QUIMIO CON PELO

Dos amigas y un proyecto para que el pelo no se caiga durante la quimioterapia

Camila y Evangelina son de San José y están al frente de Quimio con pelo Uruguay: fabrican cascos de frío para que el pelo no se caiga durante el tratamiento contra el cáncer. 

Mujer se mira al espejo
Mujer se mira al espejo. Foto: Canva

Evangelina Pírez y Camila Taño se conocieron ayudando. Era 2016, San José estaba pasando por una de las peores inundaciones de su historia y se armó un grupo de voluntarios para ayudar a las personas que más lo necesitaban. En ese momento Camila ya estaba haciéndose quimioterapia pero aún no había perdido el pelo. Evangelina lo supo luego, cuando volvieron a coincidir y Camila se lo contó. Entonces se hicieron amigas y vivieron juntas todo lo que siguió después.

Para Camila, que se enfermó con linfoma de Hodgkin a los 19 años, la amistad de Evangelina fue un alivio.

“Yo intentaba ser autosuficiente y que nadie se metiera y Eva no me dio chance, quiso ayudarme y acompañarme, entonces fue como que descansé, me saqué una mochila bastante grande, algo que me estaba costando hacerlo con mi familia y Eva llegó y logró eso y que me hiciera más abierta a que alguien me estuviera acompañando. Eva era como mi agenda, y eso me ayudó muchísimo a sanar, porque yo no tenía que estar todo el tiempo pensando en qué tenía que hacer, se me iba pasando el tiempo sin que me diera tanto cuenta de lo que pasaba”.

Cuando Camila empezó el tratamiento pensó que serían seis meses y terminaron siendo tres años. Una de las primeras cosas que le preguntó a su médico fue si iba a perder el pelo. Al principio no pasó nada, pero después sí: el cabello se debilitó de a poco, y se cayó y Camila terminó rapándose. No se acostumbró a las pelucas así que usaba un pañuelo. Eso, dice ahora, que tiene 26, estudia psicología y está curada, fue difícil.

Camila y Evangelina, al frente de Quimio con Pelo Uruguay
Camila y Evangelina, al frente de Quimio con Pelo Uruguay

Perder el pelo es una de las primeras cosas que te preguntás cuando te dicen que tenés cáncer. El momento en el que tuve que raparme fue feo. El andar en la calle sin pelo, por ejemplo. Yo no me acostumbré a las pelucas entonces andaba con pañuelo y sos medio el centro de atención en todos los lugares, entonces no tenés privacidad en tu enfermedad. De repente vos no querés ser la persona enferma en el lugar al que vayas. Creo que transitarlo con pelo debe ser más llevadero, incluso para verte en la soledad y que la imagen que te devuelva el espejo no sea tan distinta a lo que vos estabas acostumbrada a ver”.

Un día, después de tres años de tratamiento que incluyeron un autoransplante de médula, mientras estaba en Instagram, Camila vio que alguien compartía la publicación de una página que se llamaba Quimio con pelo Tucumán. Entró, miró y decidió que ella quería hacer eso pero en Uruguay. Entonces le pidió a Evangelina si la ayudaba a crear un logo para hacer una página de Instagram. Le contó que estaba detrás de un proyecto que buscaba que las personas que atravesaban la quimioterapia no perdieran el pelo y su amiga quiso ayudarla.

Detrás de Quimio con pelo en Argentina estaba Paula Estrada. Le escribieron y le contaron de su intención de traer la idea a Uruguay. Ella las informó y las apoyó y así surgió Quimio con pelo Uruguay.

Se trata de un proyecto mediante el cual Camila y Evangelina confeccionan cascos de frío que evitan la pérdida total del pelo durante el tratamiento de quimioterapia.

Armaron las redes -@quimioconpelouy en Instagram- y desde el primer día empezaron a tener consultas. Entonces todo sucedió sobre la marcha: cómo hacer los cascos, qué sistema implementar, cómo hacerlos llegar a las personas.

“Inicialmente estaba en nuestro plan acompañar a las usuarias al tratamiento. Pero era ilógico totalmente. Hoy que el proyecto lleva casi tres años, no podemos hacerlo ni siquiera con las que son de acá de San José, no pensamos que iba a ser tanta la demanda y que iba a ser a diario. Nosotras queríamos que el acompañamiento fuera absoluto, pero no nos dio ni nos da el tiempo”, cuenta Evangelina, que tiene 33 años y trabaja en un estudio contable.

Los cascos son sencillos e imitan una terapia de frío que existe en diversas parte del mundo -y que incluso el Hospital de Clínicas adquirió el año pasado por primera vez en Uruguay-, pero que fueran más accesibles.

Los hacen con geles que pegan en forma de cruz, los amoldan a la forma de la cabeza y los pegan con una cinta adhesiva que sea resistente. “Usamos tres geles en tamaño 2007 y dos más chicos, en tamaño 2005. En Uruguay es importante que sean de la marca Body Care, porque son los únicos que, al ponerlos en el freezer, no se congelan”.

“Con el cuero cabelludo congelado, el folículo piloso del pelo, que es lo que ‘agarra’ cada pelito, se contrae y se cierra, entonces cuando el paciente recibe la medicación de la quimio y llega a esa zona, no entra, el pelo no se debilita tanto y no se cae en su totalidad, porque un poquito siempre se cae”, explican.

Es importante saber algunas cosas. Hay que usarlos desde la primera sesión de quimioterapia hasta la última. Para utilizarlos tienen que estar congelados y hay que ponérselos una hora antes de la sesión, durante el proceso y una hora después. Cada casco dura congelado a una temperatura de aproximadamente menos 19 grados media hora y eso significa que, por hora, se necesitan dos cascos. Por eso, cada persona requiere de un conjunto de cascos acorde a las horas que dure su tratamiento. “Hay gente que usa cinco y hay gente que llega a usar 18. Ese es el límite”.

Todo es absolutamente gratuito y el proyecto funciona con un sistema de rotación: ellas envían el conjunto de cascos a quien lo necesite con la condición de que los hagan circular entre los pacientes que los requieran. Para acceder a ellos solamente piden dos cosas: una autorización del oncólogo y la duración en horas de la quimioterapia.

No saben cuántos llevan confeccionados, pero calculan que alrededor de 500. Financian el proyecto a través de rifas y donaciones y a veces, incluso, de su bolsillo. Toda la información para solicitarlos y colaborar se encuentra en su Instagram (allí están sus teléfonos pero prefieren que la comunicación sea por Whatsapp o por mensaje de texto y no por llamadas).

Camila y Evangelina de Quimio con pelo Uruguay
Camila y Evangelina de Quimio con pelo Uruguay

Desde que empezaron en 2020 y hasta ahora no han frenado ni siquiera un día. Tienen algunas personas que las ayudan en unos pocos departamentos, pero a la mayoría del trabajo lo hacen ellas. Aun así, siguen. Tienen la idea de crear una fundación pero hasta ahora no han podido. Aun así, siguen.

“Esto es un alivio o una felicidad en un momento de vulnerabilidad, porque el tratamiento es feo, la enfermedad es fea, todo lo que pasa en ese momento es feo, y tener algo que te da una cosa de la que agarrarte, algo que te entretiene mientras te pasan la quimio, algo que te da una esperanza. Es un poco eso. Por eso seguimos”.

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