CONSUMO

Los peligrosos efectos de la ketamina, droga que tiene a Uruguay como líder de consumo en la región

El fenómeno de las drogas sintéticas tiene un auge a nivel mundial y Uruguay no es ajeno a esa situación. Éxtasis, LSD y ketamina son drogas que pisan cada vez más fuerte.

Las veterinarias deben exigir una receta verde para la compra, pero muchas no lo hacen. Foto: Archivo.
Las veterinarias deben exigir una receta verde para la compra, pero muchas no lo hacen. Foto: Archivo.

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Imagine experimentar una separación entre su mente y su cuerpo. Poder verse a sí mismo desde afuera. Como si usted fuera otra persona. Imagine que todas sus percepciones sensoriales están modificadas y usted siente una relajación absoluta que se asemeja a la de una anestesia general. Ahora vuelva a la realidad y sepa que la droga que produce esto es una de las más fáciles de comprar en Uruguay. Estaría dejando la imaginación de lado. Algo de esto relatan los consumidores habituales de ketamina.

El fenómeno de las drogas sintéticas tiene un auge a nivel mundial y Uruguay no es ajeno a esa situación. Éxtasis, LSD y ketamina son drogas que pisan cada vez más fuerte a pesar de que aún no destronan a la cocaína como la más utilizada ilegalmente. Aunque no cuenta con el mismo marketing que el resto, la ruta que va desde la obtención hasta el consumo de la ketamina es particularmente interesante en nuestro país.

Principalmente porque se trata de una droga que sí es legal en Uruguay, aunque no para el uso recreativo. La “keta” se puede comprar con facilidad en cualquier tienda veterinaria porque existe una regulación del Ministerio de Salud Pública (MSP) que permite su venta por tratarse de un anestésico animal. En un país conocido por tener “más vacas que personas” el fácil acceso a la ketamina para uso recreativo coloca a Uruguay como el mayor consumidor de la región, según datos del Observatorio Interamericano de Drogas (OID).

Si se compra en una veterinaria, la droga viene en frascos de 50 mililitros como ampollas y luego se mete en el microondas hasta que se cristaliza y se forma un polvo para esnifar muy similar a la cocaína. Así, la “keta” es una droga fácil de conseguir, barata y una de las más disociativas.

La práctica es conocida por cualquier veterinario que trabaje en un local de venta. “Nos dábamos cuenta muy fácil porque cada tanto aparecían chicos jóvenes pidiendo ketamina y en el instante en el que les preguntábamos qué le pasaba al perro o para qué necesitaban usarla, la cara se les cambiaba y directamente no sabían qué inventar”, cuenta Pablo Buzzalino, quien trabaja en una veterinaria, y agrega: “Era obvio que la querían para otra cosa”.

La ketamina en el ámbito veterinario se usa principalmente para animales pequeños y sirve como anestésico en las intervenciones simples. Buzzalino, al igual que otros expertos consultados, asegura que este tipo de pedidos “extraños” por ketamina llegan una vez por semana “como mínimo” y “muchas también son por teléfono”. En los últimos años, sin embargo, en la veterinaria donde trabaja Buzzalino comenzaron a pedir la receta verde hecha por un veterinario como requisito para vender, tal como establece la normativa del MSP. “Decidimos que si no está recetada no se puede vender, pero en la práctica hay veterinarias que venden igual”, dice el experto. Las veterinarias tienen autorizada la venta de la droga, pero el pedido de receta no es tan estricto como en las farmacias y “es frecuente” que se vendan químicos sin la prescripción médica. Esto podría explicar el porqué detrás de que Uruguay hoy sea el mayor consumidor de ketamina de la región y el aumento de las consultas por abuso de esta droga en toxicología.

El poder de vender.

