VIVIR LA GUERRA DESDE LEJOS

Días de angustia: ¿cómo viven acá judíos y palestinos la violencia (y la tregua) entre Israel y Hamás?

Desde los representantes de organizaciones judías al licenciado Petinatti. Desde la embajadora palestina a los árabes en el Chuy. Así vivieron en Uruguay los 11 días de enfrentamiento.

Gaza. Foto: AFP.
Un hombre vende globos este viernes en Gaza ya con el alto al fuego y frente a un edificio destruido por los ataques. Foto: AFP.

El jueves, unos pocos minutos antes de las cinco de la tarde de Uruguay, llegó la esperada noticia. Tras 11 días de violento conflicto, el gobierno israelí anunció que aceptó la propuesta de una tregua. Se trataba de un cese de los combates “recíproco, simultáneo y sin condiciones”, según informó la Oficina del Primer Ministro en un comunicado. Casi al mismo tiempo, Hamás y la Yihad Islámica confirmaron la entrada en vigor del alto al fuego.

El conflicto en la Franja de Gaza entre Israel y los grupos palestinos liderados por el movimiento Hamás llegaron a un nivel que no se veía desde hace siete años. Fue la mayor escalada militar desde la guerra de 2014. En estos 11 días de bombardeos hubo al menos 243 muertos en la Franja de Gaza y 12 en Israel.

¿Cómo se vivió desde acá un nuevo enfrentamiento que tiene una larga historia y un futuro cargado de incertidumbre y tensión? En las siguientes líneas, la semana que pasó —día a día— contada por representantes de la colectividad judía y de la pequeña comunidad palestina y árabe en Uruguay. Las miradas son opuestas pero hay algo en común: la angustia por una guerra que pone en peligro la vida de familiares y amigos, de un lado o del otro de esta triste historia.

Martes: más bombardeos.

La Yihad Islámica, el segundo grupo armado palestino, anuncia la muerte de Hossam Abu Harbid, uno de sus comandantes. Es martes a la mañana y los medios informan que los grupos palestinos han disparado más de 3.400 cohetes contra Israel. Cerca del 90% fueron interceptados por el moderno sistema de defensa Cúpula de Hierro.

El contador Marcos Israel, presidente del Comité Central Israelita del Uruguay, sigue las noticias casi minuto a minuto. Y está indignado con la cobertura de la mayoría de los medios, en particular con las agencias de noticias. Es un tema que le obsesiona: habla de desinformación y opiniones “al filo del antisemitismo, que toman partido de una manera ciega”.

—¿Se refiere a algo en concreto?

—Sí. A Uruguay llegan los cables. Generalmente los medios no filtran esa información, no controlan su veracidad. Hay agencias internacionales especialistas en mentir sobre el conflicto, desde hace años.

—¿Usted realmente piensa que están todas sesgadas?

—Absolutamente. Yo no te puedo decir la angustia que nos produce.

—¿Acá en Uruguay leyó o escuchó voces con mensajes antisemitas en los últimos días?

—Sin ir más lejos, hoy leí una declaración del Partido Socialista —dice, en referencia a un comunicado que repudia “todas las formas de terrorismo y violencia”, al tiempo que rechaza las “políticas colonialistas” de Israel, entre otros puntos—. Eso está basado en folletines de los años 60, donde la propaganda soviética ponía a Israel como parte del imperialismo internacional. Una locura. Es absurdo. Israel es del tamaño de Tacuarembó. El mundo árabe es del tamaño de Sudamérica. ¿Quién es el imperialismo?

El presidente del Comité Central piensa en sus parientes y amigos en Israel, como dos primas con sus familias, una sobrina, la hija de su esposa, amigos de sus hijos. Ellos viven en tensión permanente, justo después de un año con largos confinamientos por la pandemia. “Los que están en Tel Aviv han tenido sustos. Igual el otro día una cantidad de gente fue a la playa. Sonó la alarma y tuvieron que correr al refugio. Pero los que están más al sur, cerca de Gaza, ahí es constante. Está dentro de la lógica del terror", explica. Luego agrega que la tregua “no sirve para nada” porque “con esta gente” —se refiere a Hamás— “no hay paz posible”, sino que solo sirve “para que se rearmen y vuelvan otra vez”.

A 325 kilómetros de Montevideo, Mohamed Yoma e Imad Almasri están casi igual de angustiados que Israel. El primero es libanés y es propietario del supermercado Makro en el Chuy. El segundo es de origen palestino, abogado y preside la asociación comercial del lado brasileño de la ciudad. Buena parte de su familia vive en la ciudad de Yenín, en el norte de Cisjordania, donde gobierna la Autoridad Nacional Palestina.

