FÁBRICA DE HITS

Coti en Montevideo: "La música uruguaya me atrapa, la siento como propia"

El cantautor argentino reconocido en el mundo por temas como Nada fue un error o Tu nombre se presenta en Sala del Museo el próximo 6 de diciembre. "Me gustaría hacer un dúo con Jaime Roos", imagina.

Coti Sorokin. Foto: Leo Mainé.
 "Las nuevas generaciones tienen otra relación con las drogas y otros prejuicios", afirma. Foto: Leo Mainé.

Saltó a la fama internacional hace casi dos décadas, de la mano de hits como Antes que ver el sol o Nada fue un error, y logró llenar un espacio vacante como referente del pop-rock argentino. Con el tiempo, se supo que otras exitosas canciones de la época también habían salido de su cabeza, como Me muero de amor (que popularizó Natalia Oreiro) o la emblemática Color Esperanza, interpretada por Diego Torres. Esta última enfrentó a los músicos en una polémica que dura hasta hoy. 

Nacido en Concordia, Roberto Sorokin —para todos "Coti"— mantiene un estrecho vínculo con Uruguay desde niño. Solía cruzar hasta Salto ocasionalmente y veraneaba en el Este, y todavía conserva varios amigos de este lado del charco. En junio su show agotó entradas en Montevideo varios días antes de la función y ahora regresa para repetir el suceso. Coti reúne a su popular cancionero el próximo 6 de diciembre en el escenario de Sala del Museo. 

Coti. Foto: Leo Mainé
"Diego Torres es un gran intérprete, pero no un gran compositor", sostiene. Foto: Leo Mainé

-Te hiciste famoso a comienzos de los 2000 con temas como Antes que ver el sol, pero antes habías compuesto varias de las canciones más exitosas de la época para otros intérpretes. ¿Tu vocación siempre estuvo sobre el escenario?

-Sí. Contrariamente a lo que se piensa, lo circunstancial para mí fue escribir canciones para otro. Yo empecé con mi proyecto musical personal y lo aparque porque fui papá de mellizos con 22 años. Me puse a laburar y ganar el mango. La salida que encontré fue escribir canciones, pero nunca dejé de tocar en bares. En las carreras que uno va forjando como puede, las circunstancias de la vida te van llevando y uno pelea con lo que tiene. Yo siempre luché como artista porque tuve la vocación de grabar mis discos, pero hubo momentos en los que me tuve que acomodar a mi circunstancia. Enseguida los mismos artistas que en ese momento eran enormes me decían “¿y vos cuándo vas a grabar tu propio disco?”. Yo decía que cuando tuviera asegurado el gas en casa lo iba a hacer. Eso vino poco después.

-¿Qué te pasaba cuando veías que había artistas que se consagraban con canciones que eran tuyas?, ¿implicaba solo alegría o generaba alguna incomodidad para el ego?

-A mí me encantaba porque era para lo que yo trabajaba. Cada vez que escuchaba una canción mía sonando en la radio pensaba “uh, un litro de leche más”, y me ponía súper contento. Además me llamaban cada vez más y con ofrecimientos más grosos. Nunca sentí eso de los celos que está en el imaginario popular. Al contrario. Sacar un tema y que reviente siempre fue tremendo.

-¿Qué tan difícil fue hacerte un lugar en la industria luego como intérprete?

-Fue difícil. Yo no nací en la cuna aristocrática del rock porteño ni tuve hermanos o padres que me facilitaran las cosas. No tuve una familia vinculada al espectáculo que me pudiera apalancar. Además, en el mundo del rock es más complicado hacerse un lugar como solista que con una banda, que brinda otra energía y contención. En una banda, uno hace la entrevista, el otro graba y el otro prueba sonido. Yo hago todo. Es una exigencia multiplicada. Los solistas que lo consiguieron son nombres muy potentes: Spinetta, Charly, Andrés, Cerati, Fito, Jaime. Yo me di cuenta de que era mi manera de hacerlo. Artísticamente sentí que mi forma era siendo autosuficiente.

