Parir en casa

El triste caso del bebé fallecido en La Paloma y los partos en el hogar, permitidos pero cuestionados

El trágico caso reabrió el debate sobre los nacimientos en el hogar, que no están prohibidos pero el Ministerio de Salud Pública no los aconseja. ¿Qué riesgos advierten distintos especialistas?

Mujer embarazada.
Según estimaciones, casi el 1% de los nacimientos en Uruguay ocurren en el domicilio.

Las primeras horas de vida de Martín fueron en la tranquilidad de su hogar. Pegado al pecho de su madre Cecilia, abrazado por su padre José Pablo y la hermana de tres años Julieta, en el living de su casa de la ciudad de Canelones, repleto de almohadones, nylons y toallas de varios colores. Esa es la primera foto de Martín, que el 10 de marzo de 2022 llegó al mundo de una manera que sus padres describen como soñada y perfecta. “No sé si puede haber algo tan hermoso. Toda la familia estaba unida ahí en ese momento tan íntimo, tan nuestro”, dice José Pablo.

La pareja recibió la asistencia de un grupo de parteras que estuvo en el momento del parto, pero también antes, durante todo el proceso previo, y luego, además, los acompañó en los días de puerperio. Fueron quienes les informaron de los riesgos y beneficios de la decisión que estaban tomando y armaron una hoja de ruta para tener en claro cómo actuar en el momento del parto.

Los nacimientos en casa se planifican con mucho detalle; en el caso del bebé de Cecilia las parteras tenían previsto un plan A, uno B y otro C. Los posibles escenarios iban desde un panorama ideal —como pasó—, hasta un eventual traslado de urgencia a cargo de una emergencia móvil. Los controles durante el embarazo los hicieron en su mutualista, con una ginecóloga al tanto de su decisión de tener al bebé en casa. En aquel momento, también recibieron la información profesional sobre su decisión. “Fue algo que lo habíamos pensado para el primer embarazo, pero después fueron pasando los meses, más los miedos que teníamos, los mitos que hay, y bueno nació en la mutualista”, explica José Pablo sobre su primera hija.

Cecilia sintió la primera contracción cuando iba camino a la última consulta con las parteras, el jueves 10 de marzo a la mañana. Pero eran muy pocas y leves. “Nos dio tiempo para todo, no te digo que estábamos súper tranquilos, pero llegamos a casa, pudimos almorzar y Cecilia se dio una ducha para estar cómoda”, cuenta José Pablo.

Todo esto transcurrió en comunicación con las parteras, que ya sobre las 14 horas se subieron al auto para ir a la casa de Cecilia, porque las contracciones se intensificaban. Todo fue bastante rápido; unas tres horas y poco de trabajo de parto, hasta que el nacimiento sucedió a las 17:55. Madre e hijo recibieron asistencia en el momento, y como todo se desarrolló con normalidad, esa primera noche la pasaron en la paz del hogar.

Tal y como estaba planeado, a la mañana siguiente un pediatra llegó a la casa familiar y revisó a Martín, igual que se hace en un centro de salud. Luego de eso, vino la parte legal. “Las parteras te hacen el certificado de nacido vivo, y con eso tenés que ir al Registro Civil para hacer la partida de nacimiento. No es que nos hicieran problema, pero no entendían mucho y tuvieron que estar averiguando. A ellos les suele llegar de manera automática porque la mutualista carga en un sistema el nacimiento y ahí mismo se asigna el número de cédula”, explica José Pablo.

embarazada
En 2012, el MSP lanzó las primeras políticas públicas en pos del parto humanizado.

¿Qué diferencia hallaron entre esta experiencia y el nacimiento de su primera hija? La historia del nacimiento de la primera hija no fue “tan soñada”. Julieta nació en la maternidad de una mutualista privada en Montevideo. La recuerdan como una experiencia muy invasiva, dentro de las prácticas que suceden de manera habitual en los centros de salud. “Llegamos a las 4 de la mañana, Cecilia con pérdidas y contracciones, pero no nos dieron mucha bolilla. La revisaron y nos dijeron que nos fuéramos, que todavía faltaba, que en tres, cuatro horas volviéramos”. Pero se quedaron porque las contracciones avanzaban y con cada una llegaban más pérdidas. “A los 20 minutos voy y golpeo de nuevo, porque a Cecilia la dejaron sentada esperando como estaba yo, no la habían ingresado a sala ni nada. Y ahí la revisa otro médico y nos dicen que ya estaba para tener, pide una silla de ruedas y todo se empieza a mover rápido”.

