RESEÑA

"Lluvia constante": tensión y vanguardia en una joya teatral que ya agotó 16 funciones

Dirigida por Santiago Ventura y protagonizada por Carlos Rompani y Gastón Torello, la obra sigue en El Galpón y es uno de los mejores títulos en cartel hoy.

Carlos Rompani y Gastón Torello en "Lluvia constante". Foto: Instagram @lluvia_constante_uruguay
Rompani y Torello en "Lluvia constante". Foto: Instagram @lluvia_constante_uruguay

Le caben varios títulos: es un fenómeno, sí; una joya escondida, puede ser; y un poco un secreto a voces. Es también un policial, un drama, por momentos algo parecido a la comedia negra. Es teatro pero se funde, se confunde con el cine. Y es buena. Sobre todo, es buena: a Lluvia constante le cabe eso y le cabe más.

La obra, una de las más particulares del cartel montevideano de este año, está dirigida por Santiago Ventura, el hombre detrás de la lograda película distópica Ojos grises, disponible en Amazon Prime Video. Y ese es apenas uno de los puentes que transita la puesta en escena con el mundo cinematográfico, audiovisual.

Ese componente, la entrega de sus actores y el dispositivo escénico son, en su combinación, los elementos que la convirtieron en uno de los títulos más fuertes de hoy. Lo comprueban los números: lleva 16 funciones con entradas agotadas y aunque había cerrado, después de varios amagues, su temporada, volvió a agregar más días a la agenda.

Así, a Lluvia constante se la puede ver hoy y mañana en la Sala Cero del Teatro El Galpón, donde repetirá los siguientes jueves y viernes de julio. Va a las 21.00 y hay entradas en Tickantel.

Escrita por Keith Huff, la obra cuenta un episodio en la vida de dos policías jóvenes, amigos de toda la vida y con formas diferentes de pararse frente al trabajo, los afectos y la vida misma. El relato, atravesado por la lluvia que no para de caer, por la figura de una mujer y por el filo de lo prohibido, tiene dos miradas distintas y está además la de la cámara que filma en vivo, la tercera protagonista de lo que el público puede ver.

Es un texto poderoso y de relevancia mundial: con él debutaron en Broadway los actores Hugh Jackman y Daniel Craig, y en su momento Steven Spielberg quiso llevarla al cine con esa dupla; el proyecto no avanzó.

Acá la entrega la hacen Carlos Rompani y Gastón Torello, con un sacrificio emocional y físico de esos que incomodan y envuelven por igual.

Rompani ofrece a lo largo de la obra una violenta elegancia, a medida que su cuerpo largo y huesudo recorre los distintos registros que su personaje le demanda sin cesar. Torello, en tanto, sostiene con la voz, la mirada y el gesto el crecimiento de la intensidad de su papel, que implica una caída libre cargada de emotividad y de una fatalidad latente. El ida y vuelta se desarrolla en un terreno de penumbra, de agresividad pero también de una ternura que suaviza los matices más ásperos de la historia.

Todo lo que no hace a la actuación —la cámara, los objetos, las luces, los sonidos, la propia lluvia— interviene en momentos precisos. Es una puesta exigente desde lo humano y los actores sortean el desafío con creces y el mérito de Ventura, que con Ojos grises y esta puesta confirma que la suya es una mirada que a seguir de cerca. El camino de Lluvia constante también.

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