Lo que hay entre la culpa y la inocencia
Crítica a la película Acusada que protagonizan Lali Espósito, Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez que se estrenó hoy
Cómo un crimen no solo afecta al acusado, en este caso la joven Dolores (Lali Espósito), sino a toda su familia, es la base de Acusada, la película de Gonzalo Tobal que llega hoy a nuestro país, tras su estreno mundial en el Festival de Venecia, donde integró la Selección Oficial.
Hace dos años que Dolores y sus padres se encuentran en una batalla legal donde los sellos, papeles, el entrenamiento para declarar y la burocracia, son parte del lado no tan mostrado del tipo de juicios que tantas veces se ven en el cine y televisión.
Eso es porque a dos años de la muerte de Camila, la fiscalía tiene una única acusada: Dolores, quien tendrá su juicio después de muchas pastillas, alcohol, ansiedad y depresión, y tras sentirse una paria de la sociedad, encerrada en su casa todo el día, alejada de sus amigas, del colegio y la vida que tenía entonces. La prensa también tendrá su papel, intentando mostrar su versión de los hechos, señalando culpables con una mano y pidiendo entrevistas con la otra.
Cómo empatizar con la opinión pública, y cómo el moverse y hablar influye a la hora de tomar decisiones y mostrar una imagen de inocencia, son parte de la trama de este drama potente que cuenta con buenas actuaciones. Se destaca Espósito en base a sus miradas y gestos, aunque su voz no siempre logra transmitir lo que su cuerpo sí hace.
Si bien Espósito es conocida por sus actuaciones en comedia, aquí hace un muy buen trabajo, lleno de matices, en el que su característica sonrisa ni se asoma. Acá hay dolor y sufrimiento y ella lo refleja muy bien. La acompañan Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez como sus padres, angustiados y cansados de todo el proceso judicial que también los ha afectado tanto en el plano social y familiar como en lo económico.
Argentina, 2018.
Fotografía: Fernando Lockett.
Edición: Alejandro Carrillo Penovi.
Duración: 108 minutos.
Pero Acusada es una película donde los detalles también cuentan la historia, las imágenes sutiles que Tobal va presentando para construir esta historia que insinúa mucho y dice muy poco. Muchos silencios, bien utilizados, generan tensión y dramatismo y llenan la película, como si tampoco el director quisiera tomar partido ni decir si la joven es culpable o no.
La historia es comparable con el documental Amanda Knox (está en Netflix) sobre la mediatización de un caso judicial y de una acusada que afirma su inocencia, mientras los medios y fiscales se encaprichan en señalarla como a la culpable del crimen.
Es en esa incertidumbre entre la probabilidad y la posibilidad, donde se sumerge el espectador a lo largo de las casi dos horas de Acusada y donde se dan los mejores momentos de este drama que tiene gran fotografía, y una música magnífica.
Inocente o culpable, lo que importa en Acusada es cómo viven ese proceso los involucrados, y eso se trabaja bien.
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