ENTREVISTA

Fabián "Fata" Delgado: "Los Fatales es un grupo para alegrar a la gente"

Antes de "Los Fatales en familia", su show del jueves 6 en el Teatro Movie, Fabián "Fata" Delgado recibió a El País en el estudio Sondor. "Esta es mi casa", comenta.

Fabián "Fata" Delgado. Foto. Leonardo Mainé.
Fabián "Fata" Delgado. Foto. Leonardo Mainé.

"Si cuento las horas que estuve acá adentro, seguro pasé más tiempo en este lugar que en mi casa”, asegura Fabián “Fata” Delgado. El cantante de Los Fatales está rodeado de micrófonos, instrumentos y auriculares cuando recibe a El País en el enorme estudio de Sondor. “Hace 32 años que vengo y he llegado a dormir al lado de la consola”.

Es un jueves al mediodía y está sumergido en la mezcla de su versión de “La Isla Bonita”, el clásico de Madonna que grabó junto a Luana. Como ya es costumbre, logró que el candombe, la plena y los enérgicos arreglos de vientos convivieran con naturalidad, como si se tratara del mismo lenguaje musical. Es más, está tan entusiasmado con la canción —que, a primera escucha, tiene estampa de éxito instantáneo— que ya lleva varias horas trabajando junto a su equipo. “Me la llevo hoy”, dice con una sonrisa de costado mientras baila al ritmo de los tambores y levanta la voz para imponerse al alto volumen de la música.

Pero, más allá de todo entusiasmo, su apuro tiene un motivo: “La Isla Bonita” tiene que publicarse antes de este jueves, cuando Delgado llegará al Teatro Movie con el show Los Fatales en Familia (entradas en la web de Movie). La colaboración con Luana es apenas una de las cuatro versiones que se editarán en los próximos días. La lista, adelanta, está formada por “La Yapa”, que grabó junto a Anita Valiente; “Uruguayo hasta las venas”, con The La Planta; y “Como uma onda”, acompañado de Mariano Bermúdez. Todos cantarán con Los Fatales en el Movie y, además, habrá espacio para la participación del grupo Latasónica.

Fabián "Fata" Delgado en el estudio Sondor. Foto: Leonardo Mainé.
Fabián "Fata" Delgado en el estudio Sondor. Foto: Leonardo Mainé.

“Todas las canciones son estrenos absolutos y las estamos mezclando antes del Movie para que la gente las pueda escuchar en las redes y en la radio, y que sepan que se van a encontrar con cosas nuevas de los invitados”, asegura. “Este es el inicio de un disco de 10 canciones, todas de feats, como dicen ahora y que vamos a sacar en digital. Incluso tenemos la idea de prepararlo con una cajita de pendrive y regalarlo en los lugares donde vamos a tocar; quiero que la música le llegue a la gente”.

El ritmo vertiginoso con el que trabaja Delgado, que además se presenta todos los fines de semana en casamientos y cumpleaños de 15, no es una novedad; lo acompaña hace, al menos, 32 años. Si se quiere marcar un punto de partida de esta forma de vida es, justamente, en el estudio de Sondor donde empezó todo. “La primera vez que entré acá fue en 1990 con el grupo Kometas con K”, relata. “Estuve seis meses con ellos y grabamos un solo disco. Era como la previa para entrar a Karibe con K; tenían tanto trabajo que (el productor) Eduardo Ribero sacó su grupo B para generar trabajo. Teníamos una cantidad enorme de shows a la semana y ahí empecé a cantar canciones como ‘La piscina’, que más adelante grabé con Karibe, cuando entré en el ‘91 luego de que se fuera Roberto Abal”.

Fue en Karibe donde perfiló su manera prolífica e incansable de trabajar. Mientras dialoga con El País, señala la puerta del estudio B. “El sistema era así: Eduardo te llamaba, te pasaba el tema y te mandaba a la sala chica para que te lo aprendieras. Después venía al estudio grande y lo probaba con Óscar Gómez, el director musical. Si sentía que no estabas listo, te volvías a la sala chica”. La dinámica dio sus frutos: entre 1991 y 1992 lanzaron cuatro discos.