Ambos encabezaron el domingo pasado una manifestación en la Avenida Internacional, entre banderas y un cartel que decía “Palestina libre”. Dos días después, conversan con El País desde el Chuy, donde se estima que viven unas 300 árabes.

Manifestación palestina en el Chuy.
Varias decenas de palestinos y árabes se manifestaron el domingo pasado en el centro del Chuy.

En un portuñol algo cerrado, Almasi dice que Israel es un pueblo que fue “oprimido” y hoy es de “los más opresores”. Él tiene un primo preso allá y a otro “lo mataron”. Dice que los derechos básicos de muchos palestinos no son respetados: “No hay un juzgamiento justo e imparcial”. Sobre el tema de fondo, afirma que “la solución es que el mundo abra los ojos a lo que acontece de verdad” y que lo que más buscan los palestinos es la paz, pero del otro lado hay “una matanza indiscriminada”.

—Lo que están haciendo allá es terrible, es un asesinato —dice Yoma, quien llegó al Chuy cuando tenía 8 años, en 1968—. Tú no puedes comparar el armamento que tiene Israel y el respaldo de Estados Unidos... ¿Entendiste? Ellos recuerdan lo que hicieron los alemanes pero mirá que esto también es un Holocausto. Una barbaridad.

—¿No es excesiva la comparación?

—Mirá que yo tengo varios amigos judíos, por los que siento gran cariño y aprecio. Nos ponemos a conversar y me dan la razón y yo se la doy a ellos. El problema son los fanáticos que hay de los dos lados. Hay que poner un punto final a todo esto —afirma Yoma, quien dice que ese “no era el lugar de Israel”.

—¿Y ve salida a este largo conflicto?

—Pero claro que hay solución: si los judíos y los palestinos son prácticamente la misma cosa. Lo que hay que hacer es aceptar la paz y las dos partes adaptarse.

Volvemos a Montevideo, ese mismo martes. El embajador de Israel, Yoed Magen, se prepara para ir a Punta del Este, donde tiene prevista una charla sobre el conflicto en el International College. Antes de eso, dice a El País que es importante dar contexto y contar los antecedentes.

—Se sabe poco que todo esto fue muy bien planificado por Hamás. ¿Por qué? El presidente de la Autoridad Palestina, Abu Mazen, anunció elecciones hace varios meses. Él se dio cuento que Hamás iba a tener importantes logros ahí -afirma el embajador-. Entonces, por temor a perder, las suspende, y esa es la raíz del conflicto. Hamás entiende que el poder de Abu Mazen tras 16 años está por terminar. Ellos creen que están listos y preparados para tomar control no solo de la Franja de Gaza, sino de la Autoridad Palestina. Y hacen lo que saben hacer mejor: ganar los votos de los palestinos atacando a Israel.

—Pero, por lo que he leído, se habla de otros detonantes al conflicto, como disturbios en un barrio de Jerusalén por una manifestación de apoyo a familias palestinas amenazadas de expulsión de sus viviendas, en beneficio de colonos judíos.

Hamás aprovecha algunas tensiones en Jerusalén. Mucha gente piensa que el origen es la decisión de la Corte israelí de sacar a unas familias de un barrio musulmán. Pero eso no tiene nada que ver: ¿acaso la amenaza de desalojar a cuatro familias porque no pagaron la renta durante 20 años es el motivo de lanzar 3.400 cohetes contra Israel? No, no, es una excusa.

Luego Magen dice que Israel no puede permitir que “una organización de terror le dispare cohetes” para matar a la población y que por eso empezó la escalada. Que la reacción israelí es “mesurada” y “precisa contra blancos terroristas de Hamás” (el problema, argumenta, es que los palestinos son “escudos humanos”). Que ellos lamentan los muertos de los dos lados pero que los del lado israelí son muchos menos porque han invertido “billones y billones de dólares” en construir refugios antiaéreos para “salvar vidas”, además de desarrollar el sistema Cúpula de Hierro. Es más, asegura que a Hamás le sirve “que haya muchas víctimas del lado palestino”.

Embajador israelí Yoed Magen. Foto: Ricardo Figueredo.
El embajador israelí Yoed Magen brinda una charla en un colegio de Punta del Este, sobre el conflicto con Hamás. Foto: Ricardo Figueredo.

