EDITORIAL
diario El País

Del patrimonio al redondel

Causó estupor la liviandad con que el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, se refirió al demolido Cilindro Municipal.

En el estilo agraviante que ya caracteriza a esta especie de insultador serial en que se ha convertido Pereira, dijo que al gobierno “le duele el Antel Arena” y no ahorró una referencia burlona al bien patrimonial que fue demolido para construirlo: el Cilindro Municipal. “Donde había un redondel, que si tocaba Van Halen volaba el Cilindro, hoy está el Antel Arena. Cómo les duele”, dijo.

Hay que empezar por reconocerle algo de razón. Sí, tanto al gobierno como a la inmensa mayoría de los uruguayos nos duele el Antel Arena. Vaya si nos duele en el bolsillo el costo de esa obra faraónica, edificada para lucimiento personal de una dirigente frenteamplista con ansias de poder. Una locura que costó el triple de lo improvisadamente presupuestado y que seguiremos pagando por unos cuantos años, porque a decir del actual presidente de Antel, Gabriel Gurméndez, la auditoría realizada determinó que aún se deben 48 millones de dólares, o sea la tercera parte de la obra. “Costara lo que costara”, declaró el jerarca a canal 5, “se quería realizar ese estadio que estaba fuera de los cometidos de Antel, observado por el Tribunal de Cuentas, hecho bajo un manto de reserva y confidencialidad, con adjudicaciones directas, sin licitación… Una obra que se lanzó casi sin saber lo que iba a costar, sin planes financieros, sin presupuesto. Que fue parada por el gobierno de Tabaré Vázquez y Danilo Astori, cuando vino la alarma que el proyecto estaba descarrilando financieramente”.

Sí, estimado Pereira: a un gobierno que cuida la plata de los uruguayos, obviamente le duele y le seguirá doliendo ese cuantioso despilfarro.

Pero la endeblez argumental del presidente del Frente Amplio no queda en eso, porque tiene la osadía de ironizar sobre el Cilindro Municipal, el bien patrimonial que fuera demolido para construirlo.

A un gobierno que cuida la plata de los uruguayos, obviamente le duele y le seguirá doliendo ese cuantioso despilfarro que fue el Antel Arena. Como también, la destrucción de una obra icónica para el Uruguay como el Cilindro.

El episodio aún genera vergüenza ajena: el 12 de mayo de 2014 tuvo lugar una muy anunciada implosión, que en apenas doce segundos lo redujo a cenizas. Incluso la supuesta hazaña llegó a transmitirse en directo por televisión, como si se tratara de la llegada del hombre a la Luna. En una carpa emplazada enfrente, la hoy intendenta Carolina Cosse aplaudió ese atentado patrimonial, con catering incluido.

Ahora que la más alta autoridad del FA dice que el Cilindro Municipal era un redondel, es bueno recordarle que esa obra fue inaugurada en 1956 por su creador, el legendario Leonel Viera, quien además nos legara el formidable puente ondulante de Barra de Maldonado (que aún se mantiene en perfecto estado, mientras que su gemelo debió ser reparado). Recibió como denominación Estadio Dr. Héctor Grauert, en reconocimiento al abogado y dirigente de primera línea del Partido Colorado. Su finalidad nunca fue la de realizar conciertos masivos, ya que carecía de la acústica adecuada para tal fin, pero sirvió para albergar innumerables eventos industriales y comerciales, empezando por la Exposición Nacional de la Producción de 1956. Y a partir de 1967 se lo remodeló para convertirlo en sede del Campeonato Mundial de Básquetbol.

La Red de Doctorados en Arquitectura y Urbanismo de Universidades Públicas Sudamericanas lo definió como “la maravilla arquitectónica uruguaya de los años 50” y destacó que su singular techo colgante ejerció “una influencia directa en varias construcciones de referencia internacional, como el Madison Square Garden de Nueva York, el Alameda Country Coliseum, ambos del estudio estadounidense SOM, y el Dulles Airport, de Eero Saarinen”.

El presidente de la Comisión de Patrimonio del MEC, Arq. William Rey, afirmó esta semana que la demolición del Cilindro “fue una pérdida para el país y para el patrimonio moderno del mundo entero”. Algo bastante más importante que un “redondel”, como lo define el máximo vocero de la oposición. El que desgraciadamente se lo haya destinado en dictadura para albergar a presos políticos, parece ser la razón de fondo de tanta ira: es como si se hubiera decidido volar el Palacio Legislativo porque durante unos años albergó al Consejo de Estado…

Hay que recomendar a algunos políticos que moderen un poco su desesperación perfilista, que estudien historia y no digan barrabasadas, al menos teniendo en cuenta que para bien y para mal, son multiplicadores de opinión. Están muy acostumbrados a mentir y tergiversar sobre el presente. Pero que también lo hagan sobre el patrimonio arquitectónico nacional, ya es demasiado.

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