Los 30, la crisis y la libertad: se estrena "El fin del amor" y Lali, Tenenbaum y Halvorsen hablan de eso

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Es una bomba de tiempo. Tamara está ahí, frente al espejo; se limpia el maquillaje en movimientos cansados, se mira seria, se saca los restos de una noche de bar y se acuesta a centímetros del cuerpo dormido de su novio, y todo en esa coreografía es una señal de la separación inminente. Hay algo, ahí, que se rompió: ahora queda verlo y queda, sobre todo, entenderlo. ¿Qué pasa? ¿Qué es lo que está pasando?

El fin del amor, la serie que protagoniza Lali Espósito y se estrena hoy en Amazon Prime Video, tiene un final literal —el de un vínculo pero también el de una etapa, un momento—, pero también tiene un engaño. En esta historia, basada en el ensayo best seller de la periodista, filósofa y escritora millennial Tamara Tenenbaum, el principal protagonista es el comienzo.

Eso trasciende la ficción y la pantalla. El fin del amor, la serie, supone la primera adaptación audiovisual de una obra de Tenembaum; el debut de Lali en el rol de productora; y un cambio rotundo en la carrera de la guionista Erika Halvorsen: esta es la primera vez que toma el control absoluto de una idea propia.

“Si bien ya venía contando las historias que quería contar, ideas originales mías, mi rol terminaba en eso, en la idea y la escritura de los guiones, pero entregaba y no tenía participación, incidencia ni decisión”, explica Halvorsen a El País. “Esta es la primera vez que decidí no dársela a nadie y tener el control artístico, porque eso nos iba a garantizar que no se malograra ni lastimara la esencia, lo que queríamos contar”.

Halvorsen es la clave del engranaje. La autora de El hilo rojo, que escribió tiras como Amanda O (la de Natalia Oreiro) y Pequeña Victoria, fue la que llamó a Lali y le dijo que leyera el ensayo de Tenenbaum, que había que hacer algo con eso. Lali leyó, disciplinada, y del encuentro de las tres nació esto que implicó, más que cualquier otra cosa, poner el cuerpo. “Nos tocó ir a vender la serie, pasar al otro lado del mostrador”, resume la showrunner.

Lali, cantante y actriz, jurado de La Voz y ahora una suerte de consejera de vida en el programa más visto de la televisión española (El hormiguero), llevaba mucho tiempo “flasheando”, dice, con un proyecto que la llevara a dar un salto como este. “Pero nunca imaginé que sería tan ideal como es El fin del amor para mí”, confiesa a El País.

La serie, de 10 capítulos de alrededor de media hora, es una traducción en tono ficcional de un ensayo de Tenenbaum que, con el subtítulo “Querer y coger en el siglo XXI”, explora el mundo sexoafectivo del comienzo de la adultez en estos tiempos, y reflexiona sobre el amor romántico como un posible paradigma obsoleto.

En El fin del amor, Lali interpreta a Tamara, una muchacha criada en una comunidad judía ortodoxa, alejada de su cultura y sus orígenes, y en un momento vital donde todo lo que la rodea es asunto de crisis.

Una cosa que discutimos mucho fue cómo hacer entrar la textura del ensayo a la serie sin que quedara metida por la ventana”, explica Tenenbaum, que ofició de creadora y guionista con Halvorsen. “Y en el fondo, esa voz ensayística terminó dispersa en muchísimos registros, y eso fue lo que más nos funcionó”. Fue, dice la autora, uno de los mayores desafíos de este proceso.

Y también hicimos el ejercicio de pensar como si el libro de Tamara fuera el resultado de la temporada”, apunta Halvorsen. “La serie es un poco el trabajo de campo de un personaje que todo el tiempo está trabajando en la construcción de una voz propia”.

En cuanto a su propia búsqueda a la hora de construir un personaje con referencia en la vida real, Lali admite que tuvo que entender que este no era un camino de imitación, sino de composición. No hizo, a nivel explícito, mucho más que cambiarse el color de pelo —“hay algo de la rebeldía de teñirse, para alguien que viene de la cultura ortodoxa judía, que es muy significativo”, dice—. El resto fue el desarrollo de una personalidad ambigua, que atrae y que irrita, que arrolla con su empoderamiento y está a punto de romperse, todo a la misma vez.

“Me di mucha más libertad como actriz, sin mirar tanto cómo es la Tamara de la vida real, que está ahí, que es la serie”, dice Lali.

El mérito es evidente. Ni la omnipresencia de Lali en la cultura pop de hoy ni la potencia de la voz de Tamara Tenenbaum opacan al personaje de ficción, uno de esos que —como en Fleabag, como en La peor persona del mundo— genera una fascinación importante, erotizada por la banda sonora que va del “Corashe” de Nathy Peluso a la elocuente Barbi Recanati.

Es, para el objetivo de las creadoras, una buena señal. “Espero que la disfruten, que se la devoren”, dice Tenenbaum sobre lo que le augura a esta, su propia historia. “Que no se la olviden”, añade Halvorsen, y sonríe.

Porque El fin del amor es, también, un compromiso, una acción. “El vínculo es directo, es total”, dice Lali. “Hay algo de todo esto que me pegó directamente como mujer. Yo venía teniendo esa búsqueda: la tengo en la música, tengo la intención de hablar de otras cosas, tengo la intención total de que se deje de subestimar cuando una mujer habla de su sexualidad y solo parece una provocación al hombre y no algo de búsqueda personal”, cuenta a El País.

“Ya me estaba pasando todo eso en mi vida, y lo que me pasó con El fin del amor es que va de la mano con mi propio camino actual, pero no solo artístico. Yo creo esto que decimos en la serie, yo veo esto, yo siento esto, y me parecía ultranecesario por todas las personas de mi generación, por todos los millennials, hacer una serie que hable un poco de la vida, ¡loco! Está buenísimo el Instagram, pero esta vida que me muestra, que aparentemente hay que tener todo eso para ser feliz, ni idea. Cumplí 30, no me casé, ¿esto está bien?, ¿está mal?, ¿qué es todo esto que me está pasando? Bueno, que exista la pieza que abrace un poco todas esas cuestiones, esas contradicciones, esas preguntas. Porque para mí es muy importante. Porque me hago las mismas preguntas. Por eso estamos acá”.