El evento que desnudó más fallas

Un episodio turbio en los caños de Canelones

Dos semanas después de que se vertiera soda cáustica en las cañerías, un informe de OSE admite que hubo un error mecánico, pese a que se separó del cargo a un funcionario. Uno de los vecinos afectados denuncia que ni siquiera lo llamaron y en la Ursea temen por la calidad del servicio.

Planta potabilizadora de aguas corrientes. Foto: archivo El País
Planta potabilizadora de aguas corrientes. Foto: archivo El País

Gabriel estuvo menos de tres minutos debajo de la ducha, pero las secuelas de ese baño le duraron casi dos semanas. Al principio no notó nada raro, probó que el agua estuviera a la temperatura suficiente y entró a ducharse como todos los días. Entonces se puso shampoo en el pelo y cuando quiso enjuagárselo, vio cómo hacía cada vez más y más espuma. Pensó que habrían cambiado la marca, que quizás había utilizado de más, pero una cosa era segura: sacarse el producto del cabello era prácticamente imposible.

Le pidió a su esposa que le lavara el pelo en la pileta, cuando ella encontró algo extraño en el agua que salía de la canilla. Estaba jabonosa y amarillenta. Ya con dudas, Gabriel terminó de bañarse y empezó a sentir un ardor en todo el cuerpo, sobre todo en la cara. La piel se le había enrojecido y le dolía tanto como una insolación. “Esta agua tiene algún químico”, sospechó.

Su pareja se había bañado media hora antes. La mujer, embarazada de siete meses, no entendía qué le había pasado a su marido. Ella no había notado nada fuera de lo normal, pero también le daba miedo que los efectos del agua -hasta ese momento “rara”- pudieran afectar al bebé. Salieron del balneario Villa Argentina a Salinas y los atendieron en una policlínica. A Gabriel le aplicaron suero frío en la frente, donde tenía la mayor irritación, y lo dejaron en observación durante unas horas. Los médicos no habían recibido ningún caso parecido, pero supusieron que se trataba de hipoclorito de sodio en estado puro, uno de los componentes que se utilizan durante la potabilización.

Su familia, mientras tanto, llamó varias veces a OSE para ver qué había ocurrido. Les tomaron la denuncia pero no les quisieron decir cuál había sido la causa, por lo que no tenían idea de qué le había irritado buena parte del cuerpo a Gabriel. Al enrojecimiento se le sumó la inflamación, que le recomendaron combatir con analgésicos, antialérgicos y crema humectante. Esa ducha, a simple vista inofensiva, se rodeó de incertidumbre y dudas. La única certeza era que en el agua estaba el problema.

Todo esto ocurrió el 3 de febrero. Ese día OSE emitió un comunicado en Twitter en el que reconocía “episodios de turbiedad” en algunos balnearios de la Costa de Oro, en Canelones, pero en ningún momento hacía referencia a qué había causado el evento. El organismo informó que colocaría camiones cisterna para suministrar agua y exhortaba a la población que no consumiera de la canilla hasta nuevo aviso. Recién dos días después se supo el motivo: se había utilizado más soda cáustica que la necesaria durante el proceso de potabilización.

Peores efectos en las mucosas que en la piel

Los efectos corrosivos de la soda cáustica repercuten en la salud. La presidenta de la Sociedad de Dermatología del Uruguay, Caroline Agorio, explica que el peor daño es causado en las mucosas, cuando la persona toma el agua contaminada. De acuerdo con información de OSE, los cinco casos que fueron denunciados evidenciaron quemaduras en la piel, pero no hubo afectaciones internas. También es más grave en los niños, ya que la superficie implicada probablemente ocupe más partes del cuerpo. Según OSE, no hubo casos graves.

OSE aseguró que solo cinco personas habían denunciado afectaciones a la salud y remarcó que les estaban dando “seguimiento”. Sin embargo, a Gabriel ni siquiera lo contactaron para avisarle cuál había sido la sustancia que le había quemado la piel. “Nadie me llamó para ver cómo estaba. Me enteré por la tele que van a devolver la plata de la factura de febrero, pero ¿cuánto es eso? Como máximo, $ 500. Es una vergüenza”, sentencia.

Dos semanas después, todavía se le está terminando de desprender la piel quemada. El cuero cabelludo terminó siendo uno de los lugares más afectados, porque recibió mucha agua saturada de soda cáustica de golpe. También le quedaron marcas en la cara, que se las cuida con protector solar para evitar que se fijen. Y si bien sus amigos le recomendaron que le inicie un juicio a OSE por los daños ocasionados, Gabriel dice que no quiere perder tiempo. En el fondo, está “agradecido” porque le haya pasado a él y no a su esposa embarazada.

