OUTSIDERS

Peleas, egos y mucha dedicación: por qué en Uruguay es tan difícil adaptarse al duro mundo de la política

De Daniel Salinas a Ernesto Talvi: historias de éxitos y fracasos. ¿Uruguay no es tierra fértil para los outsiders?

Daniel Salinas, Ernesto Talvi, Edgardo Novick, Juan Sartori, Álvaro Villar, Guido Manini Ríos y Pablo Bartol. Foto: El País.
Daniel Salinas, Ernesto Talvi, Edgardo Novick, Juan Sartori, Álvaro Villar, Guido Manini Ríos y Pablo Bartol. Foto: El País.

Soy yo la que no quiere más”, dijo la semana pasada -un poco en broma, un poco en serio- Graciela Soto mientras su marido, Daniel Salinas, le pedía entre risas que diera explicaciones a los periodistas para comprender el porqué detrás de la decisión del ministro con la mayor aprobación del gabinete de dar un paso al costado y “volver a ser médico”. En el juego político, al igual que en tantos otros, la preparación es clave. Pero el más preparado no siempre es el mejor político ni el que sigue hasta el final.

El respaldo de parte de la ciudadanía -como ocurre en el caso de Salinas- es un beneficio para dar seguridad a la gestión y además es tierra fértil para la construcción de una carrera electoral. Sin embargo, entender las reglas del juego puede ser particularmente desafiante para quienes vienen de afuera de la política hasta el punto de lograr apagar esa ambición de poder. De hecho, la historia de los últimos años incluye varios casos de figuras a las que podríamos llamar “outsiders” que quisieron hacer carrera política u ocuparon cargos pero no siempre se adaptaron, ya sea porque no tuvieron respaldo en votos o porque no pudieron acomodarse al ritmo de un oficio que exige muchas horas de trabajo, dedicación y fortaleza para lidiar con peleas internas y rencillas, asumir unos códigos que no son los suyos. La política es dura y no es para cualquiera, se sabe.

Salvando las grandes diferencias, Ernesto Talvi, Edgardo Novick y Pablo Bartol fueron algunas de esas figuras externas a la política que tuvieron un paso fugaz. ¿Qué tiene la política uruguaya que dificulta el acceso de los outsiders? ¿Cómo se explica que a veces quienes gozan de la mayor aprobación de parte de la ciudadanía sean también quienes buscan alejarse de los cargos? ¿Hay un ambiente hostil hacia los que no son “militantes de toda la vida”?

Teorizar sin fundamento no tendría sentido. Por eso, lo primero es entender quiénes son verdaderos outsiders y quiénes no, porque cada uno de los casos mencionados anteriormente supone un escenario diferente, más allá de los puntos en común. “Se podría simplificar diciendo que un outsider es una persona que desarrolló su actividad profesional principalmente fuera de la política hasta que en cierto momento da un salto y decide incursionar”, responde el politólogo Rafael Porzecanski. También están quienes entienden que el outsider es aquel que cuestiona al sistema en general y su funcionamiento. Alguien que busca cambiarlo todo y desacredita lo existente. Algo así como lo que propone Javier Milei del otro lado del charco. Pero para la exvicepresidenta Lucía Topolansky, “eso acá nunca va a llegar acá” porque “un Milei sería inaceptable tanto en la izquierda como en la derecha” (ver aparte).

Todos los analistas consultados están de acuerdo en que es importante diferenciar a aquellos que se presentaron a la contienda electoral de quienes simplemente ocuparon cargos de confianza en una administración. De esa manera, Talvi y Novick están de un lado mientras, Salinas y Bartol están del otro. Para Porzecanski en Uruguay existe un “blindaje” hacia los outsiders debido al “alto nivel de institucionalización”, algo que no permite la aparición de “expresiones electorales personalistas” como sí sucede en el resto de América Latina.

Daniel Salinas y Luis Lacalle Pou. Foto: Francisco Flores.
Daniel Salinas y Luis Lacalle Pou. Foto: Francisco Flores.

Más allá de lo teórico, en los hechos el apoyo familiar, las presiones y la confianza que tiene la ciudadanía son algunos de los elementos que determinan el futuro en la gestión pública.

