SOS Rescate Fauna Marina realizó experiencia con personas en situación de discapacidad

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Los primeros en hacérselo notar fueron los camarógrafos que filmaban las actividades de SOS Rescate Fauna Marina.

“Yo veo una actitud distinta del animal; agarra el pescado con mucho más cuidado, busca otro contacto”, le comentaban a Richard Tesore sobre la forma en cómo los animales se comportaban con niños con discapacidad.

Eso le sirvió al coordinador de esta ONG para comprobar que no estaba loco, ya que en su momento él también había advertido algo diferente. Luego se enteraría de que hay bastante bibliografía al respecto.

Fue el gran empujón para que el año pasado SOS decidiera lanzar “un innovador proyecto de educación ambiental inclusiva” que contó con el apoyo de la Embajada de Estados Unidos y la gestión del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).

“En el Centro de Rescate ya hace como 25 años que en las tareas de rehabilitación de animales incluimos a chicos en situación de discapacidad.
En una época yo viví en Buenos Aires y había tenido un contacto con niños con síndrome de Down y me había quedado un poco impactado con su capacidad de afecto. Para los que vivíamos acelerados en una gran ciudad estos chicos como que te bajaban al piso”, recuerda.

El rescatista vinculó esa experiencia con el trabajo que hace con los cachorros de lobo marino huérfanos, para los que de alguna forma se transforma en una especie de madre sustituta. Los alimenta con biberón, juega, nada con ellos y les habla con un aullido que los lobeznos responden. Luego de un año, como ocurriría si su madre loba viviera, empieza el proceso de desprendimiento.

“Ahí se me generó la idea de juntar a los animales con los niños y la experiencia fue increíble. Algunos animales tienen una sensibilidad muy especial ante estas situaciones, se comportan de forma muy distinta y aparecen anécdotas impresionantes”, señala Tesore.

El programa de inclusión lo que hace es que niños con síndrome de Down, Trastorno del Espectro Autista (TEA), ciegos o con baja visión o personas con alguna discapacidad tanto motriz como intelectual participen en jornadas de voluntariado en SOS Rescate Fauna Marina, que tiene su sede en Punta Colorada (Maldonado).

“Algunos de ellos nunca antes habían caminado a orillas del mar, ni sentido la arena en sus pies y jamás se habían imaginado que iban a preparar el almuerzo y alimentar a lobos marinos o pingüinos”, dice la gacetilla que describe el proyecto.

Pero los participantes no solo iban a trabajar, sino que también pasaban por distintas estaciones en las que iban aprendiendo sobre el tema.

Lo fundamental que se buscaba era generar situaciones de bienestar y lo que se daba básicamente, según cuenta Tesore, era una situación de felicidad. “Muchos decían ‘estoy feliz’”, acota.

Otra sensación dominante era la de la libertad. “A veces la libertad, para una persona con discapacidad, puede ser increíblemente que alguien le dé una cuchilla para que corte pescado; que simplemente le dé un trabajo y lo deje hacer. Como que la sobreprotección a la que muchas veces están sometidos, sobre todo los más jóvenes, lo sienten como una prisión”, explica el rescatista.

El gran tema que se plantea al encarar el trabajo con personas con discapacidad es la accesibilidad.

“Cuando uno entra en el tema de inclusión y discapacidad se da cuenta de que lo que piensa cualquier persona es que lo accesible es una rampa. Es un acceso sí, pero no es un acceso universal. Las personas con discapacidad en su vida se encuentran sorteando obstáculos diariamente, en cada minuto”, señala Tesore.

En el caso de SOS hubo que empezar por adaptar el Centro de Rescate, algo en lo que los ayudó el Centro de Ciegos Tiburcio Cachón.

“Sin mucho presupuesto, porque el que teníamos no era para infraestructura. Entonces tuvimos que adaptarlo a la uruguaya, con sentido común y trayendo a personas con problemas de visión para que nos pudieran orientar”, comenta.

También se apeló a material háptico que permitiera que mediante el tacto las personas ciegas pudieran ir reconociendo, por ejemplo, la morfología de las aves.

El próximo objetivo es integrar una alfombra especial accesible para conectar la rampa que les construyó la Intendencia de Maldonado con el mar y además construir un carro anfibio dado que las sillas de ruedas no pueden entrar al agua. Lo quieren fabricar ellos mismos porque es muy costoso.

Los niños que participaron del proyecto inclusivo desempeñaron todo tipo de tareas, desde cortar pescado y limpiar piscinas hasta alimentar animales y acompañar a los cachorros a bañarse al mar.

“En el tema del relacionamiento con los animales se dieron situaciones muy especiales. Los animales se reconocen básicamente por el olfato y las personas ciegas también usan muchísimo el olfato”, cuenta Tesore como ejemplo.

Para los niños con TEA, que muchas veces llegaban muy tensos, se generaron acciones con los animales teniendo en cuenta que los niños autistas tienen una gran conexión con el agua. “Había chicos que hacían surf, buceaban y terminaban interactuando con los animales en su propio medio”, detalla el rescatista.

También fueron parte de la experiencia niños de contexto social crítico, algunos con historia de violencia familiar.

“Se llegó a dudar de traerlos por su historial de violencia, pero cuando llegaron acá se encontraron en un perfecto relax. Tanto la playa como los animales lograron generar una situación de bienestar”, destaca Tesore en diálogo con el diario El País.

Todo funcionó como una experiencia piloto que comenzó en la primavera de 2021 y se extendió hasta el último día del año. “Filmamos las actividades y la idea a futuro es analizarlas y ver qué se puede mejorar, qué habría que modificar. El objetivo es poder continuar con este proyecto con la Embajada de los Estados Unidos”, anunció sobre la meta para este 2022.