EDITORIAL
diario El País

Operadores desesperados


En estos dos años y medio de gobierno de la Coalición Republicana (CR) ha quedado definitivamente claro algo que ya se vislumbró durante los quince años de izquierda en el poder: hay notorios referentes del mundo académico e intelectual que utilizan la legitimidad del conocimiento teórico especializado para ponerla al servicio partidista del Frente Amplio (FA) y en contra de los partidos de la CR.

Que Abdala en el Pit-Cnt o Andrade en el Senado afirmen que la desigualdad ha empeorado y la pobreza ha aumentado desde 2020 es algo previsible: ambos son formados por el Partido Comunista, es decir, por una organización que siempre ha hecho de la mentira y la propaganda uno de sus instrumentos proselitistas preferidos. Sin embargo, que esas mismas afirmaciones sean sostenidas por representantes del mundo académico es mucho más grave y delicado, porque ilustra claramente el alineamiento de esos intelectuales en favor de las posiciones del FA.

En efecto, es evidente que la pobreza aumentó en 2020: no solamente en Uruguay, sino en el mundo entero y por causa sustancial de los efectos internacionales de la pandemia. Pero en el caso de nuestro país, rápidamente ya en 2021 la pobreza comenzó a bajar. Y los datos del Instituto Nacional de Estadística de 2022 no permiten decir, bajo ningún criterio académico riguroso y objetivo, que la pobreza haya aumentado con relación a 2021. En concreto: hoy hay menos pobres que en 2020. Para los resultados del índice de Gini que mide la concentración de ingresos, se verifica la misma evolución: no hubo ningún aumento de la desigualdad a pesar del terrible golpe exógeno que significó la pandemia en 2020.

¿Por qué entonces economistas que son considerados prestigiosos por el mundo cultural de la izquierda, como Vigorito u Oddone por ejemplo, se empeñan en sembrar dudas sobre la buena trayectoria de la evolución de la desigualdad futura, o no terminan nunca de admitir claramente que fue gracias a las políticas públicas implementadas por este gobierno que la evolución de la pobreza en 2021 en Uruguay, a diferencia de otras partes del mundo, bajó?

Algo parecido se constata con los manotazos de ahogado de los politólogos compañeros de ruta del FA. Gerardo Caetano, cuyo prestigio académico comarcal trasciende el muro de yerba del comité de base, no ceja en sus intentos por legitimar un itinerario intelectual- político estrechamente vinculante entre la izquierda del FA y el batllismo de inicios del siglo XX, a la vez que no pierde oportunidad de calificar a este gobierno de conservador y Herrerismo-centrado.

A pesar de los esfuerzos de Sanguinetti, por ejemplo, de insistir sobre las diferencias entre una izquierda leninista y proautoritaria como la del FA actual, y la raigambre liberal del Partido Colorado, con una terquedad que ya resulta un berrinche Caetano quiere que Orsi se parezca a Berreta, que Vázquez sea la continuidad de don Pepe, y que el viejo republicanismo colorado tome fuerza y vigor en el comité de base frenteamplista del Parque Rodó.

¿Cómo es posible que un reconocido politólogo, formado en los años ochenta por el Partido Comunista, afirme que el caso Astesiano afectó severamente la imagen del presidente, cuando no hay elemento objetivo alguno que justifique tal parecer y cuando, además, las encuestas de opinión que se han publicado dicen exactamente lo contrario a su pálpito? ¿Qué otro motivo que una animadversión visceral contra el gobierno de la CR puede llevar a un relativamente joven sociólogo a afirmar que el caso Astesiano puede provocar un impacto negativo en la imagen del presidente, pero que su intensidad no es necesariamente medible?

Politólogo y sociólogo opinan desde su convencimiento ideologizado y antojadizo, ese que es la marca de orillo muy propia de nuestro izquierdismo comarcal. Y si bien es legítimo que cada uno crea lo que quiera, en el caso de académicos e intelectuales, empero, para que sus opiniones sean respetables (e independientemente de que sean o no compartibles), es preciso que se alejen del púlpito que reza “opino lo que se me da la gana y porque se me da la gana”. Infelizmente, es desde allí que muchos de ellos brindan sus pareceres con caras tan doctas como seregnistas.

La dignidad del análisis académico se pierde cuando la opinión pública constata los denodados esfuerzos de estos operadores que, con un fervor tan religioso como desesperado, ansían a pie juntillas el triunfo del FA en 2024.

Ofician de intelectuales, pero no son más que compañeros de ruta izquierdistas.

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