ENTREVISTA EXCLUSIVA

Susana Giménez con El País: "No hay que permitirse sufrir por boludeces"

La actriz y conductora estrena "Piel de Judas" en Enjoy Punta del Este, y antes habló con El País de todo: el amor de la gente, su vida, los medios y la muerte.

Susana Giménez. Foto: Gentileza Susana Giménez
Susana Giménez. Foto: Gentileza Susana Giménez

Podría decir que su pelo no es amarillo ni platinado, ni rubio ni albino, y es más como la luz natural, como un pétalo, la cara interna de un limón. Podría decir que sus manos son finas, sus ojos de líneas negras y que la risa, honesta y gruesa, corta las frases como rompen las olas a un mar distante. Podría, si hubiera estado sentada a un metro de ella, hablar de su altura, sus colores, su piel. Podría y, sin embargo, soy un punto rojo que anota estas ideas y cruza el viento de Punta del Este hacia un encuentro que no va a ser. Susana Giménez, lo supe hace 45 minutos, no me podrá recibir.

Lo más cerca que estaré de ella será la gigantografía sonriente y dorada afuera del Enjoy Punta del Este, donde pronto hará Piel de Judas. Será el ploteado de la entrada principal, la marquesina, y esta escenografía que deslumbra con decoración francesa y detallismo inédito, y que pronto habitará junto a Antonio Grimau, Julieta Nair Calvo, David Masajnik, Patricia Álvarez y Sebastián Slepovich. Será el video que, camino al sillón que acogerá una hora de llamada, me guiará en el ascensor.

Porque Susana Giménez —la diva, la conductora, la actriz— estrenará en Punta del Este, y nada en el Enjoy le es ajeno a tal acontecimiento.

El jueves 14, Piel de Judas, la comedia francesa que hizo con éxito arrollador en 2015 en Buenos Aires, tendrá un preestreno exclusivo para 400 socios de Club El País; el resto de los socios gozará de un beneficio de 2x1 en la temporada.

El estreno oficial será el viernes 15 y, desde entonces, la obra tendrá 10 funciones, varias con entradas agotadas. La venta continúa en Suticket.com, la puesta se podría extender hasta octubre y, por estas horas, Susana confesará estar “muerta de nervios”.

Podría decir otra cosa. Que esperaba con ansias el regreso, que no haber actuado en Uruguay le quitaba el sueño, que añoraba ese calor del público en vivo. Sin embargo, cuando atiende la llamada, Susana Giménez dice lo contrario: que no pensaba volver al teatro y que a Gustavo Yankelevich, cuando le insistió con esa idea del retorno a las tablas, le contestó así: “Por favor, Gustavo, ¡dejame de joder!”.

Pero Yankelevich, reconoce, la puede. Han trabajado juntos por años, nunca la defraudó y hace todo como a ella le gusta: muy bien. Y un día, mientras Susana descartaba comedias que no la estimulaban, el productor le soltó: “¿Y por qué no hacemos Piel de Judas, si tanto te matabas de risa?”.

Así empezó todo.

Susana Giménez y el elenco de "Piel de Judas". Foto: Instagram @gimenezsuok
Susana Giménez y el elenco de "Piel de Judas". Foto: Instagram @gimenezsuok

“Pero no tenía ganas de volver, te digo la verdad. ¡Ahora estoy entusiasmadísima! La parte linda es que la gente se ría, se ponga alegre, le guste... Sobre todo que se ría: me parece que la risa es buena, te genera endorfinas, es curativa, sanadora. Te hace feliz”.

—Y tu carrera estuvo siempre marcada por eso: por la misión de hacer reír.

—Siempre, y es lo que me agradecen por la calle. ¡Siempre me dicen lo mismo! Me impresiona eso, es maravilloso. Entrar a la casa de la gente así, y que te esperen todos los días, es mágico. Hay una comunicación muy grande entre la gente y yo.

—Y antes de entrar en las casas, ¿qué era la risa en tu niñez y adolescencia?

—Yo siempre fui así. Soy risueña, de buen humor eterno, me encanta divertirme, odio los conflictos. Me gusta estar bien, ¿viste? Siempre fui así.

cariño

"La gente en la calle me dice cosas que emocionan"

Hace apenas 24 horas Susana me iba a recibir en La Mary, la chacra en la que se instaló en 2020 para no irse más. Entonces yo iba a escribir, quizás, que el patio era amplio y verde, los almohadones abundantes y esponjosos, y los perros de un tono cobre y dorado, el mismo tono del que una se imagina su mundo.

