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Crónica: Jorge Drexler volvió para convertir al Antel Arena en un "punto ciego de la pena"

Luego de tres años, el músico uruguayo regresó a un escenario montevideano para presentar "Tinta y Tiempo" en un recital memorable con entradas agotadas y unas cuantas sorpresas

Jorge Drexler en el Antel Arena. Foto: Fernando Ponzetto.
Jorge Drexler en el Antel Arena. Foto: Fernando Ponzetto.

"Wow, hace tres años y medio que no vengo a tocar a la ciudad; nunca en mi vida había estado tanto tiempo sin presentarme en Montevideo. Pasaron muchas cosas locas en el medio, entre ellas una pandemia mundial, pero estoy muy contento de estar aquí", dijo, con una cautivadora mezcla de asombro y entusiasmo, Jorge Drexler tras recibir la primera ovación del público que agotó las entradas para su debut en el Antel Arena

Este miércoles, el uruguayo volvió a su ciudad natal para presentar su nuevo disco, Tinta y Tiempo, y ofreció una noche memorable. Recibió invitados, ofreció unas cuantas sorpresas y celebró la compañía de su familia desde la platea. Fueron dos horas y media de canciones y de conexión colectiva que demostraron, una vez más, que Drexler atraviesa el mejor momento de su carrera. 

El objetivo estaba claro desde el inicio: transportar, a través de la música, a las 5000 personas que llenaron el Antel Arena a un espacio diferente; a un estado de abstracción de toda problemática cotidiana. Es por eso que decidió musicalizar la previa con lo que parecía ser el canto de "Pico", aquel canario que, por pura casualidad, se encargó de completar la calma de "Silencio", uno de los grandes momentos de Salvavidas de Hielo.

Para las 21.30, cuando el público ya había entrado en sintonía con la propuesta, un audio de WhatsApp con la voz de Alejandra Melfo, la prima de Drexler radicada en Venezuela, se escuchó por los parlantes. "Me parece que hay mucha poesía detrás de las cosas científicas; no sé si todo el mundo las ve. ¿A quién se le ocurre que vas a escribir una canción con una palabra como "Mesoproterozoico"?" , dijo antes de darle paso a "El plan maestro", la canción en la que Drexler define como al amor como "el mejor invento" de la naturaleza. 

Pero esa mirada no es nueva en su obra. Lo demostró unos minutos más tarde cuando se sumergió en su relectura de "Deseo", del disco Eco (2004): "Igual que hace millones de siglos, /  En un microscópico mundo distante, se unieron, / Dos células cualquiera, / Instinto, / Dos seres distintos, / Amándose por vez primera". El clima íntimo se completó con la apuesta minimalista, herencia de la gira Silente: un telón blanco que —durante todo el recital— se fue vistiendo de los colores que sugería cada canción del  repertorio seleccionado. Fue una sensación cercana a la sinestesia. 

Jorge Drexler en el Antel Arena. Foto: Fernando Ponzetto.
Jorge Drexler en el Antel Arena. Foto: Fernando Ponzetto.

Las primeras canciones del repertorio abordaron dos ópticas de las relaciones amorosas: "Corazón impar" es una invitación a "unir soledades" y "Cinturón blanco" propone volver a seducir a su pareja. Luego de esta última se dio el quiebre de la noche: "Esta la saben un poquito más", le dijo al público que aún estaba tímido, pero dispuesto a encender el canto colectivo. Y lo consiguió apenas cantó "Me haces bien". Se paseó por todo el escenario, se sentó en el borde del proscenio para escuchar la voz de los asistentes y luego les agradeció por haber llenado la sala a pesar del cambio de fecha. "¡Cambié mi pasaje!", lanzó uno de los espectadores y le sacó una sonrisa al artista.

Y en ese momento algo cambió. Se generó un crescendo en su conexión con los espectadores y las sorpresas no dejaron de aparecer. Drexler se puso de rodillas para agradecer el entusiasmo de los asistentes y bromeó al descubrir que se le había roto el pantalón; compartió "Bendito desconcierto" con Martín Buscaglia; recibió halagos como "¡Qué hombre!"; y se emocionó al ver el "valle de luciérnagas" provocado por los flashes de celulares durante su interpretación de "Inoportuno".

