Colo Gianarelli tras ganar "Masterchef": qué piensa de Eunice Castro y el sueño de la casa de té propia

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Diez mil personas siguen la transmisión de Luana en Instagram. Es martes, recién pasaron las 23.00 y en minutos se conocerá al ganador de Masterchef Celebrity. Es la última pausa y el estudio de grabación está repleto de conocidos entre exparticipantes, familiares y el equipo de Canal 10. Nadie se quiere perder la final del programa más visto del año.

La cantante, como Ronnie Arias, Mariale Jaimes y Enrique “Pelado” Peña, capturan el momento con sus celulares. Sara Perrone saca fotos y habla con sus compañeros de Masterchef, mientras otros mandan audios de Whatsapp, y Martín Kesman le da un juego de tazas medidoras al hijo menor de Eduardo “Colo” Gianarelli, que comenzó a llorar. Hay un alboroto enorme en el estudio.

Los únicos que se mantienen en sus lugares son los jurados Sergio Puglia, Ximena Torres y Laurent Lainé; y los finalistas Eunice Castro y “Colo” Gianarelli. Llega el gran momento, vuelve el programa y ahora es en vivo, por lo que la producción pide silencio a todos en el estudio. El pedido se mantiene hasta que Puglia anuncia que Gianarelli es el ganador de la tercera temporada del reality de cocina, y entonces vuelven los gritos, los videos, las fotos y los abrazos.

El conductor de Dale que va y director de parodistas Los Muchachos saluda a los celulares que le ponen en frente, se ríe y sostiene el trofeo que es bien pesado. Luego de la emoción, el saludo afectuoso con su familia, con sus colegas y las muchas selfies y mensajes, Gianarelli habla con El País.

—¿Cómo se baja la ansiedad de esta noche?

—Hay muchas emociones juntas, todas buenas. La parte emotiva ya la pasé cuando filmamos la llegada de mi hermana y al ver entrar a mis hijos. Ahora fue cerrar un ciclo divino de felicidad. Porque ha sido un año divino, y estaba concientizado de que nada de lo que pasara podía afectar eso. Si me tocaba ganar o perder, igual se iba a festejar con la familia. Eso es lo que estoy haciendo, ahora y con la felicidad de tener el trofeo. Así que lo termino con una felicidad tremenda y mañana (por ayer miércoles) voy a trabajar. A las 7.40 llego al colegio y voy a llevar el trofeo para hacer un poco de bulla.

—Imagino que el festejo continúa el sábado en Dale que va.

—Sí, el sábado va a ser todo felicidad. Los productores, Oscar y Jorge son dos padres que me ha dado esta profesión, y cuando me propusieron estar en el programa lo hablé mucho con ellos. Uno de ellos tenía dudas, y le dije: “Lo voy a ganar”. Así que el sábado le llevo el trofeo. Es que soy competitivo y sabía que si me metía en Masterchef iba a darlo todo. Así que estoy feliz, y es increíble lo querido que uno se siente acá adentro.

—Cuando entraron los exparticipantes, el estudio se volvió una fiesta. ¿Fue así toda la temporada?

—Lo que se vio en el vivo es lo que se vivió en todas las grabaciones. Entonces, es lindo venir a cocinar, a trabajar, porque eran jornadas extensísimas y venir con la felicidad de que cuando se terminara ibas a estar feliz de la vida. Y me gustaría remarcar que esto demuestra que se puede hacer televisión de calidad en el Uruguay, hay programas que le ponen mucho amor. Algunos con más presupuesto y otros con menos, pero se puede hacer buena televisión, y hay artistas buenos. Me quedo con eso, con mucha alegría y el agradecimiento.

—¿Tuvieron alguna ayuda?

—Estoy agradecido con la gente del Crandon, son cocineros que te apoyan en esos minutos para consultar dudas que hacen que uno pueda entrar con seguridad. Igual, después tenés el tiempo de la consigna y no te toca el plato ni Mengueche, sos vos contra el reloj. Pero ellos son un apoyo importante.

—Ganaste varias pruebas, tuviste el mejor plato varias veces y el “¡Aleluya!” de Puglia. ¿Estabas confiado para la final?

—Eunice era una rival muy dura. Le pasó de todo, pero era la rival que no quería tener porque sentía que éramos distintos, que teníamos fortalezas distintas y a la muestra está que en el plato principal ella me ganó, y que el postre yo le gané. Entonces sentía que tenía que ir a lugares donde no estaba muy seguro. Parece que el postre pudo más que el plato principal, y el orden también, creo. Yo disfruté mucho esa hora y media de cocina, y los últimos 30 minutos fueron de estrés total, pero contento. Fue una final difícil y no me veía ganador porque la veía muy potente a Eunice. Yo quiero ganar todo, a veces no se puede, y a veces la oposición es más grande que el mérito de uno, pero cuando escuché en familia las cosas que le habían pasado a Eunice, ahí empecé a tomar coraje y a pensar: “Puedo ganarle”. Y cuando dijeron “Colo” fue como cuando en la Embajada de Italia, una felicidad tremenda.

—Con el impulso de este premio, ¿te dieron ganas de poner un local gastronómico?

—Sí, no para un restaurante pero sí para una casa de té. Es un proyecto que tenemos con mi hermana porque ella es una grosa mal que trabaja en la pastelería como un hobby, porque tiene su trabajo, y hace tiempo la vengo jorobando para poner una casa de té. Esto es un impulso más, el que me haya ido bien en la pastelería -yo no voy a cocinar en la casa de té, quédese tranquila señora, van a cocinar otras personas, no yo- pero sí tenemos ganas de abrir Colorín Colorado. Así que estamos felices y puede ser que se venga Colorín Colorado, porque este cuento recién ha empezado.