Un gramo de cocaína no suele tener un valor por debajo de los 500 pesos. La ketamina se ubica siempre alrededor de la mitad del precio de la cocaína. ¿El motivo? El fácil acceso y la preparación simple. “Una vez que consiguen el frasco lo único que se hace es cocinarla en un microondas”, explica el psicólogo especialista en consumo de drogas Paul Ruiz, quien realizó una investigación sobre el consumo de ketamina en Uruguay en 2020 a través de los propios consumidores de esta droga y concluyó lo siguiente sobre cómo se obtiene: “Principalmente son dos los caminos y los dos involucran a las veterinarias. Por un lado, se habla del acceso a través de un contacto en un lugar de venta del producto que facilita la obtención y, por el otro, a través de un contacto que haga recetas truchas. Con eso, es simplemente ir a cualquier veterinaria y comprarla”.

La indicación del MSP sobre la droga resalta: “La ketamina es una droga potente y potencialmente peligrosa. En muchas ocasiones, esta se consume con una falsa percepción de los riesgos que implica su uso. A dosis altas puede generar pérdida de conocimiento, convulsiones, coma, derrames cerebrales, asfixia y paro cardíaco. La ketamina puede provocar ataques de pánico y ansiedad, pérdida del control de los actos durante varias horas, e, incluso, pérdida de la conciencia y la memoria. El consumo habitual de ketamina se encuentra asociado a problemas de memoria, de concentración y la ocurrencia de flashbacks, lo cual puede llegar a afectar considerablemente la vida cotidiana del individuo”. Lo cierto es que quienes consumen ketamina seguramente no hayan leído el manual del ministerio y simplemente apuesten por esta droga por su atractivo de ser “buena, bonita y barata”. Pero a pesar del encanto que tiene entre los que buscan “viajar” con la “keta”, los expertos en toxicología hoy temen que el problema con el abuso de esta droga siga escalando -como viene haciéndolo en los últimos diez años- y aseguran que eso solo se puede detener controlando ese “desvío en su uso” que se gesta en las veterinarias porque está reglamentado para algo, pero se usa para una cosa diferente.

Los perros suelen recibir anestesia con ketamina. Foto: Archivo.
Los perros suelen recibir anestesia con ketamina. Foto: Archivo.

Alba Negrín, integrante de la cátedra de toxicología, sostiene: “Pasa algo similar con algunos plaguicidas que son para animales, pero se usan para los piojos de los niños. En la práctica, por una cuestión comercial, se va a vender igual, pero está mal porque no hay reglamentación”. Según Negrín, hoy los veterinarios “venden la ketamina sin preguntar demasiado” y eso no tiene que ver con que “busquen hacer un mal” sino que “no están enfrentados al mundo del consumo de drogas necesariamente, entonces es natural que no hinquen el diente en eso” y por eso “priorizan lo comercial y las ventas”.

Calvin Klein y Tussi.

Además de la regulación veterinaria, la ketamina también es utilizada como anestesiante en medicina, sobre todo en niños y ancianos. Sin embargo, esta anestesia no se ve demasiado debido a que provoca “reacciones psicológicas indeseables” en el 20 o 30% de los pacientes, según un informe del MSP emitido en 2016. Entre esas reacciones se destacan los delirios, las ensoñaciones y lo que los expertos llaman “despersonalización”. A partir de que existen otros medicamentos para adormecer a los pacientes sin estos efectos secundarios, en el mundo hospitalario la presencia de ketamina es ínfima si se la compara con el veterinario. La obtención del químico para la comercialización ilegal, por lo tanto, suele venir de allí. No solo porque es más fácil comprarla sino también porque allí se utilizan cantidades mayores.

El Observatorio Uruguayo de Drogas (OUD) realizó en 2019 un estudio algo particular. En una fiesta electrónica a la que concurrieron unas 5.000 personas se confeccionó un baño químico similar al resto, pero donde durante toda la noche se estudiaron las muestras de las personas que orinaron allí. “En ese momento encontramos ketamina en el 70% de los pooles de cinco muestras que tomamos y quizá si repitiéramos el estudio ahora el número sería mayor”, indica al respecto el coordinador del OUD, Héctor Suárez. El dato no significa que el 70% de los concurrentes al evento consumieron ketamina, porque cada muestra se compone de la orina de cinco personas. Aunque la ketamina fue una de las que tuvo mayor prevalencia, la cocaína, por ejemplo, apareció en el 100% de las muestras analizadas en el estudio, al igual que el THC (marihuana).
Según Paul Ruiz, existen dos tipos de consumo de ketamina: uno en fiestas electrónicas en búsqueda de relajación dentro de un “ambiente movido” y otro que describe como “espiritual y de introspección”.