Jorge Drexler en el Antel Arena. Foto: Fernando Ponzetto.
Jorge Drexler en el Antel Arena. Foto: Fernando Ponzetto.

Luego le llegó el turno a uno de los segmentos más memorables. Acompañado de su excelente nueva banda, que se encargó de reimaginar el repertorio del artista y tuvo espacios para que cada miembro se luciera como solista, cantó "Era de amar", una joya de La luz que sabe robar, su álbum debut, que cumplió 30 años. Sobre un pulso mántrico y relajado, ofreció una cálida versión de casi seis minutos que luego enganchó con "Walking On the Moon" (The Police) y "Puente" (Gustavo Cerati).

Bailó al ritmo funky de "¡Oh, Algoritmo!" e invitó al público a la súplica colectiva —"¡Dime qué debo cantar, Oh, algoritmo!, / ¡Sé que lo sabes mejor, incluso, que yo mismo!"—, le dedicó "Salvapantallas" a sus hermanos y hasta tomó un pedido de parte del público: "El tiempo está después", de Fernando Cabrera. "Esta no la puedo cantar en ningún otro lado", dijo, casi susurrando, antes de sumergirse en el arpegio insistente de su guitarra acústica.

Se divirtió con el vocoder en "El día que estrenaste el mundo" y hasta se salió del libreto con "Bolivia", una cumbia de agradecimiento al país que recibió a su padre —presente esa noche en el Antel Arena— cuando escapó de Alemania en la Segunda Guerra Mundial e invitó a Facundo Balta —el encargado de abrir su show— a completar la canción con el climático fraseo de su trompeta.

Pero si se trata de sorpresas, la de La Melaza, la cuerda de tambores formada por mujeres, se llevó el premio. Irrumpieron en el escenario sobre la mitad de "Movimiento", en la que Drexler se movió por todo el escenario como si se tratara de aquella charla TED sobre "Poesía, música e identidad" para aportarle un pulso candombero a la canción dedicada a las migraciones. Quedó tan entusiasmado que les propuso quedarse para "Aquellos tiempos", el candombe sobre tiempos de cambios que grabó en Frontera. "El concierto iba a ser mañana e íbamos a tener dos días de ensayo, pero hay un grado de valentía en el ambiente muy grande que agradezco", dijo. 

Jorge Drexler en el Antel Arena. Foto: Fernando Ponzetto.
Jorge Drexler en el Antel Arena. Foto: Fernando Ponzetto.

La energía quedó tan encendida que el artista les propuso interpretar "Tocarte", que grabó junto a C. Tangana. "Ténganos paciencia, amor y cariño porque esto es un acto de temeridad. La parte profesional del concierto indicaba que en este momento ellas salían, pero la canción que viene es un candombe un poco enmascarado así que les voy a pedir que las ensayemos en vivo", dijo. Salió tan bien que, por primera vez, el público se levantó de la silla para bailar al ritmo de los tambores de La Melaza. "Fue el cénit del concierto", dijo Drexler luego. 

El Antel Arena quedó eufórico y, tras la seguidilla de "Telefonía" y "Silencio", se despidió por unos momentos para regresar al escenario y cantar "La luna de Rasquí". "La pena llega a todas partes, pero hay algunos lugares en el mundo donde no entra; y en ese lugarcito en la arena del Caribe venezolano donde escribí esta canción la pena no llegó", dijo. "Esta canción vino con nosotros de gira y me di cuenta de que ese punto ciego de pena está en estas horas que hemos pasado juntos, fuera del ojo de la pena. Estuvimos conectados y ese espacio lo construimos entre ustedes y nosotros".

Y, para celebrar ese espacio creado en colectivo, Drexler ofreció un segundo bis que llegó al nivel de lo generado con "Tocarte". Invitó a Martín Buscaglia y a Facundo Balta a cantar "Amor al arte" y luego se reencontró con La Melaza para improvisar una larga versión hipnótica y festiva de "Bailar en la cueva" que dejó maravillado al público.

El reencuentro de Jorge Drexler con los uruguayos tardó tres años y medio en concretarse, pero lo que se vivió el miércoles en el Antel Arena demostró que la espera valió la pena. Fue una noche memorable.

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