Hoy se preestrena Búsqueda implacable en Uruguay

Liam Neeson: una nueva dirección

De un tiempo a esta parte el actor norirlandés Liam Neeson se convirtió en un héreo de acción típicamente hollywoodense. Algo impensado para un actor que, hasta no hace mucho (unos diez o quince años) parecía tener conformada toda una carrera en roles dramáticos dentro de la industria o bien en el teatro. Antes que nada, Neeson empezó como actor de teatro en el Belfast Lyric Player’s Theatre y en el Abbey Theatre de Dublín.

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El norirlandés cierra con "Búsqueda Implacable" una trilogía que lo llevó al campo de la acción.

En la gran industria, se destacó por papeles en La misión (1986, Roland Joffé), Sospechoso (1987, Peter Yates), la aclamada La lista de Schindler (1993, Steven Spielberg) o Los Miserables (1998, Billie August) entre otras.

Pero desde mediados de la década pasada hasta ahora, lo que nos llega de Neeson a las salas uruguayas es más bien pobre, monótono y alejado de la imagen que en algún momento pudimos tener.

Tal vez sus últimas pinceladas en la industria sean su papel como el padre Vallon en Pandillas de Nueva York (2002) de Martin Scorsese y un breve papel en la trilogía de Batman dirigida por Christopher Nolan, más que nada en la primera entrega, Batman Inicia (2005).

Desde entonces, Neeson se embarcó en la trilogía Búsqueda implacable, que ahora llega a su final, interpretando el mismo papel de héroe familiar todopoderoso en cada película. Verlo sostener una pistola con algún rasguño en la cara o golpeando a un montón de enemigos que lo rodean y nunca consiguen derribarlo —casi como solía hacerlo, en sus mejores épocas, Steven Seagal— es una imagen recurrente. No solo lo hace en las tres de Búsqueda..., lo hace en Brigada A: Los magníficos (2010), en Desconocido (2011) y en la reciente Non-Stop (2014). Todas lo presentan en un rol prácticamente idéntico y carente de matices, donde solo corre y pega durante dos horas.

Que esta hiperactividad en proyectos rutinarios de acción de alto presupuesto y pocas luces coincida con su alejamiento del teatro —no actúa desde 2002— no es casualidad.

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