Habían pasado apenas 20 minutos entre que un médico les dijo que se fueran a su casa y el segundo ingresara a Cecilia para parir. Si bien los dos conocían sus derechos y tenían un plan de parto, Cecilia dio a luz acostada en una cama, incómoda, resbalando, con continuas intervenciones del personal de salud. “En ese momento ni yo me di cuenta de pedir, de preguntar, para que se pare y camine, para que se duche. Y no fue solo eso, fue todo lo que vino después, durante esos días internada. Cecilia no pudo dormir. Cuando la bebé se tranquilizaba e iba ella también a descansar, llegaba una enfermera, después otra, o la nurse, a preguntar algo. Cada dos o tres horas entraban y prendían las luces”, cuenta José Pablo.

El caso de La Paloma.

Hay historias que de la forma en que son relatadas por sus protagonistas parecen de ensueño, pero distintos especialistas en ginecología no recomiendan el parto en casa. Estos expertos advierten que las condiciones no están dadas en Uruguay y que se corren muchos riesgos innecesarios.
El debate resurgió la semana pasada, cuando se hizo público un caso trágico que ocurrió en la ciudad de La Paloma, Rocha, el miércoles 14 de junio a la mañana: un bebé falleció en un parto en casa. La madre, una mujer de unos 30 años oriunda de la localidad, concurrió a todos los controles ginecológicos de su embarazo en la policlínica de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). Junto con su pareja, un hombre de su misma edad, decidió tener al hijo en el hogar, pero la situación no salió como esperaban.

Según reconstruye el comisario Mario Correa de la seccional 11 de La Paloma, los padres se trasladaron con urgencia en taxi hasta la policlínica pública, pero los médicos no pudieron hacer nada. El doctor de emergencia que los asistió constató que el bebé había nacido sin vida y que el cuerpo no presentaba signos de violencia. La madre fue trasladada al Hospital de Rocha, donde permaneció internada por unos días.

La Fiscalía intervino, pero archivó el caso rápidamente y se dispuso la entrega del cuerpo del bebé a sus familiares. Esto fue porque no se hallaron indicios de ningún delito. La Policía confirmó que no participaron terceros en el parto: es decir que no hubo parteras acompañando a la pareja durante el nacimiento.

Los investigadores también tuvieron en cuenta que al notar que el bebé no tenía signos vitales, los padres recurrieron inmediatamente a un taxista de la zona, quien en una ciudad sin tránsito alguno en pocos minutos los trasladó al centro de salud. Por esto último se descartó una omisión de asistencia.

Médicos de la localidad confirman que la práctica de tener hijos en casa ocurre en La Paloma. ¿Qué tanto? No pudieron precisar cifras, pero sí afirman que no son hechos aislados. Lo mismo sucede a nivel nacional. Aunque cada vez más mujeres tienen hijos en sus domicilios, no existe aún una estadística clara, pero se estima que representan cerca del 1% de los partos.

Cifra confusa

¿Cuántos niños por año nacen en sus casas?

El Ministerio de Salud Pública (MSP) no tiene datos discriminados sobre este tipo de nacimientos. En las estadísticas los agrupa dentro de los partos vaginales que se dan por accidente, sea camino a un centro de salud o en la vía pública. Según los datos del MSP, del total de partos en todo el país registrados en 2020, el 54,28 % fueron vaginales, es decir “partos naturales”. Dentro de ese porcentaje un 0,84 % de ellos están incluidos dentro de la categoría “domicilio y vía pública”. La socióloga Fabiana Rodríguez Larrar realizó un trabajo académico sobre el tema, y en diálogo con El País explicó que si bien no hay datos oficiales tampoco existen organizaciones no gubernamentales que lleven una estadística. Por eso sucede que el único número que existe se mezcla con los partos que ocurren fuera de un centro de salud y terminan sucediendo así de manera casual y no habiendo sido planificados de esta forma por los padres. En este sentido, la investigadora concluye que son muy pocas las mujeres que tienen partos planificados en su casa en relación con el total de partos asistidos en todo el país.

Los riesgos.

“No sé el detalle de lo que pasó en este caso de La Paloma, pero es una pena porque es un ejemplo de algo que se pudo haber evitado, al menos con la asistencia de una partera. El parto sin asistencia alguna en domicilio no se justifica nunca, pero nunca. Ningún ginecólogo ni partera te lo va a decir”, opina Grazzia Rey, ginecóloga grado 4 y profesora agregada de la Clínica de Ginecotocología B del Hospital de Clínicas.

Para Rey, la única forma en que se podría dar es si la mujer y su entorno están absolutamente informados de todos los riesgos que se corren, que van desde desgarros vaginales, infecciones y hemorragias para la madre y riesgos de mortalidad y morbilidad para el feto.

“Nadie controla la salud fetal, no se están escuchando los latidos del bebé en el proceso del parto. Si bien podemos decir que el nacimiento es un proceso fisiológico, es el único en el que los profesionales de la salud tenemos dos vidas. Hay que controlar al mismo tiempo a dos pacientes”, plantea la médica.