-¿Cuáles fueron las palancas que encontraste vos para llegar al éxito?

-Gente con la que interactué. Hubo intercambios, como los que pasan en la vida o en cualquier trabajo. En esa lista están Javier Calamaro, Litto Nebbia, Andrés (Calamaro). No muchos más.

-Después, a lo largo de tu carrera has trabajado y cantado con una destacada lista de referentes, ¿cómo se han ido construyendo esos vínculos?

-Los años que viví en Buenos Aires fueron muy intensos e interactué con todos los que estaban. Fui parte de grandes éxitos como el disco de Turf que salió con Loco un poco y Yo no me quiero casar, que marcó a una generación. Los solistas tenemos esa posibilidad de ser independientes, e interactuar sin perder la personalidad. Me gusta eso de saber que en la esquina hay un flaco que toca la guitarra y acercarme para enseñarnos cosas. Así nacen grandes éxitos. La música es ese espíritu de unión e intercambio. Me han enseñado mucho más mis amigos que mis profesores.

-Lo planteás como algo natural, ¿pero qué tan fácil es congeniar en un dúo a músicos reconocidos y de personalidades fuertes?

-Si cada uno tiene su impronta y su estilo se pueden conjugar bien. Yo acabo de grabar un featuring con David Lebón, otro la banda de cumbia Los Palmeras y otro con Natalie Pérez. Lo que ocurrió en los tres fue maravilloso. Me llaman y yo pongo mi arte.

-¿Hay algún músico uruguayo con el que tengas pendiente hacer un tema?

-Un montón. Me encantaría hacer uno con Jaime (Roos), o con Jorge Drexler, con quien tengo más afinidad. También con Hugo Fattoruso. Admiro a mucha gente de Uruguay. Me atrapa la música uruguaya, la siento muy propia.

-¿Tenés alguna fórmula al momento de componer?

-No la hay. Uno va mezclando una intuición con los conocimientos, la experiencia. Pero no es una fórmula. Hay canciones que yo pensaba que iban a ser un éxito y no lo fueron, y otras que yo no pensaba que fueran a ser un éxito y lo fueron.

-¿Cuál te sorprendió?

-Tu nombre, que era una canción lenta que saqué como un agregado en un disco en vivo. Hoy es una de las más cantadas y versionadas.

-¿Cómo fuiste encontrando el estilo que te identifica hoy?

-Eso fue con el tiempo. Con una primera obra no se puede pretender tener un estilo, porque para tenerlo hace falta cantidad. Con el correr del lápiz, de los discos, de las giras, las canciones y las horas de estudio uno lo va encontrando. Hay que relajarse y hacer lo que sale de adentro y ahí va a generar su propio estilo sin una forma consciente de querer desarrollarlo. Por eso siempre produje mis propios discos: para mantener esa personalidad a la hora de escribir, cantar, grabar e interpretar los arreglos.

-¿Hay alguna de tus canciones que te guste más cómo queda en la voz de otro?

-No, cada canción es un mundo y se puede interpretar de diferentes maneras. Hace poco tiramos el hashtag #UnaDeCoti y un montón de gente empezó a subir sus versiones. Había varias hermosísimas. La canción popular es un género que va cambiando de traje, y la esencia queda. No importa quién la interprete porque las grandes canciones soportan un montón de versiones e idiomas diferentes.

-¿Entonces al momento de componer no hay que tener en cuenta quién va a interpretar el tema?

-En absoluto. Cuando uno es principiante piensa eso de “cómo es el estilo de tal”, y es un error total. Yo lo he cometido. Lo que uno se tiene que proponer con una canción es decir algo, y no meterse adentro de alguien. Yo no puedo sentarme a escribir pensando cómo sería la próxima canción de Coti. Lo que tengo que pensar es cómo sería la mejor canción que voy a escribir. No importa lo otro.

