VIDAS EN JUEGO

Cáncer de mama: Dos mujeres que viven las consecuencias de un diagnóstico tardío

El cáncer de mama triple negativo es un tipo de cáncer que suele ser más agresivo y difícil de tratar.

Cáncer de mama
Foto: Archivo El País.

La primera vez que Gabriela Ojeda sintió un bulto en la mama fue en diciembre de 2020, cuando quedó embarazada. “Tuve varias instancias con médicos en las que consulté, pero me dieron una mirada muy por arriba”, relató. Al año siguiente, luego de dar a luz a su bebé, obtuvo su diagnóstico: cáncer de mama triple negativo. “Si me hubieran mandado en un inicio algo tan simple como una ecografía mamaria, el cáncer no hubiese llegado a una instancia tan avanzada”.

El cuerpo sabe.

En octubre de 2020, Gabriela perdió un embarazo. Luego, en diciembre, quedó embarazada otra vez. Pero el cuerpo le seguía dando señales: “Durante la lactancia, mi hijo nunca se prendió”.

Después del parto consultó con su ginecólogo. “Me dijo: ‘Vení en noviembre y vemos’, y ahí estábamos a mitad de septiembre”, contó Gabriela. Ese día, salió del consultorio y pidió que le dieran hora con otro médico. “Me dieron hora con una ginecóloga mujer y ella me mandó una ecografía urgente, con el ‘urgente’ subrayado”. En noviembre ya estaba empezando la quimioterapia.

“Hay muchas mujeres que llegan a un diagnóstico de cáncer de manera tardía”, sostuvo Gabriela. Conoce al menos siete casos similares al suyo, algunos de ellos tan avanzados que al momento del diagnóstico “ya no tienen posibilidades de tratamiento”. En este sentido, afirmó que “más allá de que exista una campaña para que nosotras nos revisemos, a nivel médico no nos están escuchando”.

Gabriela Ojeda
Gabriela Ojeda.

¿Quedarse tranquila?

Lorena es otra mujer que conoce lo que significa tener un diagnóstico tardío de cáncer de mama. Su nombre en realidad es otro, pero prefirió mantener el anonimato para esta nota. Fue luego de dar a luz a su segundo hijo cuando vio que tenía varios nódulos en los pechos y uno de ellos no se iba. “En una de las primeras consultas después del parto le dije a mi ginecólogo que había un bultito que no se me iba y me dijo que me quedara tranquila, que era de la lactancia”, relató.

Más adelante, cuando su bebé tenía cuatro meses, consultó nuevamente. El ginecólogo le dijo que no era normal que ese bulto siguiera allí y le mandó hacerse una ecografía mamaria. El informe del estudio señalaba que probablemente se tratara de un fibroadenoma, un tumor de carácter benigno. “Mi ginecólogo me dijo que me quedara tranquila, que la mayoría de las mujeres tenían fibroadenomas”.

Pero el bulto no solo no se fue, sino que comenzó a crecer. Un día, cuando su bebé ya tenía nueve meses, Lorena se dio cuenta de que al levantar los brazos su seno se deformaba. Entonces, pidió hora con cualquier ginecólogo que tuviera disponibilidad. “Solamente me miró y ya me dio pase de urgencia al mastólogo”, contó. Y cuando este la atendió, tan solo tuvo que palparla para decirle: ‘Tenemos que conversar’.

“Hicieron entrar a mi compañero y cuando le contaron lloramos los dos. El mastólogo me dijo: ‘Quedate tranquila, que 20 añitos vas a tirar’, una cosa así. Y ahí le dije a mi compañero: ‘Bueno, cuando terminemos de pagar la casa, me muero’”. El diagnóstico lo tuvo en julio del 2019, 10 meses después de haber notado el bulto por primera vez.

Para Gabriela Ojeda, “no todos los profesionales colocan a los pacientes en lugares de sujetos”. Y la objetivización sucede, sobre todo, “cuando somos mujeres y estamos en una situación tan susceptible como lo es el posparto, donde a veces damos con profesionales que no toman en cuenta nuestra mirada ni el conocimiento sobre nuestros cuerpos”. En este sentido, Gabriela resaltó que la perspectiva del paciente no puede ser dejada de lado pues es su vida la que está en juego.

Trabajar en equipo.