Uno de los argumentos más fuertes que expresan los especialistas que no recomiendan los partos en casa, tiene que ver con la velocidad de respuesta si hay una complicación. “Nosotros promovemos la humanización institucional del nacimiento, es el mejor escenario para que se produzca el nacimiento con calidad y seguridad. Hay un elemento muy importante a atender, y es que un parto puede tener innumerables complicaciones, y en nuestro país no hay un sistema de regionalización y traslado de emergencia que nos permita pensar en que los partos se pueden dar en domicilio”, explica el doctor Leonel Briozzo, profesor titular de la Clínica Ginecotocológica A de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y jefe del Departamento de Maternidad del Hospital de la Mujer del Centro Hospitalario Pereira Rossell.

El Ministerio de Salud Pública (MSP) maneja el mismo criterio que explica Briozzo. En la Guía en salud sexual y reproductiva, de 2014, se recomiendan prácticas que tomen en cuenta siempre a la paciente y su voluntad a la hora de dar a luz, se insiste en que se le debe informar de todos sus derechos antes y durante el proceso de parto, pero no recomienda el parto en el domicilio.

Las parteras que asisten nacimientos en casa desarrollan un plan de seis meses de trabajo previo al parto y durante más de un mes están disponibles las 24 horas del día, atentas a salir para atender el parto. Tal y como ellas lo ven, el sistema integrado de salud debería de hacerse cargo de este tipo de nacimientos. De esta manera se generarían las condiciones que los propios profesionales señalan que no están, que es básicamente el sistema de traslado de emergencias.

referentes

¿Cómo son las casas de parto que funcionan en otros países?

Estos lugares son un modelo de referencia en países como el Reino Unido, Alemania y Japón. Son sitios donde las mujeres van a parir acompañadas de sus familiares, ubicados en predios de sanatorios y hospitales, para así garantizar que ante la más mínima complicación estarán cerca los médicos y la tecnología para actuar. La importancia de este modelo, es por un lado que las mujeres están con sus familiares durante el proceso de parto, pero también que posibilita que las embarazadas no entren en contacto con el resto de los pacientes que ingresan a una emergencia. Esto propicia un ambiente más amigable y reduce el contacto con enfermedades intrahospitalarias. La doctora Grazzia Rey visitó una de estas casas en Japón. “Las mujeres ingresan y solo ven a otras embarazadas y a bebés. No querés ir a parir y que junto a vos esté una persona politraumatizada por un accidente de tránsito”, plantea. Uruguay no está lejos de esta realidad. Según el doctor Leonel Briozzo, cuando fue subsecretario de Salud Pública, durante el gobierno de José Mujica, se planteó la posibilidad de que se creara una. “En ese momento no lo autorizamos porque la institución planteó un edificio que no estaba dentro del predio del centro asistencial de salud”. En el caso de Alemania, las primeras casas de partos fueron fundadas en Berlín en 1987 por iniciativa de varias parteras que no estaban de acuerdo con la forma en que eran asistidas las mujeres en los hospitales. De a poco, estos espacios se han ido integrando dentro del sistema nacional de salud alemán.

Una partera que trabaja de a dupla asistiendo partos opina que en Uruguay el uso de las emergencias móviles ha sido desvirtuado. “Atienden un resfriado, un dolor de oído en domicilio, pero para lo que es realmente una emergencia no están. Humildemente creo se debería de poner el foco ahí, es menos del 1% el caso de los nacimientos que se dan en casa”.

Ahora bien, desde el punto de vista económico, ¿qué tan accesible es parir en el hogar con asistencia especializada? Las cifras pueden variar, pero para que un grupo de parteras se encargue de un nacimiento en el hogar los montos se inician en unos 1.000 dólares. Para plantear una comparación, un ginecólogo tratante que asiste al parto de la paciente que atendió en los controles, muchas veces cobra por encima de los 1.000 dólares, según contaron mujeres que contrataron este servicio y también ginecólogos que lo prestan.

Violencia obstétrica.

“Hay muchas cosas que están fuera de nuestro control, el poder sobre la vida es una de ellas. Vos hacés todo lo que los médicos te dicen y eso no es garantía de nada. Todo puede pasar, hay que estar preparada, en mi caso lo hablamos mucho con mi compañero y sabíamos todos los riegos”, cuenta Carolina Borgia, coordinadora de la Red Latinoamericana y el Caribe para la Humanización del Parto y el Nacimiento Uruguay. A su tercer hijo lo tuvo en casa y asegura que no cambiaría nada por eso. “Recibimos a nuestro bebé con respeto, sin manoseos ni intervenciones innecesarias”, dice.

