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Crónica: David Lebón llenó el Gran Rex con un repertorio cargado de éxitos

El viernes, el músico argentino presentó su último disco, "Lebón & Co.", en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires

David Lebón en el Teatro Gran Rex. Foto: Luciana Verini.
David Lebón en el Teatro Gran Rex. Foto: Luciana Verini.

"Gracias ‘Ruso’ por existir”, gritaron desde la platea del Teatro Gran Rex. “Gracias a vos”, respondió David Lebón. “Si no estuvieras estaría parado acá solo”, añadió con una sonrisa. Luego de que el público festejara la respuesta del músico, la sala bonaerense se pintó con luces azules para generar un ambiente íntimo que dio paso a los delicados acordes de piano de “El tiempo es veloz”, uno de los mayores éxitos del argentino. Apenas reconocieron la introducción, algunos aplaudieron y otros levantaron sus celulares para capturar en la memoria de sus teléfonos lo que sucedía en el escenario. La mayoría coreaba la letra mientras Lebón sonreía y se alejaba del escenario para que el auditorio entonara el estribillo: “Y el sol siempre saldrá / Mientras que a alguien le queden ganas de amar”.

Intercambios como este se repitieron en varios momentos del show de casi dos horas y media que Lebón ofreció en el Gran Rex con entradas agotadas. Ya sea con canciones como “Mundo agradable” y “Seminare” (de Serú Girán) o “Parado en el medio de la vida” y “Puedo sentirlo” (ya de solista), en más de 45 años de carrera, grabó una serie de temas que se ganaron un lugar en el cancionero argentino. A principios de año, celebró varias de ellas en el disco Lebón & Co. —donde reversionaba sus composiciones junto a músicos invitados—, y el viernes lo hizo junto a su público.

El show comenzó con “Dejá de jugar”, uno de sus éxitos de los ochenta, con un estribillo pegadizo con coros inspirados en The Beatles. El telón del Gran Rex se levantó minutos después de las 20.30 y la sala se iluminó de juegos de luces amarillas y rojas. En el escenario acompañaban Daniel Colombres (batería), Dhani Ferrón (guitarra y coros), Roberto Seitz (bajo), Leandro Bulacio (teclado y coros) y Gustavo Lozano (guitarra y teclado). En el centro estaba Lebón, vestido con jean, camisa blanca y un saco azul, y tocando su guitarra Gibson Lucille. A lo largo de la noche, una luz cenital iluminaba cada solo del guitarrista, que a los 66 años mantiene la misma calidad que lo consolidó como uno de los instrumentistas fundamentales del rock argentino.

“Muchas de las personas que están en el disco, no van a estar porque todas tienen trabajo, gracias a Dios”, aclaró Lebón sobre el comienzo del show, y anunció que iba a estar acompañado por su banda, un quinteto de primer nivel con el que toca desde el disco Encuentro supremo (2016). Finalmente, de los 12 invitados que participaron de Lebón & Co., solo dos subieron al escenario: Eruca Sativa (que ofreció enérgicas versiones de “Dos edificios dorados” y “Despiértate nena”) y Polifemo (el power trío que Lebón tuvo en los setenta). Ambos fueron los momentos más celebrados de la noche.

¨Toda esta semana estuve afónico”, admitió el músico tras el final de “Llorar de amor”, la segunda canción de la noche. Pero aunque eso se haya notado en los fragmentos más exigidos de “Dos edificios dorados” y “Encuentro supremo”, el resto del show pudo mantener sin problemas las notas agudas y los falsetes (“Frecuencia modulada” y “San Francisco y el lobo”) y esa voz carrasposa de estilo blusero (como “Sueltate Rock and Roll” y “Encuentro con el diablo), que define su personalidad.

“Es muy hermoso lo que me escriben”, agradeció antes de empezar con “Casas de arañas”. Tras la ovación del público agregó: “A veces me levanto a la mañana y soy Oscar David Lebón y viene mi señora, que es mi mánager, a comentarme tantos mensajes. Y yo los amo con el alma. Estoy muy feliz”. Y esa felicidad se notó durante todo el show: se reía cuando miraba al resto de su banda y, especialmente, en los momentos en que cerraba los ojos para escuchar al público corear los estribillos de canciones como “Mundo agradable” y “Seminare”.

“Tomenlo con pinzas: no estoy pensado en que me voy a morir, ni nada, pero tengo 67 años, así que estoy más cerca de allá que de acá. Lo de acá fue genial, lo que le seguía fue regenial y esto (señala al público) es espectacular”, dijo antes de tocar “Encuentro supremo”.

Además de interpretar sus clásicos con Serú Girán, también hubo espacios para homenajear a Luis Alberto Spinetta (¨Se lo extraña mucho. Yo sé que está acá hoy”, dijo) y recordar su etapa con Pescado Rabioso. Pasando la mitad del show, Dhani Ferrón se encargó de la voz principal de “Credulidad” (uno de los momentos de la noche), y luego Lebón cantó “Hola, dulce viento” (con un riff inolvidable). Ambas canciones forman parte del disco Pescado Rabioso 2, uno de los más importantes del rock argentino. Luego, el guitarrista interpretó “Despiértate nena” junto a Eruca Sativa, y compartió la voz principal con Luisina Bertoldi.

Sobre el final de la noche, Lebón se reencontró con Polifemo, el trío del bajista Rinaldo Rafanelli y el baterista Juan Rodríguez. “Quiero presentar a la banda con la que pensamos que íbamos a ir a Hollywood. Apenas cobramos el primer simple nos compramos unas zapatillas Topper, y en realidad nos daba para una casa, pero éramos tan pobres”, dijo riendo. Así, la banda interpretó dos de sus clásicos: ¨Suéltate Rock and Roll¨ y “Oye, Dios, qué me has dado”.

“Olé, olé, olé, olé / Ruso, Ruso”, se escuchó corear varias veces al público. “Prendeme las luces”, pidió Lebón en un momento, y, con una sonrisa reconoció a varios familiares, amigos, fanáticos y hasta a su doctor. En el espacio entre canciones, el argentino se mostró de muy buen humor: intercambió con el público de la platea e hizo varios comentarios en confianza (“Tomate un Rivotril”, le dijo a alguien que estaba parado en las primeras filas. “Y vos, sentate que si no vas a la dirección”, le dijo a otro). Durante el recital, el músico y el público disfrutaron por igual. Todo a base de grandes canciones.

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