EDITORIAL
diario El País

Iturralde y Pereira

Luego de una andanada de ataques personales e institucionales lanzados con saña desde el Frente Amplio en las últimas semanas, el presidente del Honorable Directorio del Partido Nacional Pablo Iturralde emplazó al presidente del Frente Amplio a definirse ¿quiere diálogo o quiere una grieta?

Le asiste toda la razón a Iturralde al no permitir que desde la coalición opositora se siga con el cínico juego de convocar al diálogo y a la unidad mientras se socaban permanentemente los mismos cimientos de la democracia y se ataca con bajos golpes deleznables a personas de probada honestidad.

Que la transformación de Fernando Pereira es algo digno de estudio por parte de un plantel de psiquiatras ya está fuera de discusión. Una persona que llegó con fama bien ganada de hombre de diálogo y negociador de tono amable en poco tiempo se convirtió en un personaje de lenguaje ponzoñoso, que no mide sus palabras con tal de golpear al gobierno, aunque en realidad le haga daño al propio país. Al mismo tiempo, como lo demuestra su convocatoria de hace apenas algunas semanas a “bajar la pelota” y mejorar el diálogo entre el sistema político fue una mera maniobra distractiva, tan mentirosa como todas las acusaciones que han acumulado contra el gobierno sin el menor sustento.

Pese a todo lo comentado, hasta ahora la única persona con algún cargo político vinculada a Astesiano es un cónsul nombrado bajo los gobiernos del Frente Amplio.

En efecto, basta recordar algunos episodios de los últimos días, como el ensañamiento contra el Ministro Martín Lema, no casualmente cuando éste lo dejó pegado al demostrar que no sabía de lo que estaba hablando cuando se refería a la vulnerabilidad alimenticia. Al quedar descubierto que mentía a conciencia, Pereira apeló a bajos ataques personales de la peor calaña, algo propio de los políticos de otros países a lo que Uruguay hasta hace muy poco tiempo era ajeno.

Otro ejemplo bien claro son los ataques genéricos a “Torre Ejecutiva” acusando de que allí existe una “red de coimas”, lo que claramente pretende enchastrar a todos los que allí trabajan, del presidente para abajo cuando lo único que hoy existe es la acusación contra un guardaespaldas del presidente sin ningún vinculo con ningún acto de corrupción atribuible al actual gobierno. Es más, hasta ahora la única persona con algún cargo político vinculada a Astesiano es un cónsul nombrado bajo los gobiernos del Frente Amplio y siguen profiriendo acusaciones que saben que son falsas a todas luces tratando de obtener un sucio rédito político con disparos a ciegas.

No se puede acusar al gobierno genéricamente como realiza Pereira con imputaciones falsas y luego pretender dialogar. Ni siquiera en la Justicia confían ya que apenas conocido el fallo del fiscal que esta misma semana archivó la sonada demanda por el caso Katoen Natie salieron a pedir que la revise otro fiscal sin tener el más mínimo conocimiento de los fundamentos de la Justicia e ignorando los más elementales elementos de su funcionamiento.

Aquí debe realizarse una distinción muy clara. Oponerse a políticas públicas concretas o a todas ellas como es el caso, aunque sea sin fundamentos como con la transformación educativa o la reforma del sistema de seguridad social está dentro de las reglas de juego aunque en estos casos sean actos de enorme hipocresía e irresponsabilidad política.

Por todo lo antedicho es que el anuncio de Pablo Iturralde es más que bienvenido y acertado. Tiene razón cuando expresa que el presidente del Frente Amplio “tiene que resolver” si quiere un buen diálogo o “crear una brecha”. También afirmó refieríendose a la reunión convocada hace una semanas por Pereira para mejorar el diálogo entre el sistema político: “Pero el tema es si íbamos a ser consecuentes en el tratar de mejorar el diálogo, o íbamos a hacer lo que se había hecho durante la campaña electoral, que fue decir cosas que no correspondían con la realidad.”

Sobre el final de sus declaraciones sentenció: “Que se dé la cara cuando se dice que hay coimas, y que se diga a quién se refiere (...) Es muy grande la Torre, hay que tener un poquito más de respeto institucional, político y personal”. Este es el asunto medular como señala acertadamente Iturralde.

El Frente Amplio ha perdido todos los puntos de referencia y cree que los actores políticos son de su misma condición y por lo tanto, acusa al gobierno de hechos que le son ajenos. El Frente Amplio hace ya más de dos años que juega en contra de los intereses nacionales, despreciando la inteligencia de los uruguayos. Ya es tiempo de ponerle un freno.

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