EDITORIAL
diario El País

Un país en proceso de reforma

A la hora de analizar las transformaciones que viene experimentando Uruguay en el actual gobierno es posible distinguir una acción decidida en varios frentes que tendrá un impacto positivo en el mediano y largo plazo.

A contrapelo de lo que vivimos en los tres lustros frentistas, dónde la coyuntura y lo episódico le ganó siempre a los problemas estructurales, hoy vemos que se encaran viejos problemas con una mirada seria que merece ser reconocida.

Una de estas reformas es la que se vive en la educación. La llamada transformación educativa apunta a comenzar a solucionar uno de los grandes problemas que tiene nuestro país. Otrora nos congraciábamos con ubicarnos entre los países con mejores resultados de América Latina, por ejemplo, en porcentaje de alumnos que egresan de educación secundaria. Hoy, desgraciadamente luego de un largo proceso de deterioro nos encontramos en el fondo de la tabla, uno de los indicadores que más críticamente comprometen nuestro futuro.

La apuesta en que trabajan conjuntamente el Ministerio de Educación y la ANEP es removedora. Apunta a mejorar el funcionamiento de los centros educativos, la carrera docente y a renovar los planes de estudios, entre otras aspectos fundamentales. Sin dudas a comienzos del año próximo comenzaremos a ver cambios en escuelas y liceos que mostrarán un nuevo camino, ya anunciado en los centros modelo María Espínola. En estos cambios en la educación nos jugamos buena parte de nuestro futuro, por lo que más allá de toda controversia es un tema fundamental que no podía tener más espera ni demora.

En términos de inserción internacional claramente también se observan cambios relevantes, aunque los resultados puedan demorar en materializarse, como en todo tema importante. La apuesta fuerte del gobierno nacional a flexibilizar y modernizar el Mercosur es esencialmente acertada y el único camino viable para la necesaria apertura al comercio que necesita el Uruguay. Las negociaciones en curso para alcanzar un tratado de libre comercio con China pueden marcan un antes y un después para el país. La carta de adhesión de Uruguay al acuerdo Trans Pacífico que va a enviarse en breve también abre una enorme oportunidad de acceso al mayor acuerdo comercial en proceso de consolidación en el mundo. Sin dudas que es uno de los temas más complejos porque no depende solamente de nosotros, pero es una apuesta que bien vale la pena.

El contraste de este gobierno con impulso reformista y el anterior, que fue la nada misma en tiempos en que necesitábamos imperiosamente avanzar, cada día queda más en evidencia.

La nueva institucionalidad fiscal que ha permitido la mejora de los indicadores fiscales del país partiendo de la enorme debilidad que enfrentábamos en 2019 es otro hito que no debe pasar desapercibido. Partiendo del déficit fiscal más alto de las últimas tres décadas y pese al incremento del gasto deparado por las medidas necesarias para enfrentar la pandemia, el gobierno instrumentó una regla fiscal a tres bandas que se viene cumpliendo. No solo eso, sino que hoy en día Uruguay tiene el riesgo país más bajo de Latinoamérica y genera confianza en propios y ajenos. Sumado a eso, la incorporación de la temática ambiental a la política económica, pautada por el hito de la primera emisión de un bono atado a indicadores ambientales, es un avance de grandes consecuencias para las próximas décadas en un mundo que cada vez valora más estos asuntos.

Por otra parte y pese a la obvia oposición frentista avanza la reforma de la seguridad social un tema fundamental para las finanzas públicas pero que no se limita a esta temática. Al unificar las distintas instituciones dedicadas a la previsión social permitirá a cada trabajador contabilizar todos sus años de trabajo, algo que hoy no ocurre y se incrementarán las jubilaciones más bajas gracias al llamado pilar cero del sistema de componente netamente solidario. Eso sumado a la gradualidad de la reforma y a que no modifica la situación de los jubilados ni de quienes están próximos a jubilarse pautan una transformación que no solo merece un apoyo unánime sino que demuestra que la oposición por la mera estrategia de oponerse a todo es mezquina y deleznable.

Hay más reformas en marcha, pero con las enumeradas alcanzan para apreciar que tenemos un gobierno que no solo se hizo cargo de la pandemia con éxito sino que además le propuso al país una agenda de avanzada que está llevando adelante con bríos. El contraste de este gobierno con impulso reformista y el anterior, que fue la nada misma en tiempos en que necesitábamos imperiosamente avanzar en temas claves para el país, marca dos formas de gobernar que los uruguayos sin dudas saben distinguir perfectamente.

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