Entrevista a Maxi de la  Cruz

“Improviso, pero no me mando al agua”

El actor uruguayo que triunfa en Buenos Aires estrenó en Teatro Movie la comedia En la cama

Maxi de la Cruz
Maxi de la Cruz, con nuevo personaje. Foto: Ariel Colmegna

Es de los actores uruguayos más exitosos de Buenos Aires, y su carrera parece ir subiendo y subiendo. Luego de hacerse popular de la mano de Aníbal Pachano y después de Flavio Mendoza, cada vez va teniendo un peso específico más personal. Sin embargo, sigue apostando a Uruguay, porque sabe que de este lado del río tiene mucho público, que lo conoce desde antes. Maxi de la Cruz es un gran comediante, un humorista nato, notable improvisador, y ahora está los martes a las 20.30 en Teatro Movie con En la cama, comedia escrita y dirigida por José María Muscari, en la que interpreta a un joven con conflictos de pareja.

-Te siguen asignando roles de joven, ¿no?

-Todavía sí, ¡pará! Tengo 42 años, pero soy joven. Me siento todavía como cuando tenía 20 años. Capaz que mi personaje de En la cama no tiene 42, pero está ahí; quizás tiene un poco menos, 36.

-¿Cómo reaccionaste cuando te propusieron el papel?

-No fue un sí enseguida. Porque es una comedia, pero no de humor cien por ciento, como lo que venía haciendo yo. Y leí la obra, y no entendí nada. Pero por esas casualidades de la vida, yo estaba haciendo teatro en Buenos Aires con Walter Quiroz, que protagonizó En la cama, cuando la obra se hizo por primera vez. Y le pregunté a Quiroz, y me dijo que la hiciera, que era una obra hermosa. Luego Muscari me fue explicando mejor cómo era la idea, porque si bien es una comedia, transita como un drama también. Y para mí está muy bueno, me permite navegar por otros lados.

-También vos improvisás muy bien.

-Me gusta. Improviso, pero no me mando al agua. Es una herramienta que sirve en determinadas circunstancias. En Stravaganza pasó varias veces que un motor de la escenografía se trababa, había que resetear la computadora, se cerraba el telón, y me decían que saliera a escena. Y ahí, saber improvisar te sirve. Más allá de esos casos, me gusta improvisar, pero dentro de la estructura del espectáculo, sabiendo dónde arrancás y dónde terminás. Y en ese paréntesis capaz que te puedo volver loco, pero luego siempre sabiendo volver. Y no caer nunca en eso que parece improvisado, pero se nota que se repite función a función: porque se nota que es armado.

-También es bravo cuando son varios comediantes buenos…

-Sí, me pasó en Como el culo, y ahora con Chorros, comedias en las que somos todos comediantes. Ahí es un peligro, es una bomba de tiempo. Por eso muchas veces nos advertimos entre nosotros de no dejarnos llevar, porque empieza a improvisar uno, se suma el otro, y no parás más. Y puede ser contraproducente. Porque al comediante le pasa eso: la gente se rio, y vas por otra, y otra. Y eso hay que saber frenarlo.

En la cama
En la cama, la nueva obra de Maxi de la Cruz, junto a Adriana Da Silva. Foto: Difusión

-¿Cómo viviste eso de trabajar en dos ciudades, sobre todo al principio?

-Mirá, una vez me presenté a un casting para trabajar junto a Roberto Pettinato. Fue lo primero que hice en televisión en Buenos Aires, trabajé como un año con él. Me presenté al casting, mandé material en diciembre, y me vine para acá, de vacaciones. Y estaba en Punta del Este, en la playa, creo que era el 1° o el 2 de enero, y me llaman por teléfono, los del casting. Y me preguntan si al otro día podía presentarme. Yo nunca les dije que no estaba en Argentina. Yo siempre tuve esa cabeza: si quiero laburar en Argentina, no tiene que ser un problema que esté mucho en Uruguay. Si yo decía que iba y venía de un país a otro, sabía que me jugaría en contra. Incluso al principio, cuando no vivía allá, siempre decía que vivía allá. Así que de la playa me fui a sacar pasaje, y nunca se enteraron que yo no estaba en Buenos Aires. No tenían por qué enterarse. Siempre sentí que era contraproducente si estabas un poco en los dos países.

