Es uruguayo, hizo éxitos de la tevé argentina y hoy está en serie que rompe récord en España

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Cuando mira para atrás y cuenta los comienzos de una carrera larga, Juan Herrera dice que alucina. No era consciente —porque a veces, para avanzar, no hay que serlo— de que estaba, con su “cámara periodística”, en el lugar donde muchos querían estar: al lado de las grandes estrellas del rock argentino, como testigo de sus giras, los rodajes de sus videos, sus intimidades. Tiene anécdotas en los entornos de Charly García, Fito Páez, Luis Alberto Spinetta, pero no las cuenta. Argentina es su pasado.

De eso, de no ser consciente y de insistir, de arriesgar, de querer, hay mucho en la vida de este uruguayo de 50 años, 22 en suelo español, otros tantos en tierra argentina, y 15 en el corazón de una serie que acaba de romper una marca insólita para la televisión en español: Amar es para siempre.

Está, por ejemplo, aquella vez en que una clienta de la papelería en la que trabajaba le dijo, cuando era apenas adolescente, si no quería servir como auxiliar de cámara los sábados y domingos, en fiestas y eventos. Está también la vez que, en el año 2000, se fue a España para desarrollar un par de programas de la productora argentina Cuatro Cabezas, convencido de que en cuestión de meses estaría de vuelta en casa. O la mañana de 2007 en la que por primera vez trabajó en el set de la que por entonces se llamaba Amar en tiempos revueltos.

No sabía, cuando tomó esas decisiones, que iba a encontrar el oficio de su vida, que iba a dejar atrás el Río de la Plata y que iba a pasar 15 años como parte del engranaje de una serie que haría historia. Ahora, desde allá, Juan Herrera resume a Sábado Show: “Ya tengo 50 palos. Esto es lo que sé hacer, se me da prudentemente bien, y me encanta”. Y eso es todo.

Nació en el Parque Rodó, emigró “de muy pequeñito” hacia Argentina junto a sus padres y hermanos, y comenzó a trabajar en la industria cuando la tele por cable empezaba a florecer. Estuvo en ESPN y en el equipo de Cuatro Cabezas, la productora de Mario Pergolini y Diego Guebel que, en tiempos donde la televisión cambiaba de impronta, aportó El rayo y CQC.

El rayo fue el pasaporte de Herrera hacia España. Viajó a desarrollar una versión local del formato y una de TRIP!, un programa —entonces muy moderno— en el que dos celebridades viajaban en auto, charlaban de la vida y eran registradas por pequeñas cámaras.

El rayo, dice, fue el proyecto de su vida: “Era un programón. Hicimos cosas muy impresionantes, que no nos dábamos cuenta, pero miradas en perspectiva eran cosas muy bestias”. Codearse con la cúpula del rock era apenas una parte de la ajetreada rutina.

Después, cuando Cuatro Cabezas soltó esos ciclos, Herrera prefirió no volver. Empezó a trabajar en ficción —estuvo en Periodistas y en Un paso adelante, un fenómeno juvenil que acá se vio por Canal 12, “un bombazo”— y pasó de producción en producción.

Eso hasta que se sumó a Amar en tiempos revueltos, que fue de 2005 a 2012 por Televisión Española y que a partir de 2013, ya con el nombre Amar es para siempre, es uno de los estandartes de Antena 3, que acá se puede ver en los servicios de televisión para abonados. En noviembre, Amar superó los 2.500 episodios y se convirtió, en el acumulado con su versión anterior, en la serie más longeva en la historia de la televisión de España. A diario, más de un millón de espectadores siguen el devenir de una familia, los Gómez Sanabria, y de un bar, El Asturiano, donde pasa todo. Es un emblema de la ficción hispana.

“Son estas cosas que nunca me planteé. Antes, como cualquier trabajador audiovisual en España, ibas a salto de mata: te metías en un proyecto, rodabas, te ibas a otro. Un poco así entramos todos a esta serie. Lo que pasa es que de golpe vas encadenando una temporada con otra, y cuando te das cuenta te has hecho mayor y seguís metido aquí adentro. Y si pudiera pedir una cosa a futuro, yo quiero 15 años más de esto”, dice Herrera. “Me gustaría que Amar es para siempre durara un poco para siempre. No es una superproducción de Netflix, pero en la parcela que ocupamos, lo que hacemos está muy bien”.

¿Y Uruguay, qué lugar ocupa hoy? “Lo tengo muy cerca sentimentalmente, por más de que llevo mucho sin ir. Uruguay me alegra y me duele por momentos. Que tengo la implicación, y la tendré toda la vida. Podré llevar 40 o 50 años aquí y seguiré estando pendiente. Y no es solo una cosa futbolística, que también. Es otra cosa. Como de identidad”.