DEFINICIÓN

El fin del ciclo Suárez en Nacional: el recital en el que cambió críticas por aplausos y mal humor por alegría

El Pistolero tuvo dos caras en la final ante Liverpool: malhumorado e impreciso en el primer tiempo y eficaz y alegre en el segundo.

Luis Suárez se despide de la hinchada de Nacional. FOTO: Leonardo Mainé.
Luis Suárez se despide de la hinchada de Nacional. FOTO: Leonardo Mainé.

Lo dijo Diego Pablo Simeone hace más de un año y lo repitió José Fuentes este domingo. Existe algo llamado la “zona Suárez”.

No es una leyenda urbana. Tampoco un invento peculiar del marketing. Detrás de la famosa frase se esconde un presagio que se repite cada vez que un momento de definición se presenta. Si enfrente está Luis Suárez, entonces él será el encargado de escribir el desenlace de una nueva historia.

Ayer Nacional goleó a Liverpool 4-1 y el salteño hizo lo suyo una vez más. Aunque eso sí: tuvo la particularidad de mostrar dos caras.

Un Suárez impreciso, protestón y malhumorado se fue al túnel de vestuarios discutiendo con su compañero Franco Fagúndez al cierre del primer tiempo. Uno eficaz y alegre resurgió en el segundo. Y un enamorado del gol se consagró en el alargue.

Fue de menos a más. Por jugar de primera, comenzó dando varios pases equivocados y hasta colaboró más en defensa que en ataque en los minutos iniciales. Pero ya en sus primeros dos movimientos dio indicios de que la de ayer podía ser su tarde soñada.

Movió y tocó la primera pelota a los 25 segundos. De espaldas, en un forcejeo, dejó de cara al gol a Fagúndez y en la siguiente que tuvo le limpió el camino a Alfonso Trezza de la misma forma para que sacara un remate de frente al arco. Hasta ahí, nada del otro mundo, pero el olfalto goleador llegó con delay.

Luis Suárez en Nacional-Liverpool. FOTO: Estefanía Leal.
Luis Suárez en Nacional-Liverpool. FOTO: Estefanía Leal.

Suárez salió al segundo tiempo con una media sonrisa dibujada en el rostro, casi que previendo lo que iba a pasar después. Nacional no cambió la cara, pero tuvo en su jugador estrella la solución a la falta de fútbol en momentos críticos.

No fue el día de Felipe Carballo en el armado del juego. Tampoco de Fagúndez en la compañía. Pero allí estaba el goleador. El mismo que le dio el título de liga al Atlético Madrid en mayo de 2021, que apareció cuando todos esperaban que le marcara a Peñarol y que salvó a Uruguay más de una vez en el Mundial y las Eliminatorias.

Cinco toques le bastaron para sacarse de encima al defensa Gonzalo Pérez, que, tambaleando, vio cómo todo su excelente trabajo previo se caía por la borda. Caño. Pie abierto para definir contra el palo. Y 1-0.

El partido siguió y Suárez cada vez se agigantó más. Tomó la responsabilidad de ser protagonista y rompió con el 1-1 a los seis minutos del alargue. Centro y volea perfecta de sobrepique al ángulo para machacar a un fusilado Liverpool.

A sus 35 años, el Pistolero administró sus tiempos como quiso. Corrió lo que tenía que correr, se barrió cuando había que recuperar y colaboró por arriba las veces que el equipo lo precisaba en defensa.

Luis Suárez en Nacional-Liverpool. FOTO: Leonardo Mainé.
Luis Suárez en Nacional-Liverpool. FOTO: Leonardo Mainé.

Un par de toques de calidad le bastaron para maquillar un primer tiempo flojo, en el que no se entendió con sus compañeros y terminó malhumorado. Pero, a fin de cuentas, Suárez fue Suárez. Y cuando el 9 entra en estado puro es así: entreverado, por momentos tosco, pero también contundente.

Cuando la cuenta regresiva de la “zona Suárez” se empezó a acortar, el futbolista despertó y en dos jugadas demostró que volvió a ser él.

De un tiempo al otro, supo cambiar las críticas por aplausos y dejó en claro que en el rincón de los ídolos de Nacional también quiere tener su espacio.

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