ENTREVISTA

Santiago Moraes, el argentino que nació en hogar uruguayo y presenta su nuevo disco

El cantante y guitarrista, ex Los Espíritus, acaba de estrenar el álbum "Hogar" y lo presenta este viernes en la Sociedad Urbana Villa Dolores.

Santiago Moraes
Santiago Moraes. Foto: Difusión

Es argentino, pero su historia familiar lo liga a Uruguay y, como músico, ya no para de explorar el vínculo con esta tierra. Santiago Moraes grabó Hogar, su tercer disco solista y recién salido a la luz, en tránsito y entre diferentes lugares y personas, y eso incluyó a este país y a artistas como Fede Anastasiadis, Nacho Echeverría y Patuco López, entre otros.

Cantante, guitarrista y compositor, ex integrante de la banda Los Espíritus, Moraes es una de las voces más personales de la escena rioplatense actual.

Esta noche lleva todo eso, y sus nuevos temas y una banda íntegramente nacional —Anastasiadis, Echeverría, Mato Bello, López y Julián Rossini— a la Sociedad Urbana Villa Dolores, donde tocará a partir de las 21.00. Las entradas se consiguen en Mi Entrada y el disco Hogar, que ya está en plataformas, se lanzará en vinilo en 2023 de la mano del sello Little Butterfly Records.

Antes del show, Moraes contestó las preguntas de El País.

—En lo que a música refiere, tu intercambio y tu presencia con y en Uruguay se han acentuado mucho en los últimos años. ¿Cómo sentís que se transformó esta relación? ¿Te sentís un poco un músico uruguayo?

—Mi relación es de toda la vida, nací en un hogar uruguayo en Buenos Aires, siempre vine. Lo que pasó en los últimos años es que estuve, por circunstancias personales, viniendo más, quedándome temporadas más largas, un poco instalándome durante meses. Y eso también generó que conozca muchos más músicos, o que profundice el vínculo que ya tenía. No me siento músico uruguayo porque no tengo la cultura musical que tienen los músicos locales, pero tengo mi cédula.

—La portada de tu disco "Hogar" es un recorte de un torso y una guitarra. ¿El instrumento es una casa, o la música toda lo es?

—Ese torso no es mi torso, y es el recorte de una foto que sacó mi hermano; es una foto que yo aparezco, pero estoy al lado. La que toca la guitarra es mi prima y es una foto que se sacó acá, alguna vez que vinimos a pasar las fiestas en el Fortín de Santa Rosa. El concepto de "hogar", en el disco y la canción, no es un territorio sino una sensación, un estado emocional de hogar. En ese sentido sí, la música es un lugar muy acogedor para mí.

—¿Podés contarme un poco de "El blues de Mario"? ¿Mario existe? La canción tiene una base de candombe y hay algo en la forma en la que está cantada que suena al eco de los tambores cuando se van, en algún rincón del barrio. ¿Qué quisiste capturar en ese tema, qué esencia?

—"El blues de Mario" fue la última canción que compuse para Hogar. Surgió acá, durante el último verano; estaba de viaje, Mario existe, me contó una historia de amor tóxico y salió esa canción. Mis canciones en general tienen la intención de ser una suerte de cuentito, en todo caso de retrato, como un aguafuerte de algo: de una persona, de una situación. Siempre tienen que ver con la realidad, no suelo inventar ninguna historia. La compuse acá, la toqué acá en el Ducon a la semana de haberla compuesto, y habían venido a verme Fede Anastasiadis y Nacho Echeverría, y después vinieron a saludarme y me dijeron que esa canción era un candombe. Yo no lo sabía, o no me había dado cuenta, entonces les dije: "Vamos a grabarlo". Y un par de semanas después de eso, lo grabamos. Así surgió, cuadró, y me di el gusto de grabar una cuerda de tambores con músicos uruguayos.

—Los últimos años de tu camino solista han sido de mucho movimiento, y eso está en un concepto como "Transeúntes", el nombre de tu banda, pero también en la forma en la que fuiste armando este último trabajo. ¿Qué te aporta el andar constante? ¿Qué crees que es lo más quieto de tu música?

—Tengo mucha necesidad de estar en movimiento constante, necesito estar viajando, cambiar de lugar todo el tiempo. Cuando me instalo en un lugar, enseguida me quiero mover a otro lado. Es algo que me nace naturalmente, desde siempre, y se acentuó mucho con los años de encierro de la pandemia, que para mí fueron dos. Entonces cuando logré salir, no quise volver más a quedarme quieto. Eso musicalmente me aporta muchísimo, porque en todos estos viajes conocí músicos por todos lados, y fue así que se grabó el disco: cordobeses que conocí en Córdoba, montevideanos que conocí en Montevideo. Y sigo en ese camino. El disco es un registro de ese camino, pero va a haber más porque sigo componiendo de esa manera. Además, el estar de viaje me genera experiencias nuevas todo el tiempo, y eso hace que tenga algo que escribir. Cuando estoy quieto no tengo mucho de qué hablar. Y lo más quieto... Tiendo a hacer canciones monótonas, que se meten en un rulo y tratan de llevar a algo más mántrico.

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