EDITORIAL
diario El País

Occidente y la guerra de Ucrania

El 2022 está a poco de finalizar y desgraciadamente “el mundo civilizado” al que se refería el presidente ucraniano Zelenski el martes pasado en la Conferencia de París, se espanta día tras día ante las atrocidades de los invasores.

De los horrores provocados por la cínicamente titulada “Operación Especial”, la cual no ha sido otra cosa que un feroz ataque ordenado por el Sr. Putin en febrero pasado. Una aventura de conquista que ya se acerca al segundo año, dejando detrás un reguero de destrucción y muerte.

La facilidad con que el inescrutable Presidente ruso pudo apropiarse de la península de Crimea no volvió a ocurrir. Occidente encrespó el lomo, mostró los dientes y se sacudió la modorra que lo paralizó en aquel momento luego del atropello del Oso, con poco más que una declaración de condena por parte de la ONU, algunas sanciones norteamericanas. Muy confiado, Vladimir hizo su segunda movida de tipo imperial, zarista o soviética.

Da lo mismo.

Sin embargo, se encontró con reacciones que sus temibles servicios de espionaje, por lo visto no previeron. O simplemente, enceguecido por su ambición de grandeza y poder dio orden de avanzar creyendo que en unas pocas semanas habrían conseguido anexar las ricas tierras ucranianas. Al conocido granero del mundo, sumado al dominio del mar Negro, el control del Mar de Azov y el acceso a los importantes yacimientos carboníferos y de otros minerales de la zona del Dombass en la vieja frontera con Rusia.

Pero el pueblo ucraniano no se doblegó. Por el contrario, con un fuerte y hasta inesperado liderazgo de su Presidente resistió desde el vamos, con una determinación y valentía que despierta admiración mundial.

El coraje para defender la independencia de Ucrania, obtenida tras la implosión de la URSS, ha sido impresionante y continúa a pesar de lo que les significa, en número de vidas humanas.

El coraje para defender la independencia obtenida tras la implosión de la URSS ha sido impresionante y continúa a pesar de lo que les significa, en número de vidas humanas, de tullidos, de carencias de todo tipo, desde la falta de electricidad y calefacción ahora que llegaron los agudos fríos de esas regiones.

De la energía, del agua y del saneamiento, de los servicios sanitarios, de alimentos, de educación y del dolor de las familias desmembradas.

El Defensor del Pueblo de Ucrania, Dmitro Lubinets, ha denunciado que más de 12.000 niños ucranianos se encuentran en Rusia, 8600 deportados a la fuerza. Señala a su vez que han abierto un proceso penal para cada caso, pero lo más dantesco es el tratamiento dado a los chicos, sin agua, sin comida e investigadores descubrieron en Khersón, dos cámaras de tortura frente a la llamada por los propios ocupantes, “celda de los niños”.

La gran diferencia es que esta vez Occidente ha respondido. Ucrania ha sido y sigue siendo respaldada internacionalmente de forma mancomunada, al menos por una parte del planeta. Lo demuestra la Conferencia de París del martes de esta semana convocada por Emmanuel Macron. Casi medio centenar de países y algo más de una veintena de organismos multilaterales aunarán esfuerzos para entregar a Ucrania 1.055 millones de dólares en ayudas para sobrevivir al invierno y la oscuridad.

Francia, suministrará más generadores eléctricos de alta potencia y transformadores, que se agregan a los más de 100 entregados en noviembre. Los franceses brindaron ayudas por 200 millones de euros este año. El cese de la circulación de los productos agrícolas ucranianos ha sido catastrófico y por ello se han montado los llamados “corredores solidarios” para no dejar morir de hambre a ciertas poblaciones y para que a su vez le lleguen algunos fondos al proveedor. EE.UU. es el que más ha ayudado con miles de millones de dólares para diversos fines, directamente o a través de instituciones como el Banco Mundial.

Entre las acciones de otros estados, una es la cooperación entre Polonia, Ucrania y el Reino Unido, para responder a las amenazas de seguridad europea y para dar apoyo a la ciberseguridad y contrarrestar la desinformación. Bien sabido es que la primera víctima de una guerra es la verdad.

El gran logro de la civilización occidental gracias a 70 años de paz, salvo alguna excepción (Balcanes) se tradujo positivamente en una constante disminución, a cifras muy bajas, de los porcentajes destinados a armamentos, que antes llegaban a ser el 40% o 50% de los presupuestos nacionales.

Pero hoy ya se percibe en ese sentido un lamentable retroceso por culpa de la ambición del mandamás del Kremlin.

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