“Esta es mi casa”, dice mientras mira uno de los pianos Steinway & Sons de la sala. “He grabado temas sueltos en otros estudios que suenan bárbaro, pero en estas paredes de ladrillo está una parte de la música uruguaya y de la vida de unos cuantos. Acá hemos hecho de todo: tocamos todos a la vez, grabamos coros de murga y cuerdas de tambores. Este lugar tiene algo que te atrapa”.

Y si se trata de anécdotas, el músico esboza una sonrisa nostálgica cuando recuerda la vez que grabó “La vida es un deporte” con Lágrima Ríos. “Un día la invité a ir a un programa y como tuvimos una química linda y ella era la número uno del candombe, la propuse grabar con nosotros”, dice sobre la canción incluida en Gaucho latino (2004). “Inspirado en el nombre del tema, hablé con jugadores de fútbol de Peñarol, Nacional y de Cerro para que vinieran a tocar el tambor. Juntamos al Loco Abreu, OJ Morales y Manteca Martínez y calentamos las lonjas en la vereda de Sondor. Después, cuando Lágrima empezó a cantar, en la consola éramos 20 personas bailando; el videoclip no me deja mentir. Es uno de mis recuerdo más lindos”, comenta.

"La vida es un deporte" - Los Fatales y Lágrima Ríos

Pero ese es apenas uno de toda una vida grabando en Sondor. El de la noche que terminó de mezclar Revolución Fatal (1999), que incluye clásicos inoxidables como “Comadre Compadre” y “La noche del terror”, aún lo acompaña. “Ese era el disco con el que soñaba, porque desde el ‘96 al ‘99 veníamos generando nuestro estilo y sabía que en algún momento la íbamos a pegar. Estaba confiado porque cada vez que largaba un adelanto me llamaba más gente para contratarme. Entonces, cuando escuché el resultado llamé a Martín Luzardo, que trabajaba como arreglador, y le pregunté desde el hall de acá: ‘Si le pongo Revolución Fatal, ¿no queda muy pesado?’. Él me respondió: ‘Y... si te gusta y te parece que va a haber una revolución, dale”.

Al día siguiente, Los Fatales viajaron a Colonia para dos presentaciones y, apenas pasaron por El Túnel del Ayer, al cantante se le ocurrió una idea. “Ya que estamos todos juntos, es ahora. Entramos y nos pusimos los trajes antiguos para divertirnos. Apenas vi la foto dije: ‘Esta es la tapa del disco’. Cuando me volví a Sondor y le mostré la imagen vi que los tipos se entraron a reír y ahí confirmé que tenía que ser esa”, comenta. “Vendimos cerca de 100 mil discos en Argentina y tocamos todos los programas. Fue una locura, y ahí vi que el perfil del grupo era para las fiestas porque cuando íbamos a tocar a casamientos y cumpleaños la gente no paraba de reír y de estar contenta. Los Fatales es un grupo para la familia y para alegrar a la gente”.

—¿De dónde surge tu necesidad de hacer feliz al público a través de tus canciones?

—Lo siento así, no es fingido. Cuando voy a un lugar a cantar quiero que la gente esté feliz y lo provoco. Y si veo que no sirve, voy hasta la mesa y los hago pararse para bailar. Voy con un tono alto, que es mi manera de animar, porque pienso en trasmitir alegría. Yo empecé queriendo ser actor de teatro y poder estar en el escenario, y encontré un lugar parecido cuando entré al carnaval con Los Carlitos. Me gustaba ir al tablado, hacer reír y poner las mismas ganas que cuando subíamos al Teatro de Verano para generarle algo a la gente. Ahora con Los Fatales, tenemos una sinergia con los músicos y alcanza con mirarnos para saber qué tenemos que hacer. Es un trabajo precioso y, en esto de vender alegría, los problemas quedan en casa cuando salís para subirte al escenario.

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