EDITORIAL
diario El País

Gestos simbólicos

El planteo del senador Manini Ríos de derogar un decreto del ex presidente Vázquez acerca de pensiones reparatorias que pasaron a ser hereditarias, tuvo el apoyo del ministro de Defensa García.

Más allá de la valoración de la oportunidad de la iniciativa -en pleno proceso de reforma de la seguridad social-, hay que reconocer que el planteo es de justicia.

Por ley de 2006, con el Frente Amplio (FA) en el poder, se definió que ciertas personas procesadas entre 1973 y 1985 accedieran a una pensión reparatoria cuyo monto fijado, comparativamente, no es de los menores: 8,5 bases de prestación contributiva por mes. El problema es que, además, a una semana de dejar el poder, Vázquez decretó que esas pensiones fueran hereditarias en favor de cónyuges, concubinos o hijos menores de edad.

Es evidente que el aumento del gasto que así se generó no implica un déficit gigantesco para la seguridad social. Sin embargo, también es evidente que se hace necesario derogar este tipo de injusticias, por razones políticas y simbólicas: las mismas razones que fueron las que dieron el triunfo a la Coalición Republicana (CR) en 2019, y que conviene atender con gestos concretos.

En efecto, los excesos simbólicos de la era del FA en el poder fueron numerosos y sesgados. En la planta baja del ministerio de Relaciones Exteriores, por ejemplo, lo que siempre fue el salón de actos José Artigas pasó a llamarse por decreto de 2013 canciller Reinaldo Gargano: un despropósito partidista que hoy no cuesta nada revertir y que, hasta ahora, no se ha corregido. ¿Por qué habrá de ser recordado Gargano en cancillería, además, si no es por su pésima política exterior, que impidió tomarnos el tren de la apertura comercial con Estados Unidos en 2006? ¿Y con qué criterio serio y respetado su figura puede borrar a la de Artigas?

El liceo 26 de Montevideo, por ejemplo, llevaba el nombre de Armando Acosta y Lara, jerarca del poder Ejecutivo asesinado vilmente por los Tupamaros en 1972. En 2017, la mayoría regimentada del FA borró la memoria de Acosta y Lara de ese liceo, que pasó a llamarse Líber Falco. Sin desmerecer las cualidades del poeta Falco: ¿por qué no reivindicar la memoria de Armando Acosta y Lara cobardemente asesinado y cuyo respetuoso recuerdo, además, la izquierda se ha ocupado sistemáticamente de calumniar, asociándolo a crímenes horrendos sin presentar jamás elemento convincente alguno que probara sus acusaciones? Ya sea para volver a poner de nuevo su nombre al liceo 26, o ya sea para colocarlo en alguna otra dependencia pública ligada a la educación, la reivindicación corresponde.

Aquellos que crean que no hay que contrariar a la izquierda con estas políticas simbólicas se equivocan radicalmente. Para el caso del liceo 4 de Las Piedras de nombre Vivián Trías, hay un proyecto en Diputados que plantea cambiarlo por el de la prestigiosa doctora Adela Reta. Y le asiste razón al diputado Juri sobre los motivos de ese cambio, resumidos en una nota de junio de 2020 para este diario: “hay que borrar todos los homenajes que equivocadamente y de buena fe, el Uruguay y todos los partidos, le han hecho a un ser que terminó siendo un espía del comunismo. Vivián Trías vendió su honor y a su país por whisky, habanos y unos pesos. Sin exagerar, para mí fue un cipayo más”.

En política los símbolos pesan. Retomar con el nombre Artigas en la planta baja del ministerio de Relaciones Exteriores; homenajear como se debe a un alto jerarca de un gobierno democrático asesinado por la guerrilla; o corregir homenajes que se hicieron de buena fe pero que con los años se demostró que estaban completamente equivocados, son pequeños gestos de justicia simbólica. La memoria colectiva se construye de esta forma, y no termina saliendo gratis, ni siquiera electoralmente, que el FA quite a Armando Acosta y Lara o ponga a Reinaldo Gargano: tuerce así la Historia en un sentido proizquierdista completamente alejado de la verdadera dignidad de los hechos que vivió la República.

La iniciativa de Manini Ríos refiere sí a lo económico, pero se enmarca en un conjunto de decisiones que la CR debe tomar, sin que le tiemble el pulso, con el objetivo de quitar el sesgo partidista y subjetivo con el que el FA actuó en estos asuntos mientras que estuvo en el poder. Algunas iniciativas precisarán de leyes específicas, como por ejemplo para el caso del liceo de Las Piedras. Otras, necesitan simplemente de sencillas resoluciones del Ejecutivo, como el caso del salón de actos José Artigas.

Es tiempo pues de hacer estos gestos simbólicos.

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