EDITORIAL
diario El País

Contra viento y marea

Los gobiernos tienen que hacer frente a problemas inesperados y a las dificultades que trae consigo la conducción del país, pero muy especialmente si el Primer Mandatario tiene una fuerte vocación de hacerlo bien.

El actual Presidente de Uruguay apenas asumir demostró que lo suyo no iba a ser triunfar en las elecciones y luego hacer la plancha sin complicaciones. No por casualidad el deporte favorito de Luis Lacalle supone internarse en el mar cuando está bravío.

Desde el primer momento tuvo que lidiar con un extraño cisne negro; la misteriosa pandemia que no supo de fronteras y se expandió implacable provocando angustias, temores, dolor, muertes y nefastos efectos económicos y sociales. Lo hizo con decisión y éxito a pesar de la falta de nobleza mostrada por una oposición que de entrada comenzó a fomentar cacerolas y mal ambiente, en contra de las medidas del Ejecutivo. En una actitud negativa que lamentablemente se ha mantenido a lo largo de estos dos años con el propósito de no dejar gobernar. Por medio de la mentira como arma predilecta para inculcar relatos engañosos ideados en tiendas del partido y en el Pit-Cnt. Pequeño ejemplo de lo dicho resultó una entrevista el jueves de tarde en Radio Sarandí, sobre la reforma educativa al oírse al reporteado afirmar muy suelto de cuerpo que el F.A. siempre tuvo una postura de ¡firme apoyo al gobierno respecto de la pandemia! Y encima la periodista del programa en reverencial o cómplice silencio, ni siquiera le hizo una repregunta o comentario recordatorio…

Se trata de un primer paso, (al igual que se ha hecho en las conversaciones con China para un posible TLC) pero la rueda recién empieza a girar y los tiempos no serán breves. La prueba está que hay varios estados, entre ellos Gran Bretaña, atravesando el proceso.

Poco después de su asunción el primer mandatario uruguayo les comunicó a sus pares su decisión de abrirse al mundo, durante la virtual reunión del Mercosur presidida por el presidente argentino, Alberto Fernández. Puntualizó su intención de hacerlo junto a sus socios del Mercosur pero de no poder llevarla a cabo en conjunto, transitar el camino en solitario dada la necesidad que tiene una nación pequeña de comerciar con el mundo entero. Sin por ello abandonar al bloque. Sabido es que tras firmarse el acuerdo hubo una inyección tonificante de actividad dentro del grupo que ha decaído en forma creciente. Golpe de gracia fue el cambio a la razón primigenia del tratado cuyo origen era el desarrollo del comercio intrazona al transformarlo en un acuerdo de tinte político muy diferente.

Típico vástago de la era tecnológica entre plataformas y redes sociales pero consecuente con su visión de abrir puertas comerciales al Uruguay, Lacalle en la noche del 1° de Diciembre confirmó vía twitter, que el Canciller había entregado la solicitud de adhesión al (CPTPP), comúnmente conocido como Acuerdo Transpacífico. Un tratado de libre comercio firmado en Australia en 2016 que lo integran actualmente11 países: Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México,Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam y Australia. Estados Unidos lo integró en su comienzo hasta el mandato de Donald Trump, en 2017.

Se trata de un primer paso, (al igual que se ha hecho en las conversaciones con China para un posible TLC) pero la rueda recién empieza a girar y los tiempos no serán breves. La prueba está que hay varios estados, entre ellos Gran Bretaña, atravesando el proceso y a Uruguay esta aspiración le exigirá la incorporación de normas avanzadas de refuerzo a propiedad intelectual. Nada más lejos de “soplar y hacer botella” con ningún acuerdo comercial, pero es imposible llegar a destino sino hay un comienzo y determinación.

Como podía esperarse, los compañeros del Mercosur reaccionaron de inmediato, ya que en estos días será el encuentro en nuestro país donde se transferirá la dirección pro témpore al siguiente país. Al Presidente Lacalle no lo sorprendió en absoluto, más bien se lo esperaba y tampoco se mostró preocupado con el tenor de la carta presentada a pesar de frases como los “tres países se reservan el derecho de adoptar las eventuales medidas que juzguen necesarias”. Pero al Presidente lo que más le preocupa es el lazo que significa el estancamiento del Mercosur. Aparte de la falta de un hecho consumado, no hay forma jurídica de determinar ni la suspensión o la exclusión. La última ni siquiera está prevista en la normativa, según lo explica el experto Ignacio Bartesaghi.

La suspensión solo es posible si se activa el Protocolo de Ushuaia sobre compromiso democrático como hoy con Venezuela.Y más vale no recordar como entró al grupo o cómo se suspendió al Paraguay cuando gobernaba el F. A. Y ni hablar de otros pecados. Decisiones tomadas sin consenso, como la baja de aranceles acordada entre Argentina y Brasil en octubre de 2021 y ainda mais…

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