Sin embargo, estoy sentada frente al ventanal de un piso 9, miro la ciudad que hace un rato era celeste y ahora tiene la paleta del atardecer, y hablo por teléfono con quien, a unos kilómetros de distancia, hace de la cama su centro de operaciones, y de su perra Rita su mejor compañía.

Ese jueves, la diva había despertado con un ligero malestar de garganta y había suspendido todos sus compromisos —este encuentro incluido— para llegar al día siguiente en óptimas condiciones, lista para retomar los ensayos y toda su agenda. Porque además de la obra, a Susana se le vendrán días intensos.

Hoy se estrenará en Paramount+ el especial que grabó junto al cantante colombiano Sebastián Yatra; a fin de mes viajará a México para filmar, en seis días, seis programas para un proyecto de Amazon; y de aquí a fin de año deberá concretar otros especiales para su acuerdo con Viacom. En 2023 estaría al frente de un nuevo formato televisivo.

“¡Será posible! Yo que estoy tan tranquila acá en el campo, con mis perros, el lago, los patos, los libros, se me vino una marabunta encima... Pero es bueno. Me estaba acostumbrando a estar siempre acá, relajada, leyendo, haciendo asados”.

—¿Pasándola bien?

—Pasándola bien. Estoy muy feliz acá. Muy feliz. Pero la gente en la calle me dice cosas que me emocionan. Yo trato de ir siempre con barbijo, el cuello levantado, con colita de caballo, pero se dan vuelta en cuanto me escuchan la voz. Y eso es muy lindo.

—¿Y en qué contextos salís a la calle y te cruzás gente?

—Ah, yo voy a todos lados. Voy a la farmacia, voy a un súper de esos divinos, a la librería, voy a hacer todo. No te digo que muchas veces, pero sí. A cualquier lado, a comprar un cable para un teléfono, cualquier cosa. Y siempre la gente es muy cariñosa, pero muy. Yo estoy muy agradecida.

—Ahora te instalaste en Punta del Este, pero tenés este vínculo de toda la vida…

—¡Toda la vida! Desde que jugábamos en el San Rafael y comíamos aquel chivito tan famoso...

—Pero, aunque rodaste para la serie Porno y Helado, de Amazon Prime Video, nunca actuaste en Uruguay.

—Nunca. Siempre fue mi vacación, mi lugar de placer, el mar y los amigos, los noviazgos, los amoríos. Siempre fue divertido. Antes había muchísimas fiestas; ahora cambió. Después de la pandemia se empezó a pensar de otra manera. Fue un antes y un después. Todo cambió.

confesiones

"Yo nunca había pensado en la muerte"

Podría contar otra historia, pero a un año de haber recibido el alta de su internación por un cuadro grave de covid, Susana, que cumplió 78 años en enero, confiesa esto: que jamás, hasta que la ingresaron en el sanatorio, había pensado en la muerte.

“Yo nunca había pensado en la muerte. Tengo una gran salud, pero (el covid) me dejó eso de pensar que soy vulnerable, que la parca te puede agarrar en cualquier momento y partís. Que hay que aprovechar todo: todo lo que uno tiene, los amigos, todo... Que hay que vivir la vida y que no te importe nada más”.

Susana, que fue modelo e hizo teatro, cine y un programa de televisión que se mantuvo en vivo todos los días durante 35 años. Que tuvo una hija (Mercedes Sarrabayrouse), dos nietos, varias parejas, algunos escándalos y muchos perros. Susana, que es el prototipo de diva argentina por excelencia. Que se despista, no tiene filtro y cada tanto es blanco de críticas. Que es generosa con su elenco. Que es más Luis Miguel y Cacho Castaña que reggaetón. Que está convencida de que las cirugías plásticas no son para la vida después de los 50 y tantos. Que cree que la juventud es cuidarse y estar en movimiento, tener proyectos. Que no puede con la condición de entrevistadora y dos por tres pregunta sobre mí. Que se define como maniática y pacifista y que confiesa estar pagando las consecuencias de una vida parada en tacos de 15 centímetros. Que no quiere más amores porque ya los tuvo todos.

Susana, que vivió mucho, hoy se aferra a la tranquilidad.

Susana Giménez. Foto: Gentileza Susana Giménez
Susana Giménez. Foto: Gentileza Susana Giménez

—Alguna vez dijiste que la felicidad es un ejercicio.

—(Interrumpe) Lo creo, lo sigo creyendo.

—¿Pero no tiene contrapartida eso? Ejercitarse, así sea en la felicidad, puede ser agotador.

