CRÓNICA

Montaner en el Antel Arena: una noche de llanto, religión, humor y puro amor

Ricardo Montaner se presentó este jueves en Montevideo, donde cantó por primera vez en vivo "El día que me quieras" y habló de su nieta Índigo

Ricardo Montaner en el Antel Arena. Foto: Estefanía Leal

Ricardo Montaner es un gran contador de historias. Sus canciones son evidencia: la forma en la que describe la ausencia y el duelo en "Déjame llorar", las escenas que pinta en clásicos bailales como "Vamo' pa la conga" o el relato de intimidad que construye en "Castillo azul" son las pruebas más concretas, cercanas y grabadas a fuego en varias generaciones.

Pero Montaner es un gran contador de historias aún cuando la música no está sonando. Eso comprobó este jueves en el Antel Arena, a sala llena en su estreno en el mayor venue cerrado del país. Entre una veintena de clásicos que el público pudo corear de punta a punta, coló varios monólogos largos en los que, a puro humor y comedia física, y con solemnidad cuando la necesitó, compartió momentos personales de su vida artística y profesional.


Para presentar "Soy tuyo", por ejemplo, recreó toda una historia hogareña vivida con su esposa Marlene Rodríguez, que incluyó una ferviente reivindicación de la "cucharita". Esa posición, esa forma en la que dos cuerpos acostados se abrazan, ese gesto de absoluta intimidad es la clave, aseguró, para sus treinta y tantos años de matrimonio.

Antes de cantar "La mujer de mi vida" volvió a la imagen de Marlene para contar largo y tendido, con todos los detalles posibles, cómo fue aquel día en que la conoció en la discográfica en la que pretendía que le dieran trabajo. Y previo a "Resumiendo" reconstruyó un viaje a Punta del Este al que no le faltaron ni los colores de la ropa de su compañero de ruta.

Fanáticas de Ricardo Montaner en el Antel Arena. Foto: Estefanía Leal
Fanáticas de Ricardo Montaner en el Antel Arena. Foto: Estefanía Leal

Con esos relatos, Montaner arrancó de su público unas carcajadas tan intensas como el coro de agudos que se esparció por el lugar con cada estribillo clásico que entonó. Porque es un gran contador de historias, y eso se ve en sus espontáneos pasajes de stand up tanto como en su cancionero: en el Antel Arena hizo 23 temas tan efectivos que pudo prescindir de piezas como "En el último lugar del mundo", "Es así", "Volver", "Cachita", "Yo que te amé" y la lista sigue.

El recibimiento que tuvieron los que sí sonaron fue reflejo del lugar —especial, emocional, significativo— que estas composiciones se han ganado en miles de personas. La noche arrancó con "Tan enamorados", siguió con "Será" o "Adonde va el amor" y se cerró con "La cima del cielo", todos clásicos de su primera época. "Bésame", entre otras, representó una siguiente etapa de su carrera, "Te adoraré" fue una de las más nuevas, y además estuvieron las dedicadas a su fe religiosa: "Dios así lo quiso", "Amén" (con sus hijos Mau, Ricky, Evaluna y su yerno Camilo presentes desde las pantallas LED) y "La gloria de Dios".

Ricardo Montaner en el Antel Arena. Foto: Estefanía Leal
Ricardo Montaner en el Antel Arena. Foto: Estefanía Leal

Para esa última dedicó unas palabras especiales, a propósito de un encuentro que había protagonizado minutos antes de salir a escena, con una mujer a la que había conocido hacía "cuatro o cinco años". La había visitado mientras estaba internada recuperándose de un importante problema de salud, y este reencuentro lo dejó emocionado.

La emoción fue constante en la noche del jueves. "Si me permiten, quiero dedicarle este concierto a Índigo, para darle la bienvenida al mundo. Esto es para ella", fue de las primeras cosas que dijo a lo largo de la velada. Fue su forma de celebrar a su flamante nieta, la hija de Evaluna y de Camilo, a la que la audiencia le devolvió una ovación justo cuando empezaban a sonar los primeros acordes de "Para llorar".

Ricardo Montaner en vivo en el Antel Arena. Foto: Estefanía Leal
Ricardo Montaner en vivo en el Antel Arena. Foto: Estefanía Leal

Luego, en la mitad de "Resumiendo", clamó por "la Venezuela libre, la de Simón Bolivar". Y cuando volvió para su primer bis, luego de despedirse con "Me va a extrañar", confesó: "Me hicieron llorar ahora, antes de irme".

Lás lágrimas fueron más visibles y menos disimuladas cuando le tocó interpretar algunos pasajes de "Amén", sentado en un banco y acompañado solo de un pianista (en el concierto tuvo un respaldo sólido y variopinto de una docena de músicos) y de las voces de su familia desde la pista de audio. Entre el público tampoco faltó el llanto.

Pero quizás uno de los momentos más emotivos, más emocionantes, llegó con "El día que me quieras". Montaner vino a Uruguay en parte con la excusa de adelantar el disco Tango, que lanzará el 24 de mayo y en el que homenajea a sus raíces argentinas, rioplatenses, pero solo cantó el único adelanto lanzado hasta ahora, su versión de un himno de Gardel y Lepera. Fue la primera vez que lo hizo en vivo: la prueba estuvo más que superada.

Escuchá "El día que me quieras" en vivo en el Antel Arena.

Para esa altura, en la recta final, las historias de Montaner, las cantadas y las contadas, ya habían hecho pleno efecto entre sus espectadores.

Mezcla de comediante, predicador y devoto del amor —porque no hubo una sola canción del setlist que no estuviera dedicada al amor, sea al romántico, al divino o incluso al del baile por el baile—, el cantante ratificó su vigencia. La vigencia de su voz, poderosa, aún brillante, capaz de evadir los caminos que el tiempo volvió empinados. La vigencia de su repertorio, un compendio de buena parte de los mayores clásicos del pop latinoamericano. Y la vigencia de este pacto de cariño que estableció hace más de 30 años con Uruguay, y que casi como una cuestión genética, hereditaria, pasa de generación en generación. Y deja huella.

Fanáticas de Ricardo Montaner en el Antel Arena. Foto: Estefanía Leal
Fanáticas de Ricardo Montaner en el Antel Arena. Foto: Estefanía Leal
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