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Crítica de "El regreso de Mary Poppins": siempre se necesita una niñera que nos rescate

Se estrenó la secuela del clásico de Disney con Emily Blunt, el mismo encanto y algunos de sus fallos

El regreso de Mary Poppins
"El regreso de Mary Poppins", Blunt, Miranda y los nuevos niños de la familia Banks

Mary Poppins siempre aparece en momentos difíciles. Y no solo para la familia Banks. Cuando se estrenó la original, y eso fue en los prehistóricos mediados de la década de 1960, eran tiempos convulsos para la industria del cine y para el mundo. Era una especie de anacronía, un salvoconducto hacia la fantasía que recurría a la magia de una niñera (con esa carita de Julie Andrews), para dar un poco de esperanza y un poco de magia a una familia disfuncional en un mundo que estaba a un paso de desmadrarse. Disney siempre entendió qué películas precisaba el público y Mary Poppins era, por lo visto, la dosis que se precisaba.

Eso explica, por ejemplo, sus cinco Oscar sobre 13 nominaciones en la ceremonia de 1965, en la que ganó otra fábula sobre la esperanza y la redención, Mi bella dama. La necesidad de placebos cinematográficos explica también por qué no se llevó nada ese año Dr. Insólito, la película de Stanley Kubrick que planteaba un diagnóstico un poco menos optimista; y que al año siguiente ganara como mejor película La novicia rebelde, que tenía también la cara de Andrews y era más o menos lo mismo, pero sin magia y con nazis.

Así que si épocas difíciles necesitan de niñeras mágicas, este era el momento ideal para que volviera aquella celadora voladora a poner un poco de orden. En El regreso de Mary Poppins hay un mundo deprimido económicamente y a merced de banqueros inescrupulosos y voraces, capaces de dejar a una familia tan encantadora como los Banks sin techo y, quizás, sin comida. Unos breves apuntes de soslayo dan cuenta de cierta pobreza en los alrededores que, tranquilos, no llega a rozar el modo de vida de este grupo de personajes que vive en un Londres de cartón piedra. Es, como la otra, una película anacrónica.

La historia retoma a aquellos niños de la primera. El varón, Michael (Ben Whishaw) es un viudo con tres hijos, y la nena (Emily Mortimer), una mujer soltera que, con porte de la sufragista más amable del mundo, carga carteles para mítines sindicalistas. Están en problemas cuando se enteran que el banco está por rematarles la casa, y el viudo es bastante inútil para resolverlo.

Si esas no son las condiciones para que aparezca de nuevo Mary Poppins, no sé qué se precisa. Ahora la niñera tiene la belleza y la simpatía de Emily Blunt que viene, más o menos con la misma batería de hechizos, para ordenar la casa y la vida, una vez más, de los Banks. Esta vez no tiene de aliado a un deshollinador (aunque Dick Van Dyke tiene, a los 92 años, una simpática aparición) sino a un farolero interpretado por Lin-Manuel Miranda, el ganador del Pulitzer por Hamilton, que canta lindo pero siempre con la misma cara.

Más allá de esas actualizaciones, El regreso de Mary Poppins, que tiene cuatro nominaciones al Oscar, está a medio camino entre secuela y remake. Están los números musicales (aunque ninguno tan pegadizo como “Chim Chim Cher - ee” o “Supercalifragilisticexpialidocious”: La canción que está nominada al Oscar, “The Place Where Lost Things Go”, es un lento de los que Broadway hace por metro. La mejor canción, quizás sea “Trip a Little Light Fantastic”, con Miranda y coro de faroleros con facilidad para el baile.

"El regreso de Mary Poppins" tiene cuatro nominaciones al Oscar: mejor música, canción, vestuario y diseño de producción.

También está el momento animado que parece sacado del archivo de Disney, los escenarios de estudio, los secundarios simpáticos (un abogado bonachón, el ama de llaves, Meryl Streep con acento raro), la dirección rutinaria (antes Robert Stevenson, hoy Rob Marshall, el de Chicago, y su irritante costumbre de fraccionar coreografías en el montaje) y un número final donde todos los adultos en la vuelta (los personajes y los espectadores), entendemos que aún hay magia y amor en el mundo. Incluso en uno como este.

Es cine clásico, demasiado clásico, pero qué más se puede pretender de la vuelta de un personaje que, incluso en su tiempo, ya era un poco demodé. Lo que queda es disfrutar los colores, mover los pies con algunas canciones y dejarse llevar, porque Mary Poppins tendrá su magia, sí, pero el cine (incluso uno así) también tiene lo suyo. Solo hay que dejarse llevar por la nostalgia y, quizás, no ser tan quisquilloso como esta crítica.

Ficha
El regreso de Mary Poppins * * *
OrigenEstados Unidos, 2018
Título originalMary Poppins Returns
Estreno24 de enero, 2019

Director: Rob Marshall. Guion: David Magee sobre una historia cinematográfica de Magee, Marshall y John De Luca sobre libro de P.L. Travers. Música: Marc Shaiman, Scott Wittman. Montaje: Wyatt Smith. Fotografía: Dion Beebee. Diseño de producción: John Myhre. Vestuario: Sandy Powell. eparto: Emily Blunt, Lin-Manuel Miranda, Ben Whishaw, Emily Mortimer, Pixie Davies. Duración: 130 minutos. 

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