Juan Sartori y Guido Manini Ríos son vistos por los expertos como casos “de relativo éxito” dentro de quienes no son políticos de carrera, aunque presentan diferencias notorias entre sí (ver aparte).

Repasemos ahora algunos de esos casos de figuras que ocuparon un sitio de privilegio en la política y decidieron bajarse (o los obligaron a hacerlo).

¿Fórmula con Manini?

Siendo un desconocido total, el 13 de marzo de 2020 Salinas era el único ministro sentado al lado del presidente Luis Lacalle Pou y del secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, en la conferencia de prensa que daría comienzo a la emergencia sanitaria por covid-19. El resto de los secretarios de Estado estaban parados detrás. Tres años más tarde y con la mayor popularidad de un gabinete que tuvo muchos cambios, Salinas espera que llegue el 13 de marzo de 2023 para abandonar su cargo al frente del Ministerio de Salud Pública (MSP) cuando se cumplan tres años.
El ministro ha manifestado que su llegada a la cartera de salud ocurrió “por un accidente del destino” y comenzó cuando Manini Ríos lo llamó para integrar una lista de Cabildo Abierto, un partido nuevo que aún se estaba gestando y no parecía, en ese momento, tener una proyección electoral demasiado fuerte. Pero Cabildo terminó siendo la gran sorpresa de la elección de octubre de 2019 pisándole los talones al Partido Colorado con el 11% de los votos. Entre bromas irónicas y cierta complicidad con Lacalle Pou, el neurólogo se posicionó con una imagen sumamente positiva entre los uruguayos.

Guido Manini Ríos y Daniel Salinas. Foto: Leonardo Mainé.
Guido Manini Ríos y Daniel Salinas. Foto: Leonardo Mainé.

“Para mi estos tres años han sido nueve años de mi vida”, reflexionó la semana pasada en rueda de prensa al comentar que “no hay que eternizarse en los cargos” y por eso daría un paso al costado. Para Porzecanski la salida de Salinas es “triunfal y no fallida” y cree que “la gran pregunta ahora es si aquí termina su paso por la política o no”.
La noticia fue “entendida” por los legisladores de Cabildo Abierto y por el propio Manini, pero todos están de acuerdo en que el peso de Salinas significa un “activo importante” para un partido que busca superarse en las elecciones de 2024 y por eso aún esperan que, a pesar de haber renunciado a la cartera, el actual ministro acceda a integrar una fórmula presidencial junto al excomandante en jefe del Ejército. Sin escapar de la metáfora futbolística el diputado Álvaro Perrone lo explica así: “Salvando las diferencias yo lo comparo con Luis Suárez. A Salinas en esto de la política y, aunque se vaya del MSP, le va a terminar pasando lo mismo que le pasó a Suárez cuando vino a Nacional. Llegó un momento en que no pudo decir que no porque fue tanta la movida y la campaña para traerlo que, si se negaba, podía ser terrible”.

Para Montserrat Ramos, docente de Comunicación Política en Universidad ORT, Salinas es considerado un outsider por sus pocos vínculos previos con la política, pero ve “natural que un ministro no venga de ese mundo”. “Este es un fenómeno similar a lo que sucedió con Alejandro Atchugarry porque son personas capacitadas desde lo profesional que llegan en un momento de crisis y llaman especialmente la atención porque logran revertir una situación negativa y salen a la palestra pública con mucha notoriedad”, explica Ramos y agrega: “Por accidente pasa a la órbita política y tiene un potencial enorme para crecer desde el punto de vista electoral, pero evidentemente no es lo que él quiere hacer”.

De Los Pinos al Mides.

Asunción en el Mides. Foto: Juan Manuel Ramos.
La vicepresidenta Argimón, Bartol y Castaingdebat en la asunción frente al Mides el pasado 2 de marzo de 2020. Foto: Juan Manuel Ramos.

Con la tranquilidad y la timidez que lo caracteriza, Bartol fue el segundo ministro en abandonar el gabinete en mayo de 2021. Con un tuit del presidente Lacalle anunciando el ingreso de Martín Lema al Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y agradeciendo a Bartol por su “compromiso y dedicación al país”, se terminó la gestión de un ministro que había prometido mudarse a Casavalle para “estar donde hay que estar” y no pudo lograr su cometido.

