del gobierno y de privados en esta materia, valora especialmente a muchos arquitectos uruguayos y así, en la conversación variopinta con El País, a cierta altura puso foco en la Ciudad Vieja.

“En Uruguay veo una gran inversión y desarrollo en el este de Montevideo. Esa tendencia viene desde hace tiempo, ahora se consolidó y creció, pero no veo que suceda lo mismo con la zona céntrica y la Ciudad Vieja. Me da pena que no hayan recibido ese grado de inversión y de renovación. Existe un gran potencial de trabajo allí”, observó.

Consultado por las nuevas tendencias en arquitectura que, eventualmente, podrían aplicar en el Centro y en la Ciudad Vieja, respondió: “Se podría comenzar haciendo pequeñas intervenciones arquitectónicas que van sumando, mientras también se controla el tema de la seguridad en esas zonas (...) En Boston hay una tendencia de gente mayor de volver al centro de la ciudad, que es mundial. La gente que se jubila quiere estar cerca de los museos, del teatro, de la vida cultural, de los mercados. Se mudan a viviendas más pequeñas con buenas facilidades, próximas a lugares culturales diseñados específicamente para ese estilo de vida. Ese modelo se podría ver en Montevideo”.

El arquitecto agregó que cuestiones de medio ambiente y sustentabilidad (como por ejemplo nuevas formas de conservación de energía y de ventilación en las construcciones y otras innovaciones en la materia), que ahora son opcionales o para edificios de alta gama, estarán en todas las edificaciones en los próximos años. “Esos requerimientos van a ser, cada vez más, parte de las normativas; también en Uruguay”, proyectó.

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