CICLO CON INVITADOS

Cumbia Club, la banda uruguaya que lleva la cumbia a nuevos espacios

Un jueves por mes, la banda hace "El Club de la Cumbia" en Sala del Museo, con invitados. Mañana tocará junto al Fata Delgado

Cumbia Club. Foto: Diego Ferrando | Cumbia Club
Cumbia Club. Foto: Diego Ferrando | Cumbia Club

El 8 de agosto en plan after office, a las 19.30, un montón de gente se juntó en la Sala del Museo para bailar en El Club de la Cumbia, un ciclo que, el primer jueves de mes, busca poner a bailar a los montevideanos, y seguir tendiendo puentes con la cumbia como herramienta fundamental. El lema es “bailar y verse”, y los que lo proclaman son los integrantes de Cumbia Club, la banda residente de este ciclo.

La propuesta de Cumbia Club, orquesta cumbiera con una docena de integrantes, es que un jueves de cada mes haya fiesta con música en vivo en la Rambla y Maciel, y que participen invitados que sean parte de la música popular uruguaya, pero vengan de distintos palos. La inauguración fue con Martín Buscaglia, y mañana irá Fabián “Fata” Delgado. La grilla la completa el DJ Sonidero Mandinga (Redtickets).

La idea detrás de El Club de la Cumbia “nace desde que armamos la banda en sí”, cuenta a El País Santiago “Chino” Tarallo, trombonista del grupo.

“La armamos varios músicos de La Imbailable, que después de cuatro años de tocar cumbia colombiana, teníamos dos inquietudes. Por un lado, veíamos que había poco espacio para este tipo de fiestas de cumbia, sin caer en la cumbia muy under o en el formato boliche. Y por otro, está la propuesta puntual de acercarnos a invitados, que hace unos años ya hicimos ‘La cumbia une’, con el Enano de La Vela y Santiago Tavella”, cuenta Tarallo haciendo referencia a unos videoclips en los que Sebastián Teysera cantó “El camba”, y el bajista de El Cuarteto de Nos y líder de Otro Tavella y Los Embajadores del Buen Gusto hizo “La resaka”.

“Porque entendemos que la cumbia, de donde nace, es folclore, y recontra representa la identidad de los pueblos donde sucede”, sigue el músico.

Con esas inquietudes, con la intención de tocar con lo que había a la mano (que para el caso es la batería, porque todos vienen de bandas de distintos estilos), respetando las historias de las canciones y queriendo promover el baile, se armó la historia de Cumbia Club, que luego fue construyendo su propio repertorio cumbiero y que, ahora, se embarcó en este ciclo.

El país, la cumbia y los prejuicios

“Uruguay no es un país cumbiero”, afirma Tarallo, que cuando habla de cumbia habla estrictamente del ritmo tradicional colombiano. En Montevideo lo que más caló fue la plena puertorriqueña, y el impacto cumbiero se siente más en el interior, donde el paisaje sonoro es en parte la charanga, eso que en la capital se conoce como “cumbia del interior”.

Encima, señala, el impulso que la última dictadura le dio a la movida tropical marcó el quiebre entre “los cumbieros” y “los rockeros”, algo que recién en el último tiempo parece, acá, haber empezado a suavizarse. Pero en ese sentido, Cumbia Club quiere que el público pueda “escuchar la música como música, y no con la mirada puesta en quién es el emisor. Porque ahí hay tremendo mundo de prejuicios”.

“En una nota de la diaria que hablaba de los músicos que tocan en actos políticos, nos nombraban a nosotros y decían: ‘Cumbia Club, una orquesta moderna de cumbia que hace temas que parecen cool, y hace 10 años eran terrajas’”, ejemplifica. “Para mí, ese concepto es completamente erróneo. Nosotros hacemos esto porque nos encanta la cumbia, y tampoco nos ponemos como abanderados de liberar al género de los prejuicios”.

—¿Desde cierto público no hubo un cambio en ese sentido, que tiene que ver con que la cumbia dejó de ser terraja?

—Sí. Yo creo que estamos en un momento donde un montón de cosas se empiezan a desprejuiciar, y vienen acompañadas de cambios políticos. Estamos en una etapa donde por ahí, es políticamente incorrecto ser prejuicioso. Entonces por ahí empezás a naturalizar un montón de cosas. Bandas como las nuestras ayudamos un poco a eso, no porque nos pongamos camisas de flores, vayamos a la EUM y entonces ahora es digno de ser escuchado. O capaz la gente lo piensa así, pero no es la intención que tenemos. Se fue naturalizando más porque fuimos llevando al género a lugares donde antes no estaba.

—¿Se imaginan tocando en Montevideo Tropical?

—Sí. Nos hubiera encantado.

—¿Que no hayan estado puede tener que ver con un prejuicio desde la interna de la tropical?

—Capaz que tiene más que ver con la gente que decide quién toca, que dice: “Vamos a hacer un Montevideo Tropical con la gente de la plena, y estos pibes no representan eso”. Capaz hay un prejuicio de la gente que decide eso, y no del núcleo de la tropical. También es real que nunca entramos al núcleo de la música tropical, pero es muy difícil por la logística. Nosotros somos una banda de cumbia que se mueve como una banda de rock, y es inviable que toquemos en Casa de Galicia a las tres de la mañana.

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