Bartol no era un negociador nato y, aunque nadie dudó de sus buenas intenciones y su sentido social, el subsecretario Armando Castaingdebat y el director general de Secretaría Nicolás Martinelli eran quienes llevaban la voz cantante a la hora de hablar con otros ministros y funcionarios. Bartol había estado vinculado a organizaciones sociales y, como Salinas, se lo consideraba un técnico en la materia que dirige el ministerio. Su salida está vinculada a su mayor carencia: no ser político. Porzecanski sostiene: “La cabeza de un ministerio siempre es un cargo político-técnico, sin duda que el aspecto político influye aunque puede haber diferencias según el tipo de ministerio. Por ejemplo, el Ministerio del Interior tiene un fuerte componente político y quizá el de Economía un poco menos, pero la cabeza del organismo siempre tiene que tener un componente político”. Lacalle quería darle un nuevo impulso a la imagen del Mides y apostó a Lema, una figura con mayores vínculos y conocimiento del mundo político.

Un político de carrera que integra el gobierno pero pide no ser identificado, cuenta que lo que le sucede a muchas de estas figuras que vienen de afuera de la política es que “entran a un equipo donde no conocen al resto de los jugadores”, lo que complica el relacionamiento y hasta el interactuar con otros ministerios. Los que vienen de afuera a veces no manejan bien los tiempos del Estado y eso también es complejo. “Bartol tuvo 20 años para armar Los Pinos, acá tenía como máximo cinco años para jugar”, dice el funcionario, en referencia al centro educativo de Casavalle. Otro punto que lo debilitó: el poco conocimiento de la administración pública, lo extenso de las licitaciones y recaudos para que todo fluya.

sartori

Una interna exitosa, pero mucho licencia.

Quien presenta todas las características de un outsider dentro del espectro político local es Juan Sartori, según todos los expertos consultados por El País. Con una campaña mediática masiva bajo el lema de “¿quién es Juan Sartori?”, el empresario irrumpió en la escena política pocos meses antes de las elecciones internas de 2019 y logró superar a Jorge Larrañaga en el Partido Nacional. Para Porzecanski, “el resultado de Sartori en la interna sugiere que los partidos no están completamente blindados” a la aparición de personajes novedosos. Además, el hecho de que aún siga siendo senador habla de “cierto éxito” en su posicionamiento y adaptación al mundo político. Sin embargo, desde febrero de 2020 el senador pidió licencia a 63 sesiones del Parlamento y asistió a 57, debido a que continúa con sus actividades fuera del país. Además, protagoniza un enfrentamiento con la Jutep por haberse negado a presentar la declaración jurada para justificar los ingresos de su esposa.

Hoy, mientras Lema juega un papel principal en la polémica alrededor de las ollas populares y defiende la gestión del Mides de las críticas de la izquierda, Bartol trabaja junto a quien fue su adjunto en el ministerio, Santiago Caramés, en la ONG llamada “Fundación Piso Digno” que busca proveer un piso de madera en casas de mucha precariedad que tienen pisos de barro. Además, Bartol es gerente de Desarrollo Social del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

Solo un mes después de la salida de Bartol ocurrió otro cambio en el gabinete de Lacalle Pou con la salida de Carlos María Uriarte como ministro de Ganadería. ¿El motivo? Entre otros, su falta de experiencia en la arena política, al igual que Bartol. Para muchos Uriarte a veces se comportaba más como un productor rural que como un ministro de Ganadería.

Un abrupto fin.

Luis Lacalle Pou junto con Ernesto Talvi. Foto: archivo El País.
Luis Lacalle Pou junto con Ernesto Talvi. Foto: archivo El País.

Y si de choques por inexperiencia política hablamos, el outsider que más llamó la atención por su salida sorpresiva del gobierno e incluso su alejamiento de la política en general fue Talvi. Después de haberle ganado la interna colorada a un peso pesado de la política como Julio María Sanguinetti siendo no más que un economista reconocido y con “gran aceptación” de parte de la ciudadanía según los analistas, Talvi tomó una “decisión de vida” y se alejó de toda actividad pública.