“El efecto que da al tener vivencias alucinatorias puede tener un tinte transformador y eso es aprovechado por algunos consumidores para vivirlo en lugares tranquilos con mucha espiritualidad”, subraya el psicólogo. El efecto “más buscado” con el consumo de ketamina es el disociativo, según afirma la toxicóloga Melina Pan.

“Esta es una droga que nosotros catalogamos como perturbadora. No es estimulante sino que es perturbadora del sistema nervioso central porque altera la percepción de la realidad y lo que más escuchamos de los pacientes es la descripción de que la mente se separa del cuerpo”, explica Pan.

En 2020 se reportaron 11 casos de intoxicación por ketamina, mientras fueron 343 los reportados por cocaína. Esto, sin embargo, “no significa que su consumo sea totalmente marginal”, según sostiene la toxicóloga, porque “es una droga que suele mezclarse con otras”. La mezcla más conocida que involucra a la ketamina es justamente con la cocaína y se vende en la calle bajo el nombre de Calvin Klein por sus siglas CK. El precio de un gramo de Calvin Klein en polvo suele oscilar los 1.500 pesos en Uruguay. “El gran atractivo de esa mezcla tiene que ver con las sintonías contrapuestas que se producen. La cocaína produce esa euforia extrema, mientras la ketamina es todo lo contrario, literalmente una anestesia disociativa”, explica Pan.
Sin embargo, entre los tubos de ensayo y las pipetas del Laboratorio de Química y Toxicología del Instituto Técnico Forense del Poder Judicial, el Calvin Klein no es la forma en la que aparece la ketamina que más preocupa. Donde más se ve en cuanto a incautaciones es en la “tussi” con los famosos “polvos rosados” o la mal llamada “cocaína rosada” y también “droga de los ricos” por su costo de entre 40 y 50 dólares el gramo. “Todos los polvos que hemos analizado tienen ketamina siempre. Es una droga con fácil acceso en Uruguay que se suele incluir en la mezcla por su efecto y por su forma en polvo”, subraya el químico farmacéutico del Instituto Técnico Forense, Javier Bonda. La tussi que se está comercializando ilegalmente en Uruguay mezcla la ketamina “con otras drogas como pueden ser la metanfetamina o el éxtasis, ambas drogas estimulantes”, explica Bonda y enfatiza que la que “está sí o sí” es la ketamina.

Javier Bonda. Foto: Darwin Borrelli.
Javier Bonda. Foto: Darwin Borrelli.

El trabajo del laboratorio del Poder Judicial tiene que ver principalmente con la inspección de bocas de droga, donde se obtienen desde aquellas que se catalogan como “lágrimas” por su pequeño tamaño hasta las “toneladas de ladrillo”. En la inmensa mayoría, según Bonda, “el mercado está acaparado por la cocaína y la marihuana” y la ketamina “no es de las más consumidas” aunque “sí está”.

El agujero K.

 A pesar de que su presencia no es la más vista en incautaciones ni en intoxicaciones clínicas, el experto en toxicología clínica Antonio Pascale cree que en los últimos años ocurrió un cambio en el “perfil” del consumidor de “keta” que consulta a un médico.

“Antes veíamos a la ketamina en algunas intoxicaciones por un uso recreacional, pero ahora el motivo de la consulta es el consumo en general y existe una mayor dependencia en donde el paciente lo reconoce como un problema aunque sea policonsumidor de otras drogas”, indica Pascale.

Las nuevas consultas tienen que ver con que la “mayor frecuencia en el consumo genera mayor tolerancia” y eso “preocupa a los pacientes” porque tienen una “dependencia psíquica bastante intensa y cada vez consumen más”, dice el experto y agrega: “La frontera entre el efecto buscado y una toxicidad aguda es muy delgada”. Esa toxicidad aguda es lo que se conoce como el fenómeno “out of the body” o “agujero K”.

