Camila Bausero volvió a Naútico luego de su pasaje por Italia y busca consagrarse en Livosur

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Gimnasia artística, tenis y natación eran los deportes que practicaba Camila con frecuencia desde que era pequeña. Todos ellos tenían algo en común: ser individuales. Fue lo contrarío a ello lo que le llamó la atención del voleibol. Un día un entrenador con un buen ojo le dijo que tenía físico para voleibol y tenía que intentarlo. Lo hizo ese mismo día y nunca lo dejó. “Enseguida me atrapó la idea de pertenecer a un grupo, a un equipo”, cuenta Camila Bausero (22).

Empezó en Biguá a los 11 años y siguió por Naútico, equipo al que regresó este año tras su pasaje por Gimnasia y esgrima de la Plata de Argentina y Star Volley Bisceglie en Italia. Y aunque Camila no había pensado en irse, su alrededor la animaba a emigrar del país a Europa para crecer profesionalmente. Acto seguido se puso en contacto con un representante portugués y en una semana el equipo la pedía que estuviese allí. “No hubo mucho que pensar, Italia es uno de los grandes países a nivel de voleibol, me ofrecía solo crecimiento y una buena vidriera. Además, estábamos en plena pandemia, la cual no me permitía entrenar y estudiar como debía Fisioterapia porque me tocaba realizar prácticas. Así que decidí irme”.

Camila se amoldó muy rápido en el Viejo Continente, arropada por un equipo que la hizo sentir casi como en casa. “Al principio el idioma fue una barrera, pero a las semanas ya lo fui superando y logré comunicarme bien con el equipo, que para mí era lo más importante. Obvio que hay momentos en los que extrañé, pasé el COVID-19, las fiestas, momentos importantes para mi familia en los cuales no estuve... Pero la mayoría del tiempo estás viviendo cosas nuevas, conociendo. No hay tantos momentos para extrañar”, expresa la jugadora, y cuenta que tamno tuvo problema en adecuarse a la exigencia deportiva.

¿Jugar ambos al mismo tiempo es posible? Sí. Camila lo hizo durante muchos años, y explica que no existe una reglamentación que prohiba formar parte de equipos en ambas modalidades, sino que cada equipo define si desea tener jugadoras exclusivas para voleibol piso o playa, aunque admite que “no es lo recomendable, te podés sobrecargar o lesionar, en algunos casos pueden sumar -playa demanda mas físico que el piso- pero cuando te enfocás 100% en uno puede ser contra producente para el otro”.

Durante la primera ronda salieron primeras, ganando siete de ocho encuentros. En este momento su equipo está jugando la segunda etapa -los cinco mejores- de Livosur y buscan consagrarse.

Para Camila el voleibol funciona como hobby, pero también apunta a que sea su trabajo, aunque sobre esto expresa que es difícil porque en Uruguay al voleibol no se ve como fuente de ingreso. “Es súper complicado exigir mucha carga horaria a las jugadoras para que dejen de estudiar y trabajar por el voleibol, sin remuneración económica. Hay que profesionalizarse por ese lado, para que puedas exigir a las jugadoras cierta responsabilidad fuera del campo y también brindarle apoyo a los DT para que estos puedan entrenar más tiempo. Esa es la diferencia que veo con respecto a mis experiencia en el exterior”.

Camila ha participado con la selección de Sudamericanos, Copas Panamericanas, ODESUR y un Mundial, pero aún le queda un sueño por cumplir: los Juegos Olímpicos. “Creo que el voleibol piso de Uruguay hoy está muy lejos, el playa tiene más chances de ir a unos JJ.OO. También me gustaría crecer como profesional”.

Ahora regresó a Uruguay, pero no descarta volver a irse.