Dos hermanas impulsan el talento local diseñando piezas de material de desecho

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Cuando comenzó la pandemia en Uruguay, las hermanas Josefina (44 años) y Marieta (43) Espiga estaban empezando un negocio vinculado a la decoración. Dedicada al diseño la primera, y licenciada en marketing la segunda, contaban con la experiencia de tener una madre decoradora.

Pero quien les marcó el rumbo fue un artista local llamado Aristóbulo Real Rodríguez, quien un día se les apareció con una chanchita hecha con el material de una garrafa, buscando oportunidades de trabajo.

“Nos consultó qué nos parecía lo que estaba haciendo con material reciclado, como hobby. Vimos que estaba bueno y que podíamos diseñar un poco a partir de eso”, cuenta Marieta a El País.

Paralelamente una clienta de la consultoría en marketing en que trabajaba Marieta necesitaba productos que fueran sustentables y concretamente estaba buscando un gallo.

“Le preguntamos a Aristóbulo si podía hacerlo y salió un gallo espectacular. Fue ahí que nos decidimos a empezar a trabajar en esto porque realmente era muy interesante. Vimos que acá había un arte, una mano y un talento brutal”, señala la emprendedora, quien en los últimos años se ha especializado en green marketing o marketing sustentable.

Las hermanas empezaron entonces un programa piloto que tuvo un parate en medio de la pandemia para repensar lo que iban a hacer y que finalmente regresó con fuerza en octubre de 2021 bajo el nombre Fauna Deco.

“Nos interesaba, más allá del diseño y la decoración, trabajar sobre temas ambientales. Está bueno comunicar a través del arte valores de sustentabilidad y medio ambiente y demostrar que se pueden hacer cosas lindas cuidando, reutilizando y reciclando, además de generar una fuente de ingreso”, destaca Marieta.

La idea hoy es seguir incorporando artistas que manejen materiales reciclados, por eso están en conversaciones con algunos que trabajan en madera reciclada de árboles caídos o de algunas especies que se consideran invasoras y que sería bueno sacar.

“A veces ellos no se consideran artistas o se consideran artesanos virtuosos o lo hacen como hobby. En general no son personas formadas en bellas artes, pero se nota el carácter que le dan a las obras. Cada una tiene su personalidad según lo que les pedimos y te das cuenta de que le aportan una impronta distinta”, comenta Marieta.

Añade que actualmente están trabajando con artistas de El Pinar y Punta del Este, abiertas a que se sumen más siguiendo su filosofía de trabajo.

“Si bien empezamos de a poco y vamos suave, queremos seguir incorporando artistas que se alineen con nuestros valores. Hay realmente mucho talento en nuestro país y hay un mercado para ellos; a la gente le gusta lo que hacen y se valoriza”, apuntó la decoradora.

Marieta y Josefina diseñan, piden ideas y arman las piezas que quieren tener. Después hay un trabajo de ida y vuelta con el artesano en el que ellas participan ajustando detalles, como por ejemplo controlando que los animales tengan las características correspondientes a su especie.

A veces las piezas llegan muy rústicas y les hacen todo un proceso de oxidación hasta el nivel al que quieren llegar. “Muchas las oxidamos a propósito y después frenamos el proceso con una laca protectora que les da cierto acabado”, explica Marieta.

Algunas piezas las intervienen con pintura, como el caso de un pez globo al que le agregaron mucho color, pero por lo general no lo hacen, prefieren manejarse con lo que les brindan los materiales que reciclan.

“Por ejemplo, usamos mucho las garrafas de helio que se utilizan para inflar globos y que vienen en distintos colores, como rojo, rosado, verde agua, anaranjado… Podemos jugar mucho con los colores. Tratamos de usar materiales que iban a ir a la basura, como una heladera o un calefón”, apunta sobre un proceso que está en plena etapa de experimentación.

Como el objetivo pasa también por dar a conocer nuestra fauna autóctona, algunas piezas, como los teros y las mulitas, van acompañadas de textos descriptivos. O algunas de las fotos que forman parte de su Instagram incluyen información de interés sobre los animales protagonistas.

“Queremos transmitir que a la fauna hay que protegerla y además dar a conocer animales que no son tan comunes, aunque en general representamos animales a los que estamos más acostumbrados, como un caballo criollo o una oveja, aunque no sean autóctonos del Uruguay pero que nos representan como país”, señala la emprendedora.

También incorporan apuntes del tipo “el gallo es símbolo de buena fortuna, abundancia y riqueza”, para luego dar detalles sobre la práctica del Feng Shui.

“Una cosa muy interesante es que el 98% de las ventas se ha realizado a través de fotos. Eso nos llamó la atención”, cuenta Marieta y aclara que no han recibido reclamos por esas transacciones online.

Algunas casas de decoración de Punta del Este, donde vive Marieta, les han solicitado piezas. Pero si hay gente que vive más cerca de Montevideo y las quiere ver personalmente, tiene la posibilidad de hacerlo en la casa de Josefina, que reside en La Tahona.

El sueño de las hermanas es que este talento que hay en Uruguay y con el que ellas trabajan, se siga expandiendo y dando a conocer, incluso fuera de fronteras. Les gustaría llegar a exportar, más allá de que sus piezas ya han viajado a otros países.

“El primer tero que vendimos fue para un uruguayo que vive en Canadá hace años y el segundo para otro uruguayo que vive en Brasil. Otros han comprado piezas para llevar a España de regalo. Hay un interés, por el momento de uruguayos y para uruguayos. Nos encantaría que fuera un regalo típico porque creo que las piezas transmiten valores nuestros, además de la preocupación medio ambiental. Ojalá tengamos esas oportunidades, las vamos a ir a buscar”, promete con entusiasmo.