Por su parte, Negrín definió esto como “un efecto neurológico severo en el que el paciente no regresa de ese viaje que produce la ketamina y sigue desconectado por varios días”. A pesar de que las intoxicaciones agudas son escasas, sí se han registrado en Uruguay pacientes que padecen ese agujero K “y muchas veces terminan en CTI”, según apunta la toxicóloga, porque “genera un estado sumamente peligroso y delicado para la cabeza del paciente”. Los pocos estudios científicos sobre ese agujero K indican que suele asociarse a la cantidad de dosis consumidas de ketamina. “Es todo muy raro, generalmente se habla de que ellos se perciben a sí mismo como muertos, como que dejan de vivir y son otras personas, pero no tenemos demasiadas certezas”, explica Negrín.

Para le experta el abuso de la “keta” en Uruguay tiene que ver con la “cierta seguridad” que produce el hecho de que sea legal aunque no para ese uso recreativo. “Que se venda legalmente da la sensación de tener cierta garantía, como una tranquilidad de que si lo puedo comprar en una veterinaria no puede ser tan malo”, sostiene. Además, con respecto a que Uruguay hoy sea el país que más consume ketamina de la región, el coordinador del Observatorio Uruguayo de Drogas explica: “Tiene que ver con el desvío veterinario, pero a la vez hay que tener en cuenta que es difícil comparar entre los países porque nuestra realidad es diferente y gozamos en mayores libertades que otros. En Uruguay es mucho más fácil la respuesta positiva que en otros lugares donde se penaliza mucho más por consumir drogas”. Entonces, claro, “el que consume lo admite sin problema”.

pinchazos

Las jeringuillas con "keta" en los boliches

Así como hace algunos años en Uruguay había cierta paranoia por el uso de la famosa burundanga y muchas mujeres se fijaban especialmente en lo que tocaban en los ómnibus o lo que estaba dentro de sus vasos en los boliches por miedo a ser drogadas sin su consentimiento con el fin de sufrir un abuso, ahora esta práctica tomó otro nivel, dejó de ser paranoica y tiene a la ketamina como protagonista, aunque no en Uruguay.

En el verano europeo de 2022 hubo una ola de pinchazos. Los victimarios usaron las llamadas jeringuillas, es decir, agujas lo suficientemente pequeñas como para ser difíciles de sentir en la piel. Además, cuando hay mucha gente cerca y uno generalmente ya está bajo el efecto del alcohol u otras drogas, el pinchazo se vuelve casi imperceptible.

La sumisión química en Europa, que este año ocurrió principalmente con ketamina, se usa con el fin de desambientar a las víctimas y abusar de ellas.

Cientos de mujeres jóvenes denunciaron este tipo de prácticas en fiestas de Francia, Alemania y España, principalmente durante los últimos meses. De todas maneras, fueron pocos los casos de abuso que se concretaron y la mayoría solamente denuncia haber experimentado el pinchazo, según publicó El País de España. Cuando se confirma que se recibió una inyección de este tipo, los especialistas en toxicología y enfermedades infecciosas recomiendan realizarse una prueba de detección de VIH y otras enfermedades que se contagian a través de la sangre debido a que no se conoce el tipo de higiene que tiene la jeringuilla usada.

Una particularidad de la ketamina es su efecto rápido y el poco tiempo que dura su detección en el cuerpo. De esta manera, un examen de sangre hecho al día siguiente del pinchazo puede no demostrar la presencia de la droga.

En Uruguay aún no se reportaron denuncias por pinchazos con jeringuilla en boliches, pero sí “se han visto relatos de intoxicaciones con benzodiacepina como clonazepam que son tranquilizantes”, indica el químico farmacéutico del Laboratorio de Química y Toxicología del Instituto Técnico Forense del Poder Judicial, Javier Bonda.

Para el experto, en Uruguay no suele verse con tanta frecuencia la sumisión con el fin de abusar sexualmente a mujeres, pero sí con el fin de robar “con el famoso cuento del tío hacia las personas mayores” donde “se ha constatado la presencia de comprimidos molidos en vasos para lograr dormirlas”. Sin embargo, Bonda subrayó que “es difícil conocer la frecuencia real” de este tipo de ataques porque “muchas veces las personas no denuncian o no saben cómo hacerlo”.

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