EDITORIAL

El secreto los condena

El punto fundamental de la crisis militar sigue siendo cómo llegó el Presidente a homologar con su firma las resoluciones del Tribunal de Honor, qué papel jugaron los “intermediarios” y por qué no lo explicó a la ciudadanía.

Apenas un mes después que el presidente Tabaré Vázquez festejara en el Antel Arena sus cuatro años de gobierno y catorce del Frente Amplio en el poder (con sus mayorías parlamentarias propias y automáticas), se desencadenó la tormenta institucional de los últimos días —la más grave a partir del retorno a la democracia—, con el descabezamiento del Ministerio de Defensa Nacional y la cúpula del Ejército.

Paradojas de este Uruguay de hoy, es que este episodio tiene como involuntario protagonista a una de los personajes más deleznables de los últimos años, asesino, torturador y figura emblemática de lo más oscuro de la pasada dictadura como es José Nino Gavazzo, preso y condenado, junto a otros militares y policías, como responsable de 28 delitos de homicidio muy especialmente agravado, en reiteración real, en el marco de las investigaciones sobre el denominado "segundo vuelo" del Plan Cóndor de coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur. Si el informe del entonces Comandante en Jefe fue un intento de defensa de Gavazzo o un error de interpretación sobre la magnitud de su confesión, le erró muy pero muy feo.

Lo cierto es que corridos ocho días de la información publicada por "El Observador" (bendita libertad de prensa), los hechos y las responsabilidades de lo ocurrido no quedan muy claras. El punto fundamental sigue siendo cómo llegó el presidente Vázquez a homologar con su firma las actuaciones y resoluciones del Tribunal de Honor y cuál fue el papel que jugaron los "intermediarios" competentes en el asunto.

—No hay dudas de que el Ministro de Defensa Nacional Jorge Menéndez, renunciado por orden presidencial, hizo lo correcto. Leyó o fue enterado por sus asesores del contenido de ese material y de inmediato (estamos hablando de mediados de febrero), junto con dos de sus abogados concurrió a la Torre Ejecutiva y le advirtió de ello al Secretario de la Presidencia, Miguel Ángel Toma. Incluso le recomendó hacer la denuncia penal por la gravedad de las confesiones.

—Menéndez fue una de las primeras cabezas que cayó cuando explotó esta información. ¿Por qué? ¿Porque sabía mucho y había actuado bien al prevenir a Presidencia? ¿Y con Toma, cómo se manejó el Presidente? Con Toma, el Presidente no adoptó ninguna medida. Ni siquiera una amonestación que se conozca. ¿Por qué? Una explicación puede ser que Toma haya avisado al Presidente y este hubiera pasado por alto esa preocupación. O puede ser que el Secretario cumpliera con su obligación, advirtiera al Presidente y este resolviera ignorarla. O puede ser, simplemente —lo que sería gravísimo— porque no tuvo ganas. Las respuesta de Toma a El País cuando lo interrogó sobre este punto fueron lamentables y sirvieron para aumentar dudas y suspicacias.

—Atrás y por encima de todo, está el Presidente de la República, el mismo que homologó las actuaciones sin leerlas. En todo este episodio rehuyó a los periodistas cuando la lógica de los hechos indicaba e indica que debe dar explicaciones públicas a todos los ciudadanos. Cualesquiera sean los motivos del Presidente debe terminar con el secretismo y exponer las razones de sus decisiones. ¿Quién le dijo que este era un tema menor o de rutina y no había necesidad de dar explicaciones? Acá en Uruguay no hay "Maduros". Nada justifica su silencio y es impropio de una democracia.

—En este panorama de suspicacias que subsisten por la política del secretismo que tanto gusta al Frente Amplio se inscribe la omisión del Presidente de enviar al Senado, junto con el pedido de destitución de los generales y su Mensaje, las actas completas que dieron lugar a la medida. La Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas establece en su artículo 3° que el retiro de "los oficiales generales, o equivalentes, por iniciativa del Poder Ejecutivo, deberá contar con venia del Senado (…) otorgada por mayoría de 3/5 de votos del total de sus componentes".

Otra vez la Presidencia de la República comete un error: no puede pretender que la oposición, que deberá prestar algunos votos para aprobar la medida, vote sin más la medida y solo con el apoyo del Mensaje del Poder Ejecutivo.

Que el Frente Amplio vote lo que le parezca, pero en este escenario de oscurantismo y de verdades a medias, la oposición no puede pronunciarse sin tener todos los elementos arriba de la mesa. Es justo el reclamo de blancos, colorados e independientes de que se les remitan las actas del Tribunal de Honor y llegado el caso, plantear una comisión investigadora para llegar hasta el final en materia de responsabilidades políticas.

Cuatro años de Vázquez en la presidencia, catorce años del Frente Amplio en el poder con sus mayorías propias y automáticas para dejar este legado de divisiones y oscurantismo.

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