EDITORIAL
diario El País

Empuje exportador

Con el dólar que ha bajado en este año y se sitúa en el eje de los 40 pesos, y con una inflación anualizada por encima del 9%, se oyen ciertas voces críticas que reclaman por el vigor de nuestras exportaciones.

Hay que decir que la situación internacional no está ayudando mucho. Por un lado, los principales países del mundo han visto recrudecer una fuerte inflación, al punto que las subas de precios que en los últimos lustros no superaban el 2 o 3% anual, hoy se han disparado al entorno del 10% en Estados Unidos, Reino Unido y los principales países de la Unión Europea.

Además, todo deja pensar que la merma del poder adquisitivo, de la mano de una inflación extendida y de recesiones económicas que se empezaron a verificar en los principales países centrales, repercutirá en la compra de bienes importados, es decir, en las cantidades y en los precios de los productos que nuestra economía exporta y que tanto dependen de la buena salud del comercio internacional.

Por otro lado, están los problemas propios. El informe de octubre del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) con respecto al índice de vulnerabilidad comercial mostró que el resultado fue de 55,4 para 2021. Eso quiere decir que más de la mitad de las exportaciones uruguayas de bienes tuvieron como destinos países con los cuales no tenemos preferencia comercial alguna, lo cual no ayuda para nada a la inserción de nuestros productos y a dinamizar nuestro comercio exterior.

Es cierto que en 2021 las exportaciones crecieron, gracias a un boom productivo fenomenal en particular de la carne y de la soja. Pero esos datos no hacen más que mostrar que, en realidad, si a esa formidable capacidad productiva de nuestra agropecuaria se sumaran acuerdos comerciales con socios relevantes, todos nos beneficiaríamos de mayores ventajas relativas en términos de competitividad: eso quiere decir, en concreto, más inversión, más producción, más exportaciones, más trabajo y empleo, y más riqueza en el país.

“Más allá de reconocer la dificultad internacional, llegó el tiempo de avanzar decididamente en acuerdos bilaterales que potencien nuestro comercio exterior. El triunfo de Lula no mejorará la perspectiva aperturista del Mercosur”.

Tenemos una agenda exterior pendiente que debe acelerar su paso. Sería injusto omitir algo fundamental que no se reconoce lo suficiente: la oportunidad internacional para avanzar en tratados de libre comercio ocurrió hace quince o veinte años atrás, y el Uruguay del Frente Amplio perdió el tren. En efecto, mientras un país como Chile, por ejemplo, gobernado por una izquierda moderna, firmaba tratados de libre comercio con los principales centros económicos del mundo -que incluía a todos los países relevantes en los destinos de nuestras exportaciones-, aquí el canciller Gargano traía de visita al canciller brasileño para procurar impedir que firmáramos un tratado de libre comercio con Estados Unidos.

Sin embargo, más allá de reconocer esa fuerte dificultad internacional, ha llegado el tiempo de avanzar decididamente en acuerdos bilaterales que potencien nuestro comercio exterior. El triunfo de Lula en Brasil de ningún modo mejorará la perspectiva aperturista del Mercosur: antes al contrario, es muy probable que una mayor alianza ideológica y proteccionista con Buenos Aires dificulte la apertura del bloque hacia terceros países relevantes.

La puerta está abierta con China, y es fundamental un empuje político mayor y de primer nivel para concretar avances en los próximos meses. El posicionamiento internacional del Reino Unido dejó claramente explicitado el interés por avanzar en vínculos bilaterales, más cuando Montevideo es la ventana al Atlántico sur donde se encuentran serias perspectivas de inversiones británicas en el entorno de las islas Malvinas. Turquía es una de las principales potencias económicas mundiales, y también dejó la posibilidad abierta a una mayor relación bilateral comercial; y lo mismo ocurrió con Japón luego de la visita del presidente Lacalle Pou.

Es claro que de todos esos países hay algunos más importantes que otros con respecto a nuestra actual estructura de exportaciones. Sin embargo, todos tienen un gran potencial de compra de los productos en los que somos formidablemente competitivos en el mundo. El problema no es tanto entonces que el dólar esté planchado o que la inflación en pesos aumente nuestros costos, sino que el problema es que esa situación coyuntural, unida a la alta vulnerabilidad que muestra CED, terminan siendo un enorme freno al mayor desarrollo del país.

El horizonte económico internacional presenta serios nubarrones. Precisamos de un empuje mayor para lograr rápidamente acuerdos de comercio bilaterales que potencien nuestra producción allí donde somos excelentes a nivel mundial. Es ahora.

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