-¿Y cómo fue trabajar junto a Pettinato?

-Sí, fue una experiencia muy buena, porque es un tipo que está loco, tiene una cabeza muy rápida, es muy intuitivo. Cuando grabábamos, yo hacía alguna media locura que yo hago cada tanto, y él me pedía que lo hiciera así siempre. Y para mí era una boludez del momento. Pero después, hablando con los productores, les preguntamos cómo fue que nos eligieron a nosotros. Y uno me dijo que no se acordaba, que habían visto a todos, y al final estaban podridos y eligieron a los últimos de todos. O que al revés, fuimos los primeros y les embolaba ver todo. Por eso creo que no hay que creerse bueno por quedar en un casting, ni malo por quedar afuera.

-¿Cómo era para vos, de chico, ser el hijo de Cacho de la Cruz?

-Raro, pero fue algo que lo entendí bastante pronto, todo ese código del laburo de mi viejo. Y lo entendí rápido porque me gustó. Al principio me llamaba la atención, pero luego ya lo veía con otros ojos. Con ojos de aprender. A mi padre yo lo veía como papá, pero también como el artista que es. Y aprendí un montón de él, y hasta hoy seguimos charlando de lo que yo hago. No en vano hoy tengo movimientos en el escenario, que en Buenos Aires, gente que lo vio actuar a papá, me dicen que me muevo igual que él.

-¿Te parece que tu padre merecía tener una salida más por lo alto de la televisión?

-Para el artista es difícil el momento de decir que no va a hacer nada más. Para él debe de haber sido difícil: nunca lo charlé con él. Pero siempre escucho que cuando le preguntan si volvería a la tele, él contesta que prefiere que la gente se haya quedado con las ganas de que vuelva, a que lo estén viendo en televisión y digan: “¿este boludo por qué no se va a la casa?”. Y eso es muy inteligente: hay que tener la cabeza fría como para darse cuenta de eso. En eso él también fue muy intuitivo. Mi viejo fue un intuitivo toda la vida: nunca tuvo alguien al lado, como me pasó a mí, que lo tuve a él para que me guiara. Todos los de su generación fueron intuitivos. Pero no veo que haya terminado mal en la tele. Para él, fue como un desgaste natural. Y hoy en día va a muchos programas de homenajes, y me gusta que eso lo pueda vivir en vida. Y yo también poder vivir eso.

-Y tu hija Candelaria sigue la tradición familiar.

-Sí, mi hija también está en este mundo de la actuación, ella quiere ser actriz y ellos hablan mucho. Ella tiene un vínculo con el abuelo reinteresante. Pero recién ahora eso se está dando. Porque de más chica, ella tenía eso de ser la nieta y punto. Pero el otro día ella me contó que el abuelo le había mostrado las Telecachadas. Y ella se quedó sorprendida, le encantó, le pareció buenísimo. Y eso ella lo descubrió sola con él, charlando entre ellos.

-¿Sentís que su opinión pesó cuando decidiste irte a vivir a Buenos Aires?

-Sí, de hecho fue él quien me empujó a irme. Una vez le conté que tenía ese proyecto, y me dijo: “Dale, hacelo ya”. Y me animé empujado por él. Y ahora siempre viaja a verme actuar, y luego vamos a comer. Para él también es revivir un poco su juventud, o la edad que tengo yo ahora. Quizá en muchas cosas que me pasan hoy a mí él se sienta identificado. Y el recuerdo de la gente con mi padre es constante: cuando en Instagram yo subo una foto con él, siempre es lo más visto de mi cuenta. Y siempre con comentarios espectaculares. Para mí es un orgullo que lo quieran.

clave

Una comedia que rompe con la cuarta pared

“Esta es una comedia como muy moderna, que juega mucho con el público, rompe mucho la cuarta pared, y el actor tiene que salir de la escena que está haciendo, y hablar al público, pero no desde el personaje, sino como que el actor lo está viendo todo desde afuera”, detalla De la Cruz En la cama, donde comparte escenario con Adriana Da Silva, Coco Echagüe y Luciana Acuña.

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