EDITORIAL
diario El País

Oposición poco democrática

Estos dos años de gobierno de la coalición republicana, luego de 15 de gobiernos excluyentes del Frente Amplio, permiten una comparación central: hablamos del talante democrático, y de la aceptación de las reglas de juego del sistema constitucional en Uruguay.

Comparación de la cual sale muy mal parado el Frente Amplio. Algo que se podía anticipar, en base a sus alianzas internacionales, pero que hoy es una comprobación perturbadora.

Quien puso las cosas blanco sobre negro sobre este tema fue el ministro de Trabajo, Pablo Mieres. Una figura que no suele hacer declaraciones grandilocuentes, o participar de la política menor. Por lo cual sus dichos tienen un valor doble en este sentido. ¿Que dijo Mieres? Pues ante la pregunta de un periodista, marcó la enorme diferencia entre la actitud de los partidos que están hoy en el gobierno cuando les tocó estar del otro lado del mostrador, con lo que está haciendo hoy el Frente Amplio desde el llano.

Según Mieres, hay una diferencia central de talante y tono entre ambos conglomerados políticos, y citó tres ejemplos concretos para marcar este diferencial.

El primero, cuando en el primer gobierno del FA, el entonces ministro de Economía, Danilo Astori, tuvo nada menos que a un director de Casinos implicado en corrupción, a quien mantuvo en el cargo hasta el día que fue procesado. Como afirma Mieres, nadie de la entonces oposición implicó a Astori en las trapisondas de su funcionario, pese a que estaba en un lugar clave en materia financiera, y era alguien muy cercano.

Luego recordó el caso del “Pato Celeste, y del diputado Placeres, bajo los gobiernos de José Mujica. Uno tenía oficina en el piso 11 de Torre Ejecutiva, y el otro convivía con Mujica en su chacra. Ambos implicados en problemas con la Justicia, pero nadie nunca llegó a asociar a Mujica con los desvíos de estos personajes. Pese a que el segundo, que gustaba de hacerse pasar por paladín de la clase trabajadora, tuvo gente trabajando “en negro”. Como Astori.

Por último, Mieres recordó el caso del vicepresidente Sendic, que tuvo que renunciar por implicancias en corrupción. Allí, el ministro de Trabajo profundizó en algo que no era tan conocido, que en la sesión parlamentaria que trató la renuncia de Sendic, la bancada del FA pidió que no hubiera discursos, para “proteger la institucionalidad”. Algo que fue aceptado por la entonces oposición.

El contraste entre las formas de unos y otros es violento. Tanto en discursos como en acciones. Por momentos, da la sensación de que el Frente Amplio no puede aceptar haber sido desplazado del poder por las urnas.

Como bien dijo Mieres, alcanza comparar esos epsiodios, con lo que viene sucediendo ahora con el “Caso Astesiano”, para comprobar una diferencia radical de tono y de talante. Pero hay más.

Alcanzó que Mieres dijera esas cosas, de manera educada y articulada, para que el senador comunista Andrade saliera a agredirlo, acusarlo de mandadero, y cosas peores. Un rosario de improperios que muestra que el nivel de educación y respeto a las formas democráticas de Andrade, son inversamente proporcionales a su voluntad de pagar los impuestos. Otro que se suele erigir en espada de los humildes, pero en cuanto puede, le escapa a las obligaciones básicas, pese a cobrar un suculento sueldo a costillas del contribuyente.

Por si esto no fuera suficiente para comprobar lo poco democrático del discurso de la hoy oposición, es bueno recordar algunos hechos del pasado reciente. Hablamos, por ejemplo, de cuando Daniel Martínez y el FA en pleno, se negaron a reconocer su derrota la noche de las elecciones, algo que ni Bolsonaro se animó a hacer. O cuando a los 15 días de estallar la pandemia, organizaron un caceroleo contra el gobierno democrático recién electo, que se negaba a hacer lo que ellos exigían. O cuando en el debate por la LUC mintieron descaradamente diciendo que se iba a privatizar la educación pública, o que habría un boom de desalojos express, un espiral de violencia policial, y muchas otras mentiras.

El contraste entre las formas de unos y otros es violento. Tanto en discursos como en acciones. Por momentos, da la sensación de que el Frente Amplio no puede aceptar haber sido desplazado del poder por las urnas, y tiene una furia interna que descarga cada día contra cualquiera que se le ponga en frente.

Pero la democracia es otra cosa. Es alternancia en el poder. Es humildad para saber que uno no tiene todas las respuestas. Y que el mejor camino se construye a partir del intercambio respetuoso con gente que podrá pensar diferente, pero que quiere lo mejor para el país. ¿Alguien cree que es ese el talante que muestra el FA hoy?

Los uruguayos, que no son bobos, y desprecian la soberbia como pocas cosas, tomarán nota de lo que sucede, y sabrán poner las cosas en su lugar.

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