ENTREVISTA

Pedro Aznar: su regreso a Uruguay, el futuro y la historia de un disco que nació en sueños

Antes de su show del jueves 27 en el Auditorio Nacional del Sodre, le músico dialogó sobre "Flor y Raíz", el álbum nominado al Grammy Latino, y adelantó un proyecto nacido en sueños

Pedro Aznar. Foto: Difusión.
Pedro Aznar. Foto: Difusión.

Pedro Aznar atiende la llamada de El País a horas de haber sido nominado al Grammy Latino. Su disco Flor y Raíz, que grabó en vivo en 2020 durante uno de sus tantos conciertos por streaming, compite en la categoría de folklore y le permitió saldar “una vieja deuda” que tenía pendiente desde hace años. “Esta nominación es una rubricación de que fue una buena decisión”, asegura.

Más allá de la alegría que suele brindar una mención de este tipo, un proyecto como el de Flor y Raíz es, como define, “un documento de un momento de plenitud” en su carrera. El álbum, que se registró en la Usina del Arte de Buenos Aires, se presenta como un abrazo musical entre culturas. Incluye clásicos folclóricos de siete países —entre ellos Uruguay, con una versión de “El violín de Becho”, de Alfredo Zitarrosa— y confirma el talento del exbajista de Serú Girán para reimaginar y revitalizar melodías imborrables.

Ya lo había hecho en discos como Cuerpo y Alma (1998), Aznar canta Brasil (2005) y Puentes Amarillos: Aznar Celebra la Música de Spinetta (2012), pero pocas veces sonó tan libre y auténtico como en Flor y Raíz. Alcanza con escuchar su hipnótica y futurista relectura de “Construcción” (Chico Buarque) o su trabajo en “La llorona”, un clásico mexicano que se desarrolla durante ocho minutos en base a la unión de fragmentos de las 121 versiones que recopiló a lo largo de varios años.

Flor y Raíz es la cosecha de lo que sembré durante tanto tiempo. Captura mi impulso vital, y por eso fue tocado con tanta garra y fuerza a pesar de que el público no estaba presente en la sala”, asegura. “Este trabajo es un abrazo a Latinoamérica como una unidad de experiencia cultural, a la vez que es una celebración de su diversidad”.

A tres años de la última visita del argentino a Montevideo, el público uruguayo podrá ser testigo de la entrega con la que Aznar y su grupo interpretan cada una de las 12 canciones de Flor y Raíz. La cita será el jueves 27 en el Auditorio Nacional del Sodre y las entradas se consiguen a través de Tickantel; los precios van de 1100 a 2400 pesos.

Eso sí, el repertorio de su último disco será apenas una parte del show que incluirá un repaso por los éxitos de su carrera solista y que, además, contará con el estreno de algunas de las canciones de su inminente nuevo álbum.

Sobre sus próximos planes, Aznar dialogó con El País.

—La última vez que te entrevisté me comentaste que habías compuesto 20 canciones durante la pandemia. ¿Vas a presentar alguna en Montevideo?

—Sí, voy a tocar algunas con los muchachos de la banda. Van a ser parte de un disco doble que terminé de grabar hace poquito y que me tiene muy entusiasmado porque en las canciones hay mucho de la idea de “jugar a la música”. La pandemia me dejó como aprendizaje la idea de tratar de ser cada vez más auténtico respecto a las cosas que soñé cuando era chico y que, luego, me motivaron a convertirme en músico. Por eso, en este disco trato de serle fiel a esas convicciones de la mejor manera posible.

—¿Qué podrías adelantar de tu próximo proyecto?

—Soñé una gran parte de la música de este disco. Tiene canciones y células de canciones de las que hice anotaciones cuando me desperté en las noches. Más adelante, en el último verano, me dediqué al trabajo de archivista para ver qué material tenía para completar. Sentí que la manera de hacer este disco fue como trabajar con otro músico; fue como una colaboración conmigo mismo porque, en muchos casos, esos esbozos o células melódicas eran como si me las hubiera pasado un colega. Eso me permitió trabajar con una soltura y una espontaneidad muy grande; es por eso que siento que este disco es muy espontáneo, fresco, potente y divertido.

—Lo primero que me viene a la mente mientras me contás ese proceso es la melodía de “Yesterday” que soñó Paul McCartney. ¿Cuál fue la frase o melodía soñada que más te sorprendió?

—Hay una canción muy sentida que se llama “Duermevela” y que habla de una imagen que, al igual que la melodía me vino en sueños. Me había anotado la melodía y armonía que había soñado, pero la guardé sin completarle la letra. Más adelante, cuando empecé con el trabajo de recopilación, le escribí la parte B y desarrollé la estructura pero todavía me faltaba la letra. Un día, mientras me estaba yendo a la casa de unos amigos a jugar al poker, me empezó a bajar la letra. Yo estaba en mi auto, no era que estaba en plan de buscar la inspiración. Paré al costado del bosque para no chocar y empecé a anotar lo que aparecía. La letra salió de un tirón y dice así (hace una pausa antes de empezar a recitar): “Viniste en sueños a decirme que no pensabas más que en mí, / Yo, por no contradecirme, tomé tu mano y asentí, / Sé que soy yo el que me habla en ese mundo tan sutil, / Y así elegí guardar la calma, y al fin creer en ti”.

—Por lo que comentás, la letra habla del encuentro con uno mismo y calza perfectamente con la idea del diálogo interno y los mensajes que te enviaba tu inconsciente a través de los sueños. ¿Lo ves de esa manera?

—Absolutamente. Y yo creo cada vez más fielmente en eso, por eso te decía que este disco es espontáneo; hay muchas cosas que fueron mensajes directos de mi parte no racional y que me surgieron mientras estaba manejando o dándome una ducha. Yo tomé a la pandemia como un período de reflexión y de retiro espiritual creativo. Creo que ese estado de prestar atención a lo que pueda venir en tus sueños es como un círculo virtuoso: es algo que se retroalimenta y se vuelve cada vez más potente.

—¿Cuál fue tu mayor aprendizaje durante la pandemia?

—La ficha que me cayó fue la de tomar dimensión de lo que representa la música como fenómeno de comunicación. Durante la pandemia fue un salvavidas que permitió que no nos volviéramos locos. El poder de comunicación que tiene la canción, que funciona como poesía abrazada a la música, es extremadamente potente. Por eso esa etapa me permitió reconectar con el deseo de hacer algo que conecte de manera indiscutible conmigo mismo. Y si eso es genuino y honesto, va a poder conectar con otras personas.

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