Gabriel sufrió una quemadura química en su cara y espalda. Foto: El País
Gabriel sufrió una quemadura química en su cara y espalda. Foto: El País

Una noche movida.

La noche del domingo 3 en la planta de OSE de Laguna del Cisne fue complicada. En realidad, desde que comenzó la temporada -como ocurre todos los años- está exigida por demás. La usina abastece todos los balnearios desde Marindia Norte hasta Parque del Plata. Por lo tanto, su actividad durante los meses de invierno es reducida, pero aumenta con intensidad en el verano. Se trata de una fábrica pequeña, inaugurada en la década de 1970, que no fue pensada para resistir el consumo de agua turístico.

De acuerdo con un informe preliminar que OSE elaboró a pedido de la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea), y al que accedió El País, durante la madrugada se encendió una alarma. Un funcionario de la planta -al que se le abrió un sumario y se lo separó del cargo sin sueldo- notó que el agua estaba turbia. Cuando resolvió hacer una muestra de la pileta, el líquido ya estaba saliendo por las cañerías hacia los hogares de los consumidores. Fuentes del directorio del organismo explican que de noche no hubo problemas porque las reservas de los tanques de las casas “amortiguaron” el agua nueva que estaba ingresando, por lo que la soda cáustica recién llegó a las canillas de mañana.

Este producto se utiliza con regularidad en todas las plantas de OSE en el país. Es un químico que permite aumentar el pH del agua, que debe oscilar entre 6,5 y 8,5 para ser consumida. Pero el funcionario no se dio cuenta de que la turbiedad tenía que ver con este producto y se la atribuyó a la utilización del carbón activado, otra sustancia que permite eliminar los olores nauseabundos. Sin consultar, desconectó los filtros de carbón y volvió a la usina, cuando descubrió que el problema había quedado resuelto. Nunca se enteró de que el agua oscura ya no estaba porque había salido y estaba circulando por las cañerías.

A simple vista, lo que ocurrió parece una equivocación humana. Sin embargo, los estudios preliminares de OSE refieren también a un error mecánico, que sucedió en la bomba de dosificación de soda cáustica. Debido a la alta demanda, los niveles en las piletas bajaron bruscamente y la bomba vertió más cantidad de sustancia para compensar la pérdida. Así, el agua alcanzó un pH de 12,7, muy por encima de la neutralidad que necesita para ser potable. Por lo tanto, a la falta de pericia del operario se le sumó un defecto en la máquina.

¿Por qué, entonces, cayó toda la culpa sobre el trabajador? El presidente de la Federación de Funcionarios de OSE, Gustavo Ricci, dice: “Cuando se habla de que se vertió más soda, la gente se imagina a un funcionario que agarra la bolsa y tira. Eso no es así, son bombas las que lo hacen”. Para él, lo que ocurrió en Laguna del Cisne “es una foto”, pero “el resto de la película” tiene que ver con el estado en el que se trabaja en las usinas.

“En el recalque de Costa Azul, una especie de usina que bombea agua, el que rebombea es el guardia de seguridad por falta de personal. En Laguna del Cisne hay gente que trabaja 16 horas de continuo. El funcionario es el chivo expiatorio”, sentencia.

El martes siguiente al suceso, la vicepresidenta del organismo, Alejandra Varela, dijo a Telemundo que lo que había ocurrido era “absolutamente inusual”. Informó que la calidad del agua se revirtió “de forma casi inmediata”, si bien la turbiedad persistió unas horas. El agua marrón acumulaba toda la suciedad de las cañerías, que la soda cáustica barrió gracias a sus propiedades corrosivas.

Y aunque tienen la explicación, en OSE todavía no entienden cómo la bomba dosificadora vertió tanta cantidad de producto. El lunes, en uno de los laboratorios, los técnicos probaron llegar al pH 12,7 que había alcanzado el agua el día anterior. Las fuentes cuentan que les llevó “cantidades impensadas” de sustancia repetir, en menor escala, lo que había ocurrido en la planta de Laguna del Cisne. Cuando lo lograron, el jefe de la usina se mojó la cara, los brazos y tomó un vaso del agua alcalina. Dicen que “no le pasó nada”.

El País trató de comunicarse durante toda la semana con el presidente de OSE, Milton Machado, quien se excusó a través de su secretaria argumentando “cuestiones de agenda”. Tampoco fue posible contactar a Álvaro Roland, gerente regional del organismo.