Cuando Gabriela Ojeda obtuvo el diagnóstico, “no podía pensar en el futuro más allá de dos o tres días”. Su hija grande le preguntaba por una fiesta que había a fin de mes, y a ella le costaba responderle porque “no podía proyectarme en algo tan sencillo como un evento dentro de dos semanas”.

Recibió apoyo de la Asociación Civil Dame tu Mano y acudió también a sesiones con una psicóloga. “Mi compañero se puso al hombro a la familia y mi suegra nos ayudó mucho también”, subrayó. También hubo un grupo de madres del barrio que se organizaron para llevarle viandas y pasear con su hija.

La experiencia con su oncóloga, Dahiana Amarillo, fue “totalmente contrastante” con lo que vivió antes del diagnóstico: “Me incluyó en todas las decisiones, me dio información acerca de lo que me estaba pasando y nunca me subestimó. Siento que hicimos un equipo y entre las dos sacamos el proceso adelante”.

Según Amarillo, el cáncer de mama triple negativo “es un subtipo de tumor de mama que suele ser mucho más agresivo que los demás y con menores estrategias terapéuticas”. Sin embargo, no es de los más frecuentes: “Estamos hablando de un 10% o 15% de los casos, más o menos”.

Para la doctora, es importante “cortar con la visión de la medicina paternalista convencional”. En este sentido, prefiere ir tomando las decisiones en conjunto con el paciente, “planteando los beneficios de cada una de las conductas las posibles contraindicaciones”.

Gabriela Ojeda
Gabriela Ojeda con su hijo, León.

Promesas que se atrasan.

Era un 17 de octubre cuando Gabriela Ojeda recibió su diagnóstico de cáncer de mama triple negativo. Ese mismo día, como todos los años, se conmemoraba el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama y el ministro de salud pública Daniel Salinas dio una conferencia de prensa en la que anunció que a partir del 2022 el 100% de las mujeres que necesitaran una reconstrucción mamaria recibirían el implante sin costo. No obstante, esto aún no es así.

El presidente de la Sociedad Uruguaya de Mastología, Carlos Acevedo, indicó que “pasó febrero, ya estamos en mayo, y aún no se firmó el decreto que reglamente lo prometido”. En algunos casos el pago es aportado por el Banco de Previsión Social (BPS) por formar parte del catálogo del Plan Integral de Atención a la Salud. Sin embargo, para el resto de las mujeres, “si se necesita una reconstrucción, la paciente se tiene que pagar las prótesis del implante que salen en el orden de los US$ 300 o US$ 400 más o menos”, señaló Acevedo.

Según afirmó Daniel Salinas en la conferencia aquel 17 de octubre de 2020, “para aproximadamente el 50% de las mujeres que recibieron un tratamiento quirúrgico, la prótesis la aportó el BPS”.

Gabriela Ojeda no solo tuvo que pagar la prótesis, sino también un examen genético previo a la cirugía. “A mí me salió US$ 500, pero hay casos en donde es aún más caro”, relató. En efecto, la doctora Dahiana Amarillo explicó que ese estudio se recomienda generalmente para las mujeres menores de 50 años de edad, “pero no están cubiertos por el sistema de salud en nuestro país”.

Cargar con el peso del 'Qué hubiera pasado si'.

Luego de seis sesiones de quimioterapia, el tumor de Lorena se redujo de 6,5 a 3,5 cm. Entonces, la operaron y le quitaron una mama. Sin embargo, pronto se determinó que había nódulos en su pulmón que comenzaban a crecer y tuvo que someterse a otra cirugía. “Hoy en día mi cáncer se cronificó y recibo medicación de por vida”, expresó.

“No estoy enojada con la enfermedad, pero sí con el diagnóstico tardío. A veces pienso que si me hubieran diagnosticado antes tal vez no hubiese desarrollado la metástasis del pulmón y esto ya era cuento”.

Para Lorena, fue muy difícil aceptar que iba a recibir medicación de por vida. “Todos sabemos que vamos a morir, pero en esta enfermedad te das de cara todo el tiempo con la posibilidad de la muerte”.

Su familia estuvo “siempre al firme”, y con su oncóloga tiene “un muy buen vínculo”. Y agregó: “Me sentí fuerte durante todo el proceso, siempre con la convicción de que iba a salir adelante”.

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