—Pero no hay que permitirse sufrir por boludeces. Eso es lo que te pasa, por ejemplo, cuando estás a punto de morir. Entonces decís: “¿Por qué me voy a hacer mala sangre, que me la hago mil veces por boludeces?”. A mí me gusta estar contenta, estar bien, en armonía; alguna vez habré estado triste, cuando tengo problemas personales, de amor, o cuando tengo esas cuentas siderales que pagar. Pero después… Mi abuela española me decía: “No hay que hacerle caso al cuerpo, mija”. Me acuerdo siempre.

—En el último tiempo te hiciste mala sangre por un par de situaciones mediáticas. Incluso llamaste a un programa de televisión para desmentir un informe sobre vos...

—(Interrumpe) ¡Porque estaban diciendo un disparate! Que yo iba a no sé dónde con una persona que estuvo en mi vida, uruguayo, lo único que voy a decir (en referencia a su ex, Jorge Rama), ¡y cómo van a decir eso! ¡Si nunca más lo vi! Y detesto que alguien hable mal de sus compañeros, amigos o pseudoamigos. Yo no podría hablar mal de alguien, y menos sin conocerlo profundamente. Es ridículo. Entiendo que hay que ganarse la vida y que están duras las cosas, pero esos programas no pueden ser. A la agresión habría que erradicarla. Es horrible.

—¿Cuál es el disparate más grande que han dicho de vos?

—¡Uh! Tantos, tantos… Si me acordara tendría la cabeza ocupada por malos pensamientos. Me hiciste acordar de esto último vos; ya me había olvidado. De las cosas malas me olvido, porque no podés vivir con rencor.

—Tu entorno suele valorar tu transparencia. Hace poco, Julieta Nair Calvo me dijo: “Susana es lo que se ve en la tele”. ¿Eso tiene un precio?

—Al contrario; el precio sería fingir. Te das cuenta de todo, la pantalla de televisión es como si fuera un espejo: te das cuenta quién es bueno, quién es malo, quién está mintiendo. Capta todo. Y la gente se da cuenta de que yo soy igual. Por eso me han dejado entrar a sus casas: porque era como de la familia, ¿viste?

—Y por eso se te “perdona” esa cosa despistada, distraída.

—Y porque en mi vida también soy así. A veces soy totalmente despistada, me olvido de miles de cosas. Pero me gusta decirlo. Odio que mientan; no sabés cómo miente la gente en televisión. Y no solo te das cuenta sino que lo sabés. Qué bárbaro, qué caradurismo. Hay que tener un tupé… Yo no puedo mentir así. A mí no me sale, y no quiero que me salga.

—¿Y qué es lo más caro de tener esta popularidad?

—Perder la intimidad, estar expuesta a esos inventos terribles para vender, porque mi nombre sigue vendiendo, está siempre ahí. Después es todo maravilloso, y me parece que el amor de la gente no tiene precio.

"Mi nombre sigue vendiendo, está siempre ahí"

Susana Giménez

—Antes que como conductora o actriz, se te suele presentar como “la diva”...

—No sé por qué. Divas eran las cantantes, María Callas, yo que sé... Hoy le ponen “diva” a todo.

—Pero viene de la mano de un imaginario del glamour. Cuando se piensa en tu mundo, se piensa en dorado.

—Sí, y me encanta. Con mi abuelo íbamos todos los días al cine a ver películas americanas, de baile, que llegaban atrasadas, y me fascinaba ese mundo. Y cuando empecé, empecé a captar ese glamour de Hollywood que fue el que me alimentó. Porque después yo llegaba a casa y jugaba a ser Marilyn Monroe, Rita Hayworth, ese tipo de mujeres que no existen más. Rita era la ídola de mamá y todavía es la mía; su retrato estuvo todos los años de mi vida en mi escritorio.

—¿Y si tuvieras que tener un retrato hoy?

—Bueno, a la China (Zorrilla). Nos amamos profundamente. Era un ser único, irrepetible. En el Reader’s Diggest había una cosa que se llamaba “Mi personaje inolvidable”. Bueno, de los que trabajé, podría ser la China. Y también la Campoy (Ana María), la que me enseñó todo. Pero la China era tan graciosa que todos la admirábamos. Cuando venía a casa, no la dejaba ir: le cerraba el ascensor con llave, el palier, para que no saliera. (La imita) “¡Pero son las seis de la mañana!” “No, China, por favor, contanos una historia más”. Y contaba una más. Era única.

—¿Es tu mejor recuerdo, cuando pensás en Uruguay?

—Mi Uruguay es la China. La China y Punta del Este: yo siempre fui muy feliz acá.

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