Para el experto en comunicación política Julián Kanarek, el caso Talvi es un claro ejemplo de algo que suele suceder con los outsiders y tiene que ver con que “la política se fagocita a sí misma”. Kanarek explica: “El adversario de un outsider suele ser presentado como carente de capacidades de gobernar o llevar a cabo las cosas que hay que hacer. Él genera novedad y, por lo menos, sabemos que no hizo las cosas mal, pero porque todavía no se metió en eso. Sin embargo, rápidamente cuando se ponen a gobernar estos tienen los mismos problemas que los políticos de carrera con la debilidad de no tener el respaldo o cintura que sí tienen los más experientes”.

Para Ramos, Talvi al igual que Sartori y Novick representan “lo que originalmente son los outsiders” porque “son personas que están dedicadas a un área que nada tiene que ver con la política y voluntariamente deciden incursionar en eso a efectos de obtener un cargo mediante las urnas”. A diferencia de quienes también vienen de otras áreas y son llamados para encabezar un ministerio en donde “son requeridos por sus capacidades profesionales y no necesariamente las políticas” como es el caso de Salinas, Bartol o Uriarte que están “en un camino intermedio”.

A pesar de que Talvi estuvo trabajando a la interna de Ciudadanos durante los meses posteriores a su renuncia, ahora divide su tiempo entre España y Uruguay y “prácticamente no mantiene vínculos” con los legisladores de la agrupación, según indicó el colorado Felipe Schipani. El senador cuenta: “Puntualmente manda un saludo por algún cumpleaños, pero no hay una relación establecida”.

El empresario.

Edgardo Novick ingresando a Torre Ejecutiva para mantener una reunión con otros líderes de la coalición y el presidente Luis Lacalle Pou. Foto: Marcelo Bonjour
Edgardo Novick ingresando a Torre Ejecutiva para mantener una reunión con otros líderes de la coalición y el presidente Luis Lacalle Pou. Foto: Marcelo Bonjour

Al igual que Talvi, otro outsider que participó de las últimas elecciones (aunque no lo hizo a través de un partido establecido, sino que creó uno nuevo) fue Novick. Después de haber sido la gran revelación de las elecciones departamentales en 2015 con el Partido de la Concertación, el empresario decidió crear el Partido de la Gente para las elecciones del 2019.

tradición

Los partidos "históricos como un obstáculo".

A diferencia de lo que sucede en el resto del mundo, en donde la aparición de partidos políticos nuevos es “normal y esperable” en todas las elecciones, en Uruguay “los partidos por fuera de los tres principales suelen tener un techo”, según Julián Kanarek. “Hay una tradición de los partidos que potencia a los propios cuadros militantes y genera dificultad para el que viene de afuera”, sostiene el experto y agrega que por eso casos como Talvi o Sartori “apostaron por crecer dentro de un partido establecido”.

A diferencia del candidato colorado, el éxito electoral no lo acompañó y no logró ni siquiera un lugar en el Senado. “Cuando la performance electoral no es la esperada también ocurre otro problema con los outsiders y es que sus aspiraciones se transforman en fracasos y terminan alejándose por no haber logrado suficiente recordación en la opinión pública”, indica Porzecanski. El partido solo obtuvo una banca en la Cámara de Representantes y ese lugar hoy lo ocupa Daniel Peña, quien a su vez está peleado con Novick y prefiere “no hablar sobre esa persona”, según indica a El País. El futuro del partido es incierto, Novick está retirado de la actividad política y sigue con sus proyectos empresariales. El Partido de la Gente por ahora se mantiene como uno de los cinco integrantes de la coalición de gobierno.

Un médico a la IMM.

Álvaro Villar. Foto: Leonardo Mainé
Álvaro Villar. Foto: Leonardo Mainé

Álvaro Villar fue presentado como el outsider del Frente Amplio en las elecciones departamentales de 2020, donde se enfrentó a Carolina Cosse y Daniel Martínez. Después de una gestión exitosa al frente del Hospital Maciel, Villar fue el candidato del Movimiento de Participación Popular (MPP).