—Una conclusión que saco es que este conflicto puede prolongarse en forma eterna, más allá de las treguas.

—Aquí no habrá acuerdo. Hamás es enemiga de la Autoridad Palestina y no está para dialogar ni quiere la paz. Quiere la destrucción del estado de Israel mediante la guerra santa. Mientras exista Hamás, no habrá solución. Una vez que este enfrentamiento termine —dice el embajador, dos días antes del alto al fuego decretado el jueves— Hamás empezará sus esfuerzos para rehabilitar su capacidad militar. Nosotros veremos cómo mejorar la Cúpula y los refugios.

Martes de noche. Vala Nirenberg —diseñadora de moda, DJ y licenciada en relaciones internacionales de 31 años— conversa en vivo en su cuenta de Instagram con Avia, una amiga que vive en Tel Aviv. Cada día se conecta y habla con conocidos o amigos de allá, y publica información sobre el conflicto.

Ellas charlan tranquilas cuando de golpe Avia abre los ojos y grita: “¿Escuchan? ¡Ahora está pasando!”. Son las alarmas que anuncian bombardeos. Se para y corre, llama a toda su familia y bajan las escaleras. “Si querés cortar, cortá”, le dice Vala. Avia le responde que no, que quiere que se vea y sigue transmitiendo desde su celular. Pero luego la transmisión se congela, mientras Vala llora. “Es horrible lo que está pasando, una locura”, dice y apenas puede hablar. Un par de minutos después Avia vuelve a aparecer. “Estoy bien”, dice y su voz suena como si estuviera adentro de una cueva. No llegó al refugio porqué está cuatro pisos abajo, pero sí a las escaleras. Relata que escucharon varios misiles. “Estoy temblando, ahora pienso en los habitantes del sur”, cuenta. Su amiga le desea “mucha fuerza” y le pregunta cuándo puede dormir con tranquilidad: “No podés dormir con tranquilidad”, le responde.

Un rato después Vala dice a El País que desde hace días solo vive “para esto”. Y “esto” es mostrar el lado humano porque considera que “se habla muy poco de cómo sufre el judío israelí”, sino que más bien se habla “del Ejército de Israel, del gobierno de Israel y de los palestinos”. También que, aunque parezca “una boludez”, los israelíes quieren vivir en paz.

Miércoles: un mensaje duro de Israel.

El primer ministro Benjamín Netanyahu avisa que no descarta “ir hasta el final”. Pero una fuente militar israelí filtra a la prensa que se estudia cuál es el momento más adecuado para un alto al fuego.

“Netanyahu no ayuda nada, no apoya la paz”, dice Sondos Abu Coush, una inmigrante de origen palestino que vive en Montevideo desde hace un año y medio. Tiene 27 años y se considera viajera del mundo: ha estado en 24 países de tres continentes y ahora eligió Uruguay como su segunda casa. Trabaja en un call center en el Aguada Park y estudia español.

Sondos nació en Kuwait pero sus abuelos eran palestinos: emigraron —primero a Jordania— cuando la guerra comenzó en 1948. La familia de su padre es de Gaza y la de su madre de Nablus, en Cisjordania. Aún tiene parientes allá pero nunca estuvo en Palestina.

“Soy palestina pero no puedo decirlo porque no tengo los papeles que lo prueban. Me gustaría visitar mi país un día”, admite. “Tengo primos allá claro y están en la guerra”, dice en inglés y se ríe nerviosa. “Es complicado para mí seguir las noticias y escuchar las historias de la gente. Me hace sentir horrible y triste, pero no se puede hacer mucho”.

Sondos está convencida de que hay un “camino de paz” tras una “larga guerra de 70 años”, pero aclara: “La mayoría de los palestinos quieren paz, no estamos para luchar, no queremos destruir nuestra tierra. No estamos contra los israelíes, estamos sí en contra de la ocupación militar y del poder y el control que ellos tienen”. ¿Y Hamás? “Es una organización que nació en 1987, pero pensá que la ocupación empezó mucho antes”.

En la colectividad judía, mientras, no todos quieren hablar del tema. Algunos tienen miedo. Un académico explica que prefiere no hacer comentarios públicos: “El ambiente está muy tenso, hay mucha sensibilidad”. Y el representante de una organización cultural al principio dice que concederá la entrevista pero un rato después cambia de parecer: sus amigos le piden que no se exponga porque es un tema “complejo y delicado para todos”.

