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"La ira de Dios": tragedia y venganza en la nueva película de Netflix con Diego Peretti

Se estrenó un policial argentino en el que un escritor se venga de una muchacha y un periodista intenta revela sus crímenes; el elenco lo completan Juan Minujín y Macarena Achaga

La ira de Dios
Minujin, Achaga y Peretti, juntos en "La ira de Dios"

Ayer llegó a Netflix uno de los largometrajes argentinos producidos por la plataforma más importantes de la temporada. Se trata de La ira de Dios, adaptación de la novela de Guillermo Martínez, La muerte lenta de Luciana B. (un proyecto que durante años Adolfo Aristarain también intentó llevar al cine).

Con el protagonismo de Diego Peretti, Macarena Achaga y Juan Minujín, el film cuenta la historia de una joven que se convierte en víctima de una venganza llevada a cabo por un renombrado escritor.

Para Luciana (Macarena Achaga) la posibilidad de trabajar con un prestigioso escritor como Kloster (Diego Peretti) es incomparable. La joven asiste al novelista en la creación de su nueva pieza y tipea con fascinación las palabras recitadas por ese artista que tanto admira.

En esa cotidianidad de dictados, Luciana es casi una más en la familia de Kloster. Se convierte en niñera de su pequeña hija y trata al escritor de igual a igual.

Hasta que una tarde todo cambia: Kloster confunde la naturaleza del vínculo profesional y da inicio a una serie de causalidades (y casualidades) que desencadenan en una tragedia y en una venganza que convierte a Luciana en la víctima de un enorme rencor.

A partir de allí, el novelista establece un macabro juego que empezará a arrinconar a la protagonista.

“El vínculo de Kloster con el personaje de Macarena es generacionalmente muy distanciado y es laboral”, explica Peretti. “Pero la película narra una transformación a un vínculo emocional más complejo y peligroso”.

“Ella al principio siente una admiración que luego se convierte en pánico”, agrega Achaga. “Y los personajes viven así una transición extraña”.

Poco a poco, Kloster hace de la vida de Luciana un infierno, y a lo largo de un desgarrador viaje personal, la protagonista atraviesa una curva muy compleja.

“Luciana empieza siendo una niña inocente y eso implica que la vida le va a suceder”, explica Achaga. “Un poco se le desfigura esta silueta del mundo color de rosa, porque cuando te pasan cosas tan radicales, siendo tan chica, hay algo de la construcción de tu personalidad que no se termina de definir. Entonces vemos que Luciana crece y es una persona socialmente incómoda, que no terminó de desarrollar la habilidad de empatizar con otras personas, porque su vida completa gira en torno a un problema y a ese conflicto inicial. Entonces todo está teñido por esa angustia y el trato que tiene con ella misma es bastante triste”.

Luciana se encuentra sola. Kloster avanza sobre ella destruyéndolo todo a su paso y, con la intención de buscar ayuda, la protagonista recurre a un viejo conocido, Sebastián Rey (Juan Minujín).

Es un periodista que nunca pudo posicionar su nombre, algo que lo convirtió en una persona apagada, atrapada en investigaciones rutinarias y la elaboración de artículos que lo incentivan poco y nada. Y en el pedido de ayuda de Luciana, encuentra una meta pero también una forma de saldar viejas deudas.

“Creo que es un periodista que está muy resentido, que le hubiera gustado ser un escritor renombrado, como el personaje de Diego, y cuyo gran motor es la envidia que tiene por él”, dice Minujín. “Más que un periodista que busca la verdad es un periodista que busca hundir a alguien que le clavó una espina varios años atrás”.

El papel de Minujín, en muchos sentidos, es hijo directo del policial negro. Se trata de un periodista taciturno, que se mueve entre las sombras y cuya única compañía son el whisky y los cigarrillos. Y si bien se trata de un tipo de personaje que se vio en varias obras de este tipo, el actor le imprime rasgos que hacen de Rey alguien único en su estilo.

“Se trata de ecualizar el saber en qué género se mueve uno, porque eso ampara a la situación, y el espectador entra por ahí también”, dice Minujín. “Uno ve al escritor encumbrado y ya va relacionando todo con algún género, pero a la vez busqué singularizar y encontrar rasgos personales de este rol, para que no sea simplemente repetir algo que ya está hecho”.

Por otra parte, Minujín destaca que al momento de construir este papel se adentró en el mundo del periodismo, con el objetivo de darle veracidad a su Esteban Rey. “Me interesa investigar, ir a los lugares”, dice. “Para esta película mi intención fue ir a las redacciones, estar ahí, aunque en el medio apareció la pandemia y muchas cosas no se pudieron hacer. Pero en general me gusta ir, estar, si voy a ser un abogado, entonces estar con abogados, o si voy a ser un médico, estar en un hospital. El guion es como un hueso y a eso hay que ponerle los tendones, los músculos, las venas y la piel, y todo eso proviene de diferentes lugares”.

Desde hace varios años, la marplatense Achaga viene construyendo una sólida carrera que le permite navegar entre proyectos muy distintos y, curiosamente, con un pie siempre puesto en el exterior.

Luego de un paso por MTV, en 2012 ganó mucha popularidad gracias a su trabajo en la telenovela mexicana Miss XV, un debut que la llevó a participar de otras ficciones como Sitiados, Cumbia Ninja, El regreso de Lucas y recientemente, interpretando a Michelle Salas en el miniserie de Luis Miguel.

Por ese motivo, Achaga dice que tiene un sabor especial la posibilidad de protagonizar un film argentino, que le permitirá mostrarse ante un público que quizá no la conoce, o que si la conoce puede que no sepa de sus raíces argentinas.

“Para mí esto es una cosa que supera mis sueños, es un honor y una especie de premio a tanto esfuerzo. Es difícil estar lejos de casa, de las raíces y el año pasado me tocó interpretar solamente personajes argentinos, y eso me llena de orgullo y de emoción. Entonces me lo tomo con mucha responsabilidad. Esto es algo muy importante, me considero realmente muy afortunada”.

“Espero que esta película abra algún interrogante y que cuando termine puedas seguir pensando y charlando un poco sobre eso”, destaca Minujín con respecto al planteo del relato. “Hay tantas cosas que a veces uno las consume como si fueran una especie de hamburguesa que entra y que no te deja más que el momento de estar ansioso sobre qué va a pasar -agrega-. Pero si generamos un contenido que deje alguna pregunta abierta, me parece interesante”.

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