Sus primeros dos hijos nacieron por cesárea y en ambos casos tuvo muy malas experiencias. En el primer parto, el ginecólogo le mandó a romper bolsa y prepararla para la cesárea sin haber hablado con ella sobre las distintas posibilidades, ni explicarle porqué entendía necesario indicar una cesárea. “Va en las formas. Una cosa es que el médico se presente, te pregunte tu nombre y te explique. Otra es que entre a tu habitación y te diga ‘a ver gordita abrime las piernas que te voy a revisar.’ Esto es un proceso muy íntimo, donde está en juego la sexualidad y la genitalidad”.

Para la ginecóloga Rey las instituciones de salud al igual que los médicos han avanzado en lo que ella llama “parto respetado'', y cree que los casos de malos tratos hacia las mujeres ahora son excepcionales. Esta idea comenzó a aplicarse hace unos 20 años, aunque en Uruguay ya en 1970 el profesor y científico Roberto Caldeyro Barcia introdujo el término “parto humanizado”. Pero la realidad es que en nuestro país las prácticas de respetar a la mujer comenzaron como política pública luego de 2012, cuando el MSP publicó el Documento técnico de maternidades, que fue firmado por el ministro de ese momento, el doctor Jorge Venegas, bajo el grado de ordenanza ministerial.

Volvemos a la historia de Carolina. Su segundo parto fue aún más violento, y hasta hubo mala praxis, según dice. “Me dejaron más de seis horas en un pasillo porque no había sala y tuve una hemorragia grave. Por eso estaba segura que si ingresaba a un centro de salud (por un nuevo parto) me iban a volver a operar”.

Su tercer hijo hoy tiene cuatro años. Nació en su casa, en un parto prácticamente sin anestesia. “Iba a estar sola con mi pareja, pero después una compañera que hizo la carrera de partera conmigo me vino a acompañar”. Carolina es casi partera, cursó y aprobó todas las materias de la licenciatura, pero decidió no entregar la tesis. “Sentí que iba a ir a pelear contra molinos de viento, que no solo no me podía proteger a mí, sino a las otras mujeres que fueran a parir”.

Los tiempos han cambiado positivamente en el ambiente ginecológico, reconocen Rey y Briozzo. Es que ahora los nuevos doctores tienen otra formación que sigue claros parámetros donde los profesionales de la salud están al servicio de la mujer. “Antes hasta las formas de dirigirse a la persona eran horribles, les decían ‘a ver mamita’, ‘dale mamá’. Eso ya no, ya está. Se le habla por el nombre y si no lo sabemos es simplemente ‘señora’”, dice Rey. Agrega: “También era regla el rasurado, la episiotomía, el enema y parir acostada. Esto me pasó a mí con mis dos hijos. Pero por suerte la evidencia ha demostrado que todas estas prácticas no son necesarias, salvo excepciones”, explica la ginecóloga.

la paloma
Unos días atrás, las miradas se posaron en La Paloma, tras el fallecimiento de un bebé que nació en su hogar.

Briozzo, por su parte, plantea que en Uruguay puede haber algún ginecólogo que aún realice prácticas abusivas “pero son los menos”. En definitiva, ambos ginecólogos reconocen que tienen colegas más veteranos que durante toda su carrera realizaron prácticas invasivas, y como “los resultados fueron buenos”, es decir madre y bebé vivieron, se resisten a los cambios.

Para la activista Carolina Borgia la violencia obstétrica sigue presente en las salas de maternidad, y esta razón incide en que cientos de mujeres elijan tener a sus hijos en casa. “Sistemáticamente el mensaje del poder médico es que no podés, que no sos capaz. Esto es consecuencia de la mirada machista y misógina que existe sobre la mujer. Hay cero confianza en la naturaleza, el cuerpo de la mujer es visto como una máquina defectuosa que al menos tiene que ser controlada”, opina. Lo que molesta —continúa Borgia—, “es que las mujeres puedan decidir, no importa qué, si es tener a tu hijo en casa o una interrupción voluntaria del embarazo”.

“Empoderar” e informar a las mujeres, es una obligación que deben de cumplir los profesionales que trabajan en nacimientos, según la doctora Rey. “Desde el camillero, pasando por enfermería y los propios ginecólogos tenemos que desarrollar la empatía y esto se viene haciendo. La obstetricia es el arte de la paciencia”, dice.

Como sea, este es un tema que implica varias miradas, “pero la principal tiene que estar enfocada en los derechos de la mujer para decidir dónde quiere que se dé el parto”, dice Briozzo. Eso sí, siempre bajo la misma advertencia: “El nacimiento es uno de los procesos biológicos más maravillosos, pero contiene una cuota grande de imprevisibilidad en cuanto al resultado, por lo tanto se tiene que dar en un lugar donde se puedan atender las complicaciones. El parto en casa no está asegurado hoy por hoy en Uruguay. Las condiciones de traslado en tiempo y forma para la madre y el recién nacido no están garantizadas”, insiste.

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