Nuevo disco 

El artista que lo volvió a hacer

Fito Páez acaba de editar su nuevo disco, La ciudad liberada, el mejor en muchísimo tiempo

Fito Páez
Fito Páez hace dos semanas en Enjoy Punta del Este.

En los últimos años ha sacado dos libros (uno con sus diarios de ruta rockera y una novela, La puta diabla), girado en varios formatos (solo con un piano como se presentó, por ejemplo, el viernes 17 en Enjoy Punta del Este, o a banda completa) y con varias ideas (su gira aniversario de El amor después del amor, su evocación de Giros, su tour Retrospectiva). Ha seguido, además, siendo una figura pública relevante y un padre orgulloso.

Ahora acaba de editar un disco con 18 canciones, La ciudad liberada que, nadie lo dude, está entre lo mejor de una carrera que ya anda por las cuatro décadas. Es un gran disco lleno de ideas musicales, políticas y personales.

Surgido como parte de la movida rosarina de comienzos de la década de 1980, Páez no ha parado de trabajar, en una incontinencia (tiene 24 discos de estudio) que, sin duda, ha incidido en la apreciación de su obra. En La ciudad liberada está el Fito que algunos decían echar de menos aunque con un poco menos de pereza, habrían sabido que siguió sacando discos llenos de buenas canciones.

Debería haber hay coincidencia que un largo tramo de su carrera lo ubica entre lo mejor que dio el rock argentino. Eso sería la década que va desde Del 63, su primer disco, a Circo Beat. Allí se convirtió en el artista más exitoso de su generación y creador desde himnos (“Yo vengo a ofrecer mi corazón”, por ejemplo) a canciones de amor inolvidables (“Te vi”). Fue el artista que mejor encarnó el sincretismo del rock argentino que siguió a la dictadura con su combinación de modernidad, apego a la tradición, mentalidad pop y amplitud poética. Así consiguió colarse en un lugar al que solo han accedido nombres como Spinetta, García, Ceratti y Solari, por nombrar a los más grandes.

En los últimos 20 años, ha hecho discos que aportaron principalmente grandes canciones a su catálogo aunque en general tienden a lo desparejo. Hoy es un artista de repertorio con carrera continental, prestigio y un nivel que lo ubica a la altura de sus grandes admirados.

La ciudad liberada, publicado el viernes 24 de noviembre y desde entonces disponible en Spotify, es un disco alegre aunque con cierta bronca por el tiempo que nos ha tocado en suerte. Y a pesar de esa indignación, se siente como un alivio después de la tensión de Rock and Roll Revolution, uno de los más furiosos discos de ruptura de la historia como quedaba clarísimo en esa diatriba que daba nombre y comienzo al disco. Ese rencor no le quedaba bien y ya se había licuado para Locura total, su disco con Paulinho Moska.

Acá va por otro lado. Y aunque habla de la violencia contra la mujer (“porque nunca estés sola en la oscuridad, porque nadie te dañe ni te haga llorar, porque todo los hombres seamos mujeres al menos un segundo”, dice y explica la polémica tapa del album que muestra un cuerpo de mujer con cara de Fito Páez) “Aleluya al sol”, la canción que abre el disco, tiene un ritmo sincopado y una letra incontenible. Yo te amo -su disco de 2013 y que no estaba nada mal- empezaba en ese mismo tono.

“El album es un delirio”, le había adelantado Páez al diario La Tercera de Chile. “Es como si entraras en una ciudad y te metieras en cada barrio donde siempre vas a encontrar algo diferente”.

Y es cierto. La ciudad liberada es un resumen de las muchas inquietudes (musicales, personales, políticas) de Páez, quien nunca ha dudado de compartir sus estados de ánimos. En su variación de ritmos (hay de todo, la verdad) y en que comienza saludando al sol y describiendo un sueño y que se cierra con un “felices sueños” tras una canción de cuna instrumental, le da al disco una forma circular y hasta la posible idea de haber pasado un día de agotadora travesía urbana.

En el medio, hay canciones buenísimas como el diagnóstico mundial en forma de suite que es “Islamabad”, cosas bien Páez como “Soltá”, “Nuevo mundo”, y una crónica de la grieta como “El ataque de los gorilas”. En el repertorio se incluye una canción que, dice, Pity Alvarez le susurró en un sueño (“Wo Wo Wo”); el intoxicado recibió el crédito correspondiente.

El nombre del disco viene de una frase del poeta Néstor Perlongher y hay algo de su mirada en todo el disco. Aunque, claro, lo que sobresale es la presencia espiritual y rítmica de Charly García. Rock and Roll Revolution se suponía que ya desde la tapa con un Charly extraflaco dejando todo en el escenario, era un homenaje pero terminó siendo otra cosa. Acá hay Charly por todos lados. Se deja ver citas musicales y poéticas: “Tu vida, mi vida” es una relectura de “No soy un extraño” pero a la vez es tan Fito y “Se terminó” es el Charly de Tango con cita a Sui Generis incluida. Páez siempre ha sido agradecido con sus maestros.

Pero, más allá de las influencias o las citas, Páez, que tiene 54 años está en un estado de gracia y eso está claro en una nueva incontinencia creativa que esta vez, sí, se concretó en un gran disco.

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