Ahí estuve

Una tarde de K-pop en el auditorio

K-pop en el Auditorio. Julio 2018
K--pop en el Auditorio Nacional Adela Reta

Para empezar, es primordial confesar que fui al K-Pop World Festival Uruguay por curiosidad y con un nivel de desconocimiento sobre el tema que traté de menguar en las horas previas con documentales de Youtube. Sabía sí que es un género que despierta pasiones en los adolescentes -y no tan adolescentes- de hoy. Recordaba, por ejemplo, cómo la muerte de Kim Jong-hyun a finales de 2017 había conmocionado a muchos latinoamericanos y que en México y Perú hasta habían salido a las calles con velas y carteles en vigilia por el ídolo de la banda SHINee.

Sabía también que en ese gran bullicio de grupos de K-Pop que ha dado Corea del Sur, el más importante, por lo menos el que más mencionan los sitios web que hablan sobre el tema, es BTS. Ese grupo, integrado por Jin, Suga, J-Hope, RM, Jimin, V y Jungkook, nació en el 2013, tiene dos álbumes de estudio y se puede jactar de tener varios récords en su haber. Uno es el de ser los surcoreanos con más semanas en la posición número uno de la lista de Billboard World Álbumes. Uruguay no es ajeno a la pasión que despiertan estos siete chicos y hasta deambuló por la web una petición en change.org que pedía que la banda llegara a Uruguay. El sueño todavía no se concretó.

Si quedaban dudas de su importancia para el público de acá, quedaron totalmente disipadas el domingo a la tarde. Un Día del Padre particular para los fanáticos del K-Pop. que decidieron pasarlo en el Auditorio Nacional Adela Reta. Los gritos ensordecedores podrían ser un denominador común para lo que pasó ese día en la sala Eduardo Fabini, pero se notó la diferencia cuando unos chicos bailaron canciones de BTS.

Por un momento me pregunté si quizá, en mi ignorancia, me estaría perdiendo el hecho de que allí, en el escenario, saldría a bailar o cantar alguien muy popular para el k-pop que yo perfectamente podría desconocer. Pero no, era un grupo de baile de chicos que estarían en los 20 y los gritos fueron porque eligieron bailar BTS.

Y los gritos siguieron. Cada vez que entraba un grupo a bailar o algún chico a cantar, la sala del Sodre, que no estaba repleta pero tenía un buen número de asistentes, se emocionaba entre gritos, aplausos y silbidos. Entendí, en esos momentos, que lo que importaba ahí, más que lo que sucedía en el escenario, era el espacio que por ese día estaban teniendo los fanáticos del k-pop para celebrar la música que los mueve, en un lugar tan importante.

Nelson Burgos, el presentador que desde hace tiempo viene siendo parte del festival, trató en varias ocasiones de recalcar la importancia del lugar, y también de invitar a los que estaban a volver por el ballet o lo demás que sucede allí. En esos casos hubo silencio, él cumplió con su cometido, pero ellos estaban allí por otro razón y por otro idioma.

Hasta el embajador de Corea del Sur, Sung Youn Hwang, tomó la palabra al comienzo del evento, y dijo algo con lo que los jóvenes estuvieron de acuerdo, que el K-pop es el lenguaje común de su país con el resto del mundo. Ahí también hubo gritos. Si será el punto de conexión que muchos jóvenes resolvieron estudiar coreano para entender sin un traductor lo que decían las canciones de sus ídolos.

Para los que piensen que el k-pop no es más que una moda pasajera con fecha de vencimiento, vale decir que hubo grupos de los que bailaron ese día que hace más de seis años están en el ruedo. ¿Qué los conquistó? Todos llegaron por youtube y fueron hipnotizados por los pasos de baile que tienen un poco de urbano y otro poco de un pop, por lo menos a mí, me hacía recordar a las boy bands de los 90.

Hay un detalle no menor que seguramente sumó al entusiasmo de los jóvenes. Ese festival, que en Uruguay tiene lugar desde 2018, es el paso para luego ir a ser parte del K-pop World Festival en Corea. La ilusión de conocer a sus ídolos o de convertirse ellos en nuevos referentes, está implícita. O tan solo el hecho de estar más cerca de una cultura que conocen por canciones y por Youtube y los cautiva.

Los elegidos de esa noche, fueron el grupo de chicas debutantes en ese escenario, Vermillon. Según contó Burgos, surgieron de un casting que hizo un productor en Uruguay. Algo parecido a la forma en que nacieron casi todas las bandas famosas de Corea.

Las chicas de Vermillón se lucieron sobre el escenario, todas vestidas de celeste, con medias altas -el atuendo pesa mucho en este género-, con una coreografía perfectamente sincronizada y, muy importante, carisma. Pero la que se robó la noche -y se llevó el primer premio en canto- fue Lucía Pelanda.

Pelanda, una adolescente, se subió al escenario sola, con su guitarra y cantó con un vozarrón que erizaba. Viéndola desde lejos parecía una Avril Lavigne de los comienzos, pero cantando en coreano.

El público masivo recordará al “Gangnam Style” de PSY, pero el k-pop ha demostrado ir más allá y ya lleva sus años conquistando a jóvenes talentosos por Youtube. Esos jóvenes, por lo menos una vez al año, se reúnen y celebran su pasión.

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