Entrevista

Un músico argentino al que hacemos sentir uruguayo

El lunes en el Solís, en el ciclo Jazz Tour se presenta el guitarrista Luis Salinas, uno de los instrumentistas más prestigiosos de su país

Luis Salinas
Luis Salinas, el lunes en el Solís

—Le gusta venir a Montevideo.

—Todos los argentinos queremos ir siempre a Montevideo y si sos músico, más. La primera vez que fui me llevó el “Loco” (Héctor) Prende que fue el primero en llevar el candombe a la batería y es una gloria no fue muy conocida. Era lo menos competitivo —junto con Martín Ibarburu— que vi en mi vida. Acá tocábamos en un lugar que se llamaba El Papagayo con Juan Gularte, que era el hijo de Marta Gularte.

—O sea que tu primer acercamiento con Uruguay fue el candombe.

—Sí, claro. La primera vez que fui llegamos a un club (creo que era el Platense) y en la puerta estaba Mateo. Y así quedé entre Prende y Mateo viendo al Canario Luna. Más uruguayo no podía ser y mejor debut no pude tener. Y he aprendido mucho de Rada, de los Fattoruso, de los Ibarburu. Y en Uruguay el que no canta, baila. De hecho, a mis primeras Llamadas fui bendecido por los Gularte.

—¿Cuál fue su primera guitarra?

—Mi primera guitarra era una Ibanez que me compré recién a los 27 años. Antes tocaba con guitarras prestadas y aprendí que hay que sacarle sonido a la guitarra que te den. A veces era buena, a veces más o menos. En Monte Grande, mi barrio, nadie me quería prestar la viola porque la pedía por dos horas y la devolvía al otro día. No tengo esa cosa de ponerle nombre a la guitarra, tengo mucho cariño con la Gibson que tengo hace muchos años.

"Si tenés una guitarra, la tenés que tocar, si no se pone triste"

Luis SalinasMúsico

—¿Colecciona guitarras?

—No. En la vida me gusta tener lo necesario y si tenés una guitarra, la tenés que tocar, si no se pone triste.

—A ustedes los guitarristas les gusta humanizar el instrumento.

—Es parte de uno. Es un misterio difícil de explicar. Con Tomatito una vez estábamos en la duda de que si uno agarra la guitarra o la guitarra te agarra a vos.

—Estás tocando con tu hijo, Juan. ¿Cómo te lleva eso?

—Es un regalo de Dios, un acto de amor maravilloso y aprendo de él porque está ganando cada vez más personalidad y tiene su propio disco.

—Has tocado con muchísimos músicos importantes. ¿Cuál fue el que te impresionó más?

—Es difícil porque gracias a Dios han sido tantos y tan buenos que no quiero ser injusto. Mercedes Sosa y Ruben Juárez con María Graña, con Dino Saluzzi en el Colón, Jaime Torres, haber grabado con Spinetta y que le haya puesto letra a una canción mía. Y de afuera haber tocado con BB King, con Hermeto Pascoal. Dios me dio la oportunidad de conocer a referentes grandes que, además, son los que te autorizan. Porque hasta que no viene Juan Gularte o Rada a decirte que está bien como estás tocando el candombe, no estás seguro.

—¿Y que creés que vieron en vos todos esos artistas?

—No tengo idea. Una vez le dije a BB King: “maestro, yo no me crie en el blues” y él me dijo: “no importa, a mí me gusta porque sos sincero”. Eso me quedó para siempre. La sinceridad y tocar lo que se siente sin atender a las modas son las cosas más importantes. El público sabe cuando uno es sincero.

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