-¿Por qué estás en contra de la utilización de tu música para fines políticos?

-Si una canción está ligada a una campaña política partidaria particular, así como a una marca de pañales, deja de tener la posibilidad de ser cantada por todo el mundo. Pasa a tener que ser cantada solamente por la gente que quiere comprar esa marca o votar a ese color político. Yo no quiero que mis canciones tengan ese corset. Me han ofrecido millones de dólares para campañas políticas y publicitarias. No lo aceptaría, a menos que me esté cag... de hambre.

-Andrés Calamaro generó polémica en Montevideo al fumar marihuana en el escenario, ¿las actividades más vinculadas a lo creativo, como la música, están necesariamente más cerca de drogas que otras?

-No. La droga está en todos lados o no está en todos lados. No tiene que ver con la música. Yo tenía amigos que fallecieron por problemas serios con drogas y no tenían relación con la música. Eso es un mito justamente por estas cosas. Nosotros boconeamos más. Es más marketing que otra cosa. Los sudamericanos nos creemos que ese marketing es verdad y terminamos intentando hacer lo mismo que Keith Richards pero con cosas de mala calidad y nos hacemos mierda. Ellos son vivos, sino no tendrían 80 años y seguirían tocando y haciendo giras. Es más lo que dicen que lo que hacen. Nosotros creemos que hay que hacer eso y mucha gente queda en el camino por seguir un ejemplo raro. Pero creo que ya es old fashion todo eso.

-¿La nueva generación de músicos tiene otro discurso?

-No sé si las nuevas generaciones son más sanas, pero tienen otra relación con las drogas y otros prejuicios. No vivieron lo que vivimos nosotros, que la rebeldía pasaba por fumarse un porro. Quedó demodé. Para los chicos jóvenes fumarse un porro es lo más normal del mundo, como tomarse una cerveza.

-¿Y contra qué se rebelan?

-Los jóvenes están preocupados por otras cosas más sanas, como la injusticia social, la mala distribución de la riqueza, la educación gratuita. Los jóvenes son los que se movilizan contra el neoliberalismo. Eso es ser rebelde ahora. Fumarse un porro es una pelotudez. Tener una vida dura no es estar para la falopa, sino tener hijos con 20 años, criarlos y seguir tu pasión. No pasa por hacerse el rockero.

-Vos siempre mantuviste un perfil bajo en ese sentido...

-Porque yo tuve hijos joven. ¿Iba a estar jugando al reventadito?, ¿para qué?, ¿quería que les hicieran bullying en el colegio porque su viejo es un falopero?

-Te molestaste con Diego Torres por haber dicho que Color Esperanza es de su autoría, cuando es un tema suyo. ¿Es una incomodidad que surge ahora o viene de antes?

-Viene de antes. Ya habíamos tenido charlas con respecto a esto. Cuando salió la canción, me llovían entrevistas de Diego en las que decía que él la había escrito. Tuvimos una charla una vez y me pidió disculpas. Hace un par de meses volví a ver ese tipo de actitudes. En el acto en Venezuela dijo: “Estoy contento de que mi canción sea un himno de esta movida”. Y después lo volvió a decir en una entrevista del periódico La Vanguardia. Yo se lo mandé a él, como diciéndole “ya habíamos hablando este tema”, pero no tuve respuesta. Yo no le quito mérito a lo que él hizo. Cuando alguien dice “qué lindo que canta tal”, yo no digo que es mi voz. Él es un gran intérprete, pero no lo considero un gran compositor.

-¿Es un tema al que le tenés un cariño especial por haber sido como un himno de la época?


-Es que por mucho tiempo no le tenía cariño porque pasaba todo esto. Después la traje a mi casa de vuelta de alguna manera cuando la empecé a cantar. Lo más sano es que todos nos reconozcamos los méritos. Yo no me asigno un mérito que no es mío, ni él debe hacerlo.

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