ENTREVISTA

Danna Liberman estrena su obra más especial y habla del humor, del dolor y "Masterchef"

La actriz llega a la Sala Balzo con "Hanami", un unipersonal con el que homenajea la memoria de su hijo Uriel. Antes charló con El País

Danna Liberman. Foto: Francisco Flores
Danna Liberman. Foto: Francisco Flores

Danna Liberman no sabía, salvo por la experiencia de una obra infantil que recuerda con una risa sonora, que con sus dos dedos índices y un montón de ideas podía escribir una historia. Entonces murió su hijo Uriel, y entre lo mucho que tuvo a mano para hacerle frente al dolor ella, que es maestra y licenciada en Psicopedagogía pero que sobre todo es actriz, tuvo la palabra. Y con esa palabra hizo Hanami.

Hanami, que significa “el placer de contemplar las flores” y que acá lleva por subtítulo “La belleza de la existencia”, es el unipersonal que escribió, protagoniza y estrena hoy en la Sala Balzo del Auditorio del Sodre. Dirigen Jimena Márquez, en cuyo taller de dramaturgia empezó a tomar forma Hanami, y Luz Viera; va hasta el domingo con entradas agotadas, y si alguien se pregunta si es una obra para llorar o reír, debe saber que acá encontrará de todo. Existir también es eso.

Libermann, que entre otras cosas es clown y miembro fundadora de Impronta Teatro, estrena su trabajo más personal y sensible justo cuando el público la puede ver, en televisión y en otra faceta, como integrante de MasterChef Celebrity Uruguay en Canal 10. Sobre eso, este es un extracto de la entrevista que tuvo con El País.

Hanami es algo que hacés para vos o para compartir con el resto, pensando en lo que puede generar?

—¿Honestamente? Para todo. Para honrar a Uriel, número uno, y ahí en el homenaje hay una necesidad personal y familiar de que todo lo que aprendimos con su pasaje en la Tierra siga latiendo: estar en el presente, mirar con amabilidad, abrazar la incertidumbre, eso nos lo recordamos todo el tiempo con mi familia. Lo que me pasa después es que me parece algo tan potente que, como yo soy actriz, me empieza a salir esto de compartir la historia y me encanta que rebote en otras personas y que les pasen cosas. Ojalá que sea como transformador en positivo. Después yo no soy responsable de lo que le pasa a cada uno (se ríe), porque al teatro o al arte en general no le podés poner la carga de que tenés que sanar, tenés que curar, tenés que transformar. El arte es, el teatro es. Y cuando usamos el arte como herramienta, nos pasan cosas.

"Al arte no le podés poner la carga de que tenés que sanar, tenés que curar, tenés que transformar. El arte es"

Danna Liberman

—Imagino que habrá sido un proceso de mucho aprendizaje a nivel personal. A nivel artístico o creativo, ¿qué te ha dejado Hanami?

—Ah, está haciendo una locura. Ahora me vino una cosa de Julia Cameron, la de (el libro) El camino del artista; ella dice que hay que correrse del medio y que cuando te corrés del medio, sucede, como si el arte fuese la existencia de lo divino, como si fuésemos canales de lo divino. Y me parece que todo fue sucediendo. Fue un aprendizaje de entregarme al proceso, de elegir personas en las que pueda confiar. Estoy haciendo algo de lo que tengo mucho convencimiento, pero es un salto al vacío gigante. Es un desnudo de alma; estoy muy vulnerable ahí, pero ese lugar de vulnerabilidad lo elijo como el lugar de mayor potencia que podemos tener en escena. Estar en mí, honesta, en el encuentro con el público.

—¿Qué es la escena para vos?

—Mi casa. Hay una cosa que me encanta hacer cuando llego a un escenario: me acuesto, miro las estrellas, que son los focos, y me siento donde tengo que estar. En la pandemia actué pila por Zoom, y en algunos momentos me veía en un rincón marchitándome. Me faltaba la escena, un lugar muy nutritivo. Y aparte es un lugar vivo porque viene la gente, y a mí me parece increíble que la gente venga. Entonces el escenario también es un lugar de encuentro con extraños y extrañas, que nunca más va a volver a ser así. Entonces es también una oda al presente, y la obra es re una oda a la vida.