Lo que ocurrió en Laguna del Cisne fue una baja abrupta del nivel del agua. Foto: archivo El País
Lo que ocurrió en Laguna del Cisne fue una baja abrupta del nivel del agua. Foto: archivo El País

Una planta complicada.

Hay hechos que a Luis Aubriot, investigador y docente de la Facultad de Ciencias, le resultan “extrañísimos”. No puede creer, por ejemplo, que la planta de Laguna del Cisne no cuente con un sistema de seguridad que no dependa de qué estén haciendo los funcionarios en ese momento. “Es raro que no se corte el bombeo automáticamente si hay un evento adverso”, afirma.

También le llama la atención que se haya alertado “tan tarde a la población”, en especial a los clientes que habían sido afectados por la soda cáustica. “Me consta que hubo personas que tuvieron que hacer gestiones intensas para saber qué sustancia era. Esto fue un accidente, aunque no sé si llamarlo accidente. Podría haber causado un desastre”, agrega.

Entonces explica que la soda cáustica es uno de los tantos químicos que se utilizan para mejorar la calidad del agua, que se deteriora con la contaminación. En Laguna del Cisne, cuenta, se está trabajando para revertir el daño que se generó en las últimas décadas. Pero volver al principio, a las condiciones naturales, será difícil: “son muchos años de negligencia”.

En este sentido, la planta del este de Canelones está en la mira de las autoridades desde hace tiempo. Fernando Menéndez, director de la Ursea, considera que se trata de “una red complicada”, sobre todo porque es una usina pequeña que debe cubrir muchas localidades. “Es una red en la que en algunas cañerías está corriendo mucha agua de golpe, que tiene una población estacional que no se mantiene todo el año”, explica.

La Ursea es el organismo que debe controlar UTE y OSE. Es decir, es el Estado fiscalizando al Estado. Pero Menéndez no escatima en adjetivos para describir la situación actual del ente que se encarga del agua corriente: considera que tiene “carencias”, que evidencia “falta de mantenimiento”, que “no cuenta con la tecnología suficiente”, que sus plantas están “sobrecargadas”. En comparación con UTE, agrega, OSE “se queda atrás”.

Y en este marco, la usina de Laguna del Cisne es una de las “prioridades” de la Ursea. El escaso mantenimiento y la alta contaminación en esa fuente de agua determinaron que el organismo le solicitara a OSE que implemente allí el Plan de Seguridad del Agua antes de fin de año. El documento es bastante teórico, pero en resumidas cuentas busca prevenir eventos adversos en la distribución del agua. Para Menéndez, “no es del todo real” que la usina del este de Canelones logre los objetivos pautados en tan poco tiempo.

Y si de incumplir normativas se trata, OSE no respetó el protocolo de aviso el día que ocurrió la saturación de soda cáustica. El organismo publicó un mensaje en Twitter antes de avisar a las autoridades de la Ursea, que se enteraron horas después. Cuando les preguntaron por qué no los habían contactado con rapidez, los jerarcas les respondieron que estaban “muy ocupados trabajando” en solucionar el problema.

Tampoco queda claro qué criterio utilizó OSE a la hora de elegir un resarcimiento por lo que ocurrió. Menéndez cuenta que en UTE, por ejemplo, está pautado el porcentaje de descuento en la factura de acuerdo con la cantidad de apagones que haya habido. Sin embargo, no funciona así con el agua, por lo que fue una decisión arbitraria la de exonerar del pago de la boleta de febrero a los clientes afectados.

Pero sancionar a OSE es difícil. En el caso de UTE, la normativa de la Ursea establece de cuánto deben ser las multas. Aunque en el agua no hay nada estipulado, por lo que tampoco es un hecho que se la vaya a sancionar. Menéndez dice que le gusta compararse con el Tribunal de Cuentas, un organismo que fiscaliza pero no tiene potestades coercitivas: “Estamos atados de manos”.

Ursea espera por el informe final sobre soda cáustica

OSE debería haber enviado la semana pasada el último informe relacionado con lo que ocurrió en la planta de Laguna del Cisne, cuando se vertió más soda cáustica de la debida. La Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea) le otorgó al organismo las prórrogas solicitadas, por lo que todavía no está dilucidado del todo el motivo por el que ocurrió el accidente. Este viernes el ente mandó un estudio preliminar, que aún debe ser revisado por los técnicos de la Ursea. Todavía no se discutieron posibles sanciones.

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