EDITORIAL
diario El País

Las elecciones por encima del país

No fue sorpresa para nadie.

El anuncio de que el Frente Amplio no acompañará el proyecto de reforma de la seguridad social, era tan obvio como previsible, desde el momento en que el Pit-Cnt y el Partido Comunista, los grandes titiriteros de la coalición opositora, ya habían anunciado críticas radicales a la idea. Pero ayuda a entender tanto a la mentalidad dominante hoy en el Frente Amplio, como el nivel de prioridad que conceden al interés nacional, a la hora de contrastarlo con sus ambiciones políticas de corto plazo.

Principio tienen las cosas. El gobierno hizo gestos y esfuerzo concretos para que esta reforma tuviera el mayor sustento político posible. Se creó una comisión para desarrollar el proyecto, a la cual fueron invitados los técnicos más destacados del Frente Amplio en la materia. La señal de la oposición en ese momento ya fue expresiva, desde que se propone como “figura” a alguien como el ex ministro Murro, que tiene una posición conocida contraria a todo el sistema de AFAP. Pero, además, alguien que durante su gestión en el BPS fue gran responsable de su acelerada crisis financiera, flexibilizando requisitos, y permitiendo jubilaciones y certificaciones a troche y moche.

Esa comisión terminó su trabajo, y se generó un proyecto de reforma. El presidente Lacalle Pou tuvo la deferencia de ir personalmente a llevar el proyecto a la sede del Frente Amplio mucho antes de su ingreso al Parlamento, cosa de que esa fuerza se sintiera integrada, y tuviera tiempo para plantear aportes y sugerencias. Desde entonces, el presidente del FA, Fernando Pereira se dedicó con su habitual tono despectivo y pedante, a decir que no anticiparían la postura de su partido hasta que la coalición de gobierno confirmara que todos acompañaban el proyecto. Una forma nada velada de tirar la pelota fuera de la cancha, pero también de sugerir que el Presidente no tenía fuerzas para asegurar que ese proyecto representaría a todo el gobierno.

La decisión del Frente Amplio de no votar la reforma de la seguridad social es otra muestra de la radicalización ideológica de esa fuerza, y de cómo prioriza su pequeño interés electoral por encima de las urgencias del país.

Pues el gobierno acordó, y el proyecto quedó sólido. Eso sí, sin aportes de la oposición, que siguió en actitud de niño encaprichado. Hasta esta semana.

Resulta que ahora el presidente del Frente Amplio confirma lo que todos sabíamos, que no votará. Pero apela al tradicional victimismo de su partido, diciendo que quieren tiempo para hacer propuestas, y que una votación sin su apoyo en el Parlamento sería “avasallarlos”. ¿Más tiempo para analizar?

Está claro que la intención del Pereira y del Frente Amplio nunca fue acompañar nada de lo que haga este gobierno. Ni siquiera en plena pandemia fueron capaces de dejar de lado su soberbia para encolumnarse detrás del gobierno democrático al que tocó lidiar con la peor crisis en un siglo.

Pero esta decisión de ahora también deja en claro tras cosas más.

La primera, que dentro del Frente Amplio, los que mandan son los sectores más extremistas. Los “Oleskers”, los “Andrades”, los “Pachasanchez”, son lo que marcan la partitura, y el resto baila sin quejarse. Algo de lo que hay que tomar buena nota antes de la próxima elección, cuando coloquen de mascarón de proa al “bueno” de Orsi, para engañar a los votantes distraídos.

La segunda, es que no hay en el Frente Amplio un liderazgo sólido, con conciencia nacional. Todos los técnicos, todos los políticos, saben que es imprescindible una reforma de la seguridad social. Y que esta beneficiará a los gobiernos que futuros, no a este. Sin embargo, ni siquiera por eso, el FA es capaz de dejar de lado su pequeñez estratégica, y no hay ningún líder con peso como para imponer una mirada constructiva.

Por último, que para los dirigentes actuales del Frente Amplio, la ambición de poder inmediato pesa mucho más que el destino del país. El único motivo por el cual alguien se opondría a esta reforma, es porque creen que a corto plazo el oponerse con discursos faciloides y demagógicos, les va a redituar un beneficio electoral. Todo el mundo sabe que con la esperanza de vida actual, es ridículo pretender jubilarse a los 60 años. Y todo el mundo sabe que el discursito ese de que hay otras formas de financiar el déficit de la seguridad social, es mentiroso. ¿Alguien cree que se puede cobrar más impuestos en Uruguay? ¿Alguien cree que las empresas, ya sometidas a un sistema que afecta de manera gravísima su competitividad, tienen margen para aportar más al BPS? Eso solo provocaría un aumento fuerte del desempleo.

El único argumento que explica la oposición del FA a esta reforma es electoral La enésima muestra de que a ese partido le preocupa más volver al poder, que el destino de los uruguayos.

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