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Los niños, las aplicaciones educativas y la privacidad

En plena pandemia, el uso de estas herramientas aumentó 23% en instituciones educativas en Uruguay.

Niños utilizando una computadora. Foto: Flickr
Niños utilizando una computadora. Foto: Flickr

En 2015, cuando la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), el Plan Ceibal y Google estaban a punto de firmar un acuerdo para utilizar herramientas de la suite de Google Apps for Education (GAFE), el entonces rector de la Universidad de la República, Roberto Markarian y la entonces decana de Ingeniería, María Simon, plantearon temor de los estudiantes pudieran ser “espiados”.

“Vivimos en un mundo donde la privacidad es muy baja, eso es real”, dijo el ex presidente del Ceibal, Miguel Brechner en ese entonces y explicó que si esos mismos niños y adolescentes tenían un celular su “riesgo” aumentaría prácticamente cero.

Una pandemia después, millones de niños de todo el mundo utilizan las aplicaciones de Google (y de otras empresas) para almacenar sus trabajos, entregar sus tareas y comunicarse con sus maestras y profesores. En Uruguay, sin ir más lejos, existían 50.000 usuarios activos dentro de la plataforma y 8.000 de ellos dentro del Plan Ceibal, según le declaró Fernanda Montes de Oca, gerente de ecosistemas de educación para Hispanoamérica de Google a El Observador en un artículo publicado el año pasado. Específicamente en Google Classroom, la aplicación de Google diseñada para que educadores y alumnos gestionen el trabajo en las aulas y se comuniquen entre sí, hay 15 uruguayos que regularmente se conectan para usarla. Entre octubre de 2020 y agosto de 2021, en plena pandemia, el uso de esas herramientas entre las instituciones uruguayas aumentó 23%.

¿A qué viene todo esto? Esta semana la Comisión de Futuros Digitales del Reino Unido (DFC, por sus siglas en inglés), una organización integrada por expertos de varios campos que investiga la innovación digital y su impacto en niños y adolescentes, publicó un estudio en el que releva el impacto de Classroom, así como la aplicación ClassDojo poco conocida en Uruguay. La encuesta relevó la opinión de 1.046 niños de entre 7 y 16 años a lo largo del Reino Unido y los autores del trabajo sostienen que los resultados generaron preocupaciones acerca del manejo de los datos de esos estudiantes y sobre todo acerca de la percepción que existe en ellos sobre estos temas.

Microsoft Teams y Google Classroom fueron las más mencionadas pero también aparecen Zoom, YouTube y Google Maps entre las utilizadas por los estudiantes británicos dentro de sus clases o en tareas asignadas por sus maestros.

Respecto al uso de los datos DFC asegura que los datos que surgen de estas aplicaciones son “ampliamente compartidos con empresas” pero es “prácticamente imposible descubrir que datos son compartidos con cuáles empresas y con qué propósitos”. Los resultados de la encuesta publicada esta semana muestran que los niños generalmente piensan que compartir sus datos es inaceptable y que están especialmente preocupados sobre que se comparta más información sobre ellos como la relacionada con su salud o sus situación económica. Más de 69% de los niños y adolescentes entre 7 y 16 años aseguran que ninguno de estos datos deberían ser compartidos con empresas privadas.

En general entre la paranoia y la integración suele estar el camino para analizar estos fenómenos. Pero leyendo los resultados de esta investigación uno no deja de preguntarse qué piensan los niños uruguayos sobre el uso de sus datos, si saben que esa posibilidad existe o si en sus escuelas existen conversaciones con sus maestros o profesores acerca del uso que la institución a la que asisten y la empresa que provee la tecnología usada hacen de esos datos. Si, como dicen algunos, la pérdida de la privacidad es un resultado de estos tiempos inevitable, tal vez sea más que importante ponerlos en aviso sobre como será su futuro.

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