Durante la campaña fue víctima de una campaña sucia en portales de noticias apócrifos que promocionaban noticias falsas en su contra y a favor de Martínez. “De momento no se dirige a los otros candidatos del Frente. Se dirige a Álvaro Villar y la pregunta es: ¿por qué les molesta tanto este joven cirujano brillante?”, se preguntó en ese momento el expresidente José Mujica en su audición radial en M24.

En entrevista con El País este año, Villar dijo que no mantiene vínculos con la política porque “los directores de hospitales no deben hacerlo”, haciendo referencia a que hoy es la cabeza del Hospital de Clínicas. “Me presenté para ser intendente, no es que yo haya querido dedicarme a la política, de hecho no gané las elecciones y volví a lo que siempre había hecho”, explicó Villar, quien siguió los pasos de su padre Hugo, también médico, candidato a intendente y director del Clínicas.

La visión de tres "bichos políticos"
Topolansky, Volonté y Sanguinetti
Lucía Topolansky y Julio María Sanguinetti. Foto: Pablo Fernández

Así como quienes vienen de afuera de la política suelen darse contra la pared en algunas cuestiones, en los principales partidos políticos hay figuras experientes que representan lo que muchos califican como “bichos políticos”. Lucía Topolansky, Julio María Sanguinetti y Alberto Volonté representan exactamente eso.

Para Volonté, por ejemplo, que un ministro que decidió incursionar en la política, pero es técnico en una materia, luego de un tiempo determinado decida volver a su vida previa resulta “la reacción más natural” porque “ese es el lugar conocido y a donde pertenece”. Según el exdirigente nacionalista, muchas veces los políticos creen “estar guiados por Dios para hacer las cosas” y eso “no debe ser así”, por lo tanto es importante “entender cuándo uno no debe seguir”. Por su parte, el expresidente Sanguinetti asegura: “El ministro, si bien es un cargo de naturaleza política, no responde a un volumen electoral, es un cargo de designación, por lo tanto es frecuente que se produzcan cambios en los gabinetes por personas que deciden alejarse de la vida pública y volver a la privada”. Con respecto a la situación uruguaya en particular y la aparición de outsiders, la exvicepresidenta Topolansky asegura que Uruguay “es un caso particular en Latinoamérica por ser muy fuertes los partidos” y por eso se lo puede calificar como “una democracia de partidos” en la cual se ubican los dos partidos tradicionales “y ahora también el Frente Amplio porque es la única coalición de izquierda del mundo que se ha mantenido unida durante más de 50 años”. Además, sobre la presencia de outsiders la líder de izquierda sostiene: “En Uruguay no podría haber un Milei. No me lo imagino. Porque no cabe con las tradiciones políticas nacionales, esto no es ni de izquierda ni de derecha ni de centro, es por tradiciones políticas. Es un hombre absolutamente contestatario que no se sabe bien qué principios o ideas tiene”.

En el mismo sentido, Sanguinetti cree que la “alta institucionalidad” hace que la presencia de outsiders en la política sea “más reducida” aunque advierte: “La política es un escenario abierto y cualquier ciudadano en democracia puede estar posicionado para llegar, eso cada vez es más posible porque antiguamente era casi imposible y solo las élites lo lograban. Hoy con los medios es más posible que aparezca gente que no proviene de la larga militancia. Eso no empobrece la política sino que la enriquece”.

Con respecto a los “lenguajes políticos que no pueden faltar” entre las personas que vienen desde afuera de la militancia, es importante “tener un fuerte sentido de la flexibilidad y la plasticidad”, según Volonté, y eso “se adquiere con la experiencia.

Por su parte, Topolansky cree importante “ser tolerante siempre” y agrega: “En los partidos siempre habrá gente más sólida, gente que es más o menos y también gente que no sirve para nada. En todos los partidos nos pasa lo mismo, pero al ser una organización tenemos un peso de representación de la sociedad”.

Además, con respecto a la poca aparición de outsiders en el Frente, Topolansky dice que “es cierto” que se da ese fenómeno en la izquierda y “quizá tenga que ver con la fuerza y la importancia de la militancia” aunque advierte que “hay muchos vínculos con las organizaciones sociales y muchas veces hay políticos que primero pasaron por una de estas”.

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