—Hace poco Manuela Da Silveira, tu colega y amiga, decía a El País: “Me gustaría permitirme no tener que hacer reír permanentemente”. ¿Has pasado por esa sensación del humor como algo que puede aprisionar?

—Lo que me pasó es que yo venía con el humor como bandera, y me encanta, no es que ahora lo solté. Mi mejor amigo es el humor, me encanta y lo incluyo, me salva. Pero si en este momento de mi vida solo estaba del lado del humor, me faltaba el respeto a mí misma, y las personas lo tienen que entender. Si algún día tengo una cara que no es mi cara sonriente habitual, tengo ese derecho como todos y todas tenemos. Como que estamos muy acostumbrados a que las personas son solo una cosa, y no es así: te perdés de todos tus otros colores. Entonces no lo siento como una prisión, lo siento como una ampliación de mi persona; soy multicolor ahora (se ríe). Igual en la comedia está lo otro.

Danna Liberman en "Hanami". Foto: Difusión
Danna Liberman en "Hanami". Foto: Difusión

—¿Duele transitar el humor?

—El humor puede ser muy doloroso. Te estás riendo de algo súperliviano y si mirás bien, si mirás ahí, hacés acercamiento, acercamiento, acercamiento, y en la pupila o donde sea va a estar alojada la tristeza. Ahí está. Porque si no, uno la está careteando en ese momento; vos no dejás media Danna en tu casa para ir a hacer reír.

—Esta cuestión tan íntima que está puesta en Hanami te agarra justo en Masterchef Celebrity Uruguay, donde la gente te ve jugando en un punto, porque estás en un show. ¿Qué encontraste en ese lugar?

—Lo dijiste vos, es un juego. Para mí toda la vida es un juego, y cuando te das cuenta querés saber cómo se juega y cuál es la regla. Para mí Masterchef es un desafío gigante porque tenés una cámara ahí, hay fuego, hay cuchillos y hay tiempo. ¡Y yo soy re lenta! ¡Mi animal de poder es la tortuga! (Se ríe) Pero es divertido. Me lo tomo como una oportunidad, como un juego y, como todo en la vida, mientras esté acá estoy acá.

—¿Te gusta la televisión como formato? ¿Te asusta?

—No, no me asusta. Me divierten creo que todos los formatos. En todos los ámbitos lo importante es la gente, y justo en ese programa la gente es divina, el equipo de producción es divino, todos son muy humanos, entonces tenés una ganancia. ¿Trabajaría en la tele? Re. ¿Trabajaría en la radio? Re. Pero si hay un equipo que te acompaña, con el que comulgás, que te representa. Y también está bueno que el formato en el que estés te represente. Hanami es un claro ejemplo, me representa cien por ciento. Entonces lo que me gustaría es que el proyecto me represente. Me parece que podés llegar a pila de gente con los medios masivos, y es una oportunidad de dejar mi voz.

—Si todo es juego y Hanami se pudiera jugar con tus reglas, ¿que es lo que te gustaría que pasara?

—Me encantaría que cuando termine la obra prendieran el teléfono y llamaran a alguien a quien no llaman hace tiempo para decirle “Gracias”, o decirle “Te quiero”, o que si está dentro de sus posibilidades se vayan a algún lado de viaje, a la playa a mojar los pies. Que dé ganas de vivir, ganas de estar acá y también que abracen todas sus partes. Yo no creo que haya que vivir atada al pasado, porque si no te quedas en el sufrimiento, pero sí hay que honrar lo que sos y lo que fuiste, para poder ser. Entonces quiero que esa noche, antes de lavarse los dientes, por un instante se miren a los ojos en el espejo y se hagan una mini sonrisa de reconocimiento, de: “Esto soy, con todas mis partes”.

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