En cambio, Eduardo Kohn, director de B'nai B'rith Latinoamérica, es de los que sí quieren que su visión se sepa. Antes de hablar con El País, este miércoles Kohn estuvo en contacto con familiares en Israel, con unos cuantos primos. “Están todos en refugios ahora mismo. Hoy sonaron las sirenas”, dice y quizás por eso se muestra poco optimista respecto al alto al fuego. “Si no tuviéramos cúpula de hierro, en Israel tendríamos miles de muertos”, asegura. “Este no es el conflicto político con los palestinos. Por eso los palestinos y la mayoría de los gobiernos árabes observan y dicen poco”, indica. “El objetivo es la derrota militar de Hamás y, si eso no es posible, llegar al menor potencial”.

—¿Se le puede llamar guerra?

—Por las armas que se utilizan, sí es una guerra. Hamás tiene cohetes con alcance de 250 kilómetros y otros de 120. Y son cohetes que se utilizan solo con población civil. Israel, en su respuesta, utiliza la aviación con armas de guerra sobre las instalaciones militares de Hamás.

—¿Y usted apoya todo lo que hace el gobierno de Israel o tiene opinión crítica?

—Desde la distancia hay que ser muy cuidadoso, si uno no está presente. Lo único que desde acá apoyamos sin duda a muerte es que Israel tiene todo el derecho y la obligación de defenderse.

Desde la Asociación Cultural Israelita Jaime Zhitlovsky, que se define como un movimiento progresista, tienen una visión distinta. Su presidente, Eduardo Beder, dice que este es un conflicto “atizado permanentemente por los sectores más beligerantes de ambas partes y que tienen como víctimas a sus propios pueblos”. Por eso, opina Beder, esta no debería ser una guerra entre los pueblos, que “no están predestinados a ser eternos enemigos”.

—¿Cómo evalúa las acciones de Israel?

—Más que hablar de Israel, hablo de su gobierno, que lejos de calmar las aguas, promovió y permitió una escalada de provocaciones en la explanada de las mezquitas y la represión siguiente.

El apoyo del gobierno a Israel: "Lo valoramos"

El Ministerio de Relaciones Exteriores emitió un comunicado el martes 11 de mayo donde expresó “su firme condena” a los “actos terroristas y el recrudecimiento de los ataques desde Gaza contra el territorio israelí”. También alentó a las dos partes “a realizar todos los esfuerzos para detener la violencia”.

Ese mismo día, el presidente Luis Lacalle Pou llamó al embajador israelí Yoed Magen para transmitirle su solidaridad, según contó el diplomático en su cuenta de Twitter.

El apoyo fue muy bien recibido por Israel. Magen dijo a El País que están agradecidos: “Es importante saber que nuestros amigos nos apoyan. Yo lo valoro”.

Eduardo Kohn, director de B’nai B’rith Latinoamérica, indicó que es un cambio respecto a los gobiernos del Frente Amplio: “En la guerra de 2014 el gobierno dijo que Israel era genocida, lo que generó una ola de antisemitismo que no habíamos visto en Uruguay en muchísimo tiempo”.

Jueves: llegó la tregua.

Un alto al fuego “probablemente tenga lugar pronto”, dice a la agencia EFE el jueves temprano un portavoz de Hamás, mientras aumentan los rumores de que la tregua es inminente. De hecho, se confirmaría apenas unas horas más tarde.

Mientras eso sucede, la embajadora de Palestina Nadya Rasheed termina de escribir en la sede de la embajada en Carrasco las respuestas a un cuestionario que le envió El País.

Rasheed —quien vive en Uruguay desde noviembre pasado y aún no habla español— es licenciada en Ciencias Políticas y nació en California, Estados Unidos, aunque sus padres son palestinos y emigraron después de la guerra de 1967. De chica pasaba en Palestina la mayor parte de los veranos, según cuenta. Buena parte de su familia vive hoy en la aldea de Deir Dibwan en Cisjordania.

Rasheed dice que la destrucción en Gaza hoy es enorme y que unas 75.000 personas se quedaron sin hogar. “Hay una crisis humanitaria, algunas áreas no tienen electricidad, saneamiento, el 95% del agua no es potable y el sistema de alcantarillado está destruido”, afirma.

Embajadora de Palestina Nadya Rasheed. Foto: embajada de Palestina.
Embajadora de Palestina Nadya Rasheed. Foto: embajada de Palestina.

—¿No cree que el primer golpe se dio desde Palestina y que Israel respondió?

—Claro que no, hay que discutir las causas fundamentales e históricas del conflicto. Esto es una foto de la actualidad. Nada sucedió hace 10 días en Gaza, o hace semanas en Cisjordania. Esto está sucediendo desde que Israel decidió ocupar una nación entera y continuó haciéndolo durante más de cinco décadas, ese es el problema central. El pueblo palestino merece vivir en libertad, paz y seguridad. Libre de ocupación y opresión en su propio Estado. También creo que Israel debe vivir en paz y seguridad.

—¿Qué opinión tiene de las Brigadas Ezzedin al Qassam, brazo armado de Hamás, y de las Brigadas Al Quds? ¿Son grupos terroristas?

—Tengo una opinión muy negativa y condeno a cualquier organización que cometa violencia contra la población civil. También condeno cualquier tipo de terrorismo, incluido el terrorismo de Estado. La violencia no es la respuesta.

Viernes: la reconstrucción.

En las horas siguientes al alto al fuego, la prioridad es lograr el acceso de suministros médicos a Gaza, donde hay daños en el 30% de los hospitales. Mientas, Netanyahu califica de “éxito excepcional” la ofensiva contra Hamás.

Freddy Nieuchowicz, más conocido como el licenciado Orlando Petinatti, recibe la noticia de la tregua con cautela: “Ojalá dure mucho tiempo”, dice a El País el popular conductor, un rato antes del arranque de Malos Pensamientos.

La situación en Israel “es angustiante”, afirma, “como seguramente también lo es para la mayoría de los habitantes de Gaza, sobre todo porque viven bajo el poder del grupo terrorista y asesino Hamás”, que “no solo ataca a Israel sino también a los palestinos”. Entonces cuenta que está en permanente contacto con familiares y amigos (la mayoría de sus excompañeros de escuela viven allá) y han pasado horas “desesperantes” porque en cada momento y lugar puede sonar la sirena.

Y relata: “Me pasó de dejarle un mensaje por WhatsApp a mis primos en la noche de Uruguay para que lo escucharan al despertarse a la mañana y me respondieron a los dos minutos. Estaban a las tres de la mañana en el refugio. Así, tres, cuatro veces por noche”.

Petinatti pide que se agregue una última frase suya en el artículo: “Desde hace más de 5.000 años los judíos de todo el mundo estamos con Israel”. Él, afirma, se siente orgulloso de su religión y de “la rica historia del pueblo judío”.

Vala Nirenberg, la de las historias en Instagram, está feliz por toda la gente querida en Israel pero, a la vez, también deja un mensaje algo pesimista: “Estoy rezando para que esto no vuelva a pasar, es complicado vislumbrar algo parecido a la paz. ¿Cuándo van a largar de nuevo?”.

Desde el Chuy, Yoma dice que la tregua fue recibida con gran satisfacción por la colonia palestina y árabe. “Pero el cesar del fuego no significa que vayan a parar”, advierte el empresario. “Eso sí, esperemos que los dos pueblos encuentren una manera de vivir juntos”.

NACIONES UNIDAS

La participación uruguaya en la creación de Israel

El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 181 (por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones) con un plan para resolver el conflicto en Palestina, que entonces estaba bajo administración del Reino Unido. Ese plan era crear allí dos Estados, uno judío y otro palestino.

Israel declaró su independencia el 14 de mayo de 1948, en función de aquella resolución de la ONU. Después de eso, cinco países árabes invadieron el nuevo Estado. Pero Israel logró ganar la guerra.

En aquel plan inicial con dos Estados, Uruguay tuvo un papel relevante porque el político uruguayo Enrique Rodríguez Fabregat —designado embajador en la ONU por el presidente Luis Batlle Berres— integró la Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina.

Rodríguez Fabregat era “íntimo amigo” del presidente Luis Batlle Berres, quien aprobó que Uruguay estuviera en la comisión y sugirió su nombre para integrarla, recuerda su hijo Daniel Rodríguez Oteiza, actual secretario de redacción de El País.

La comisión actuó entre el 15 de mayo y el 31 de agosto de 1947. “Batlle y mi padre definieron la política, que era impulsar el plan de partición. Eso, con algunas modificaciones, fue lo que se aprobó. Pero él siempre lamentó que no se hubieran creado los dos Estados. Eso no pasó porque el mundo árabe optó por la guerra para que Israel no se creara”, indica Rodríguez Oteiza. En aquellos años Rodríguez Fabregat fue objetivo de dos atentados en